El Cauca, a merced de las mafias transnacionales

El Cauca, a merced de las mafias transnacionales

"Hay indicios de que algunos carteles mexicanos, en alianza con bacrims y disidencias farianas, han priorizado esta lugar como uno de sus objetivos geoestratégicos"

Por: Henry Mesa Balcázar
agosto 20, 2019
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El Cauca, a merced de las mafias transnacionales
Foto: Las2orillas

Fuimos muchos los que —aún a pesar de nuestras convicciones ideológicas y políticas— terminamos por brindar un apoyo inexcusable y sincero al proceso de negociación con la guerrilla de las Farc, en la certeza de que era una oportunidad histórica para comenzar a pacificar el país y empezar a construir una nueva senda de prosperidad, inclusión, competitividad y equidad para cada una de las regiones colombianas.

No obstante, fuimos también varios los que advertimos que si no se tomaban las acciones necesarias para gestionar el posconflicto con amplio y firme sentido estratégico, se corría el serio e inminente riesgo de repetir experiencias funestas como la de El Salvador después de la firma del tratado de paz con las guerrillas del Fmln: la aparición de las temidas y temibles Maras, como la Salvatrucha.

En el caso específico colombiano, la clave sine qua non para evitar un fenómeno similar era fundamentalmente una: que el Estado hiciera rápida y efectiva presencia en los diferentes territorios evacuados de la presencia funesta pero omnipresente de las Farc, pues de lo contrario ese "vacío" sería indefectiblemente aprovechado por las diferentes bandas criminales para copar aquellos corredores que son estratégicos para los grandes negocios de la ilegalidad: narcotráfico, armas, extorsión y minería ilegal.

Infortunadamente sucedió lo que podía preverse en el peor de los escenarios: en las regiones periféricas más estratégicas para la ilegalidad la presencia estatal no llegó, y sí llegaron en cambio, con su habitual y malévola eficacia, las bandas del crimen organizado, las bacrims y las disidencias farianas que no están dispuestas a renunciar al poder adictivo (para sus mentes intoxicadas de violencia) de las armas, el dinero y el sojuzgamiento sanguinario de la población civil.

Y más infortunado aún, la región periférica más geoestratégica para esas implacables formas de crimen del siglo XXI es precisamente el Cauca, una tierra feraz y de agreste geografía, habitada por un pueblo campesino noble, digno y laborioso abandonado a su suerte, a merced de una clase politiquera que lo ha expoliado inmisericordemente hasta sumirlo en una miseria casi irredimible y centenariamente abandonada e invisibilizada por el Estado. Esa macabra conjugación de elementos ha hecho del Cauca, ahora más que nunca, un botín irrenunciable, apetecible y completamente a merced de esas mortalmente eficaces organizaciones del crimen.

Lo peor está aún por llegar, porque lo que las altas instancias del poder no le han dicho al pueblo caucano es que ya hay claros indicios de que los carteles más sanguinarios del narcotráfico mexicano, en alianza con bacrims y disidencias farianas, han priorizado al Cauca como uno de sus principales objetivos de "colonización geoestratégica", lo cual ya empieza a dejar su rastro de criminalidad, muerte y pauperización del tejido social en los corredores norte-costa pacífica, macizo-sur-costa pacífica y poco a poco comienza a copar los fértiles e igualmente vulnerables valles interandinos.

Este no es un peligro temporal ni menor, sino que representa en realidad la más seria amenaza para la viabilidad del Cauca como región y como sociedad, puesto que ya son bien conocidos los resultados derivados de la "entronización" de ese tipo de criminalidad: cooptación del poder político, económico y estatal, violentamiento implacable de la población civil, deterioro social y destrucción ambiental.

El panorama se torna aún más oscuro si tomamos en cuenta la absoluta carencia de liderazgos firmes, propositivos, proactivos y confiables, con peso específico a nivel nacional y capaz de congregar a los diversos sectores caucanos, porque solamente con un liderazgo de tales características se podrían implementar las acciones necesarias para hacer frente a tal peligro, las cuales deben configurar una sinergia perfecta entre autoridad, puño de acero contra la ilegalidad, sólida presencia estatal e institucional y ejecución de ambiciosos proyectos sociales y productivos. Tres deberían ser los ejes primordiales de este accionar:

- Implementar una estrategia integral de lucha contra el crimen organizado, que incluya la creación de un bloque de búsqueda multipropósito (fuerzas armadas, policía, fiscalía, defensoría del pueblo, etc.) para ubicar, combatir, expropiar y erradicar a estas bandas y bacrims y sus diferentes nodos y redes, salvaguardando en todo momento los derechos y los intereses vitales de las comunidades más vulnerables a lo largo y ancho del Cauca.

- Consensuar, gestionar y ejecutar un Plan Estratégico para la Equidad, la Productividad y la Consolidación de la Paz, de mediano y largo plazo (10 o 15 años), a través del cual se prioricen, integren y ejecuten progresivamente los macroproyectos y proyectos estratégicos (infraestructuras, desarrollo rural estructural, servicios públicos esenciales, desarrollo de sectores productivos estratégicos, generación de equidad e inclusión social, integración y cierre de brechas subregionales, gestión urbana y sostenibilidad medioambiental) necesarios para transformar al Cauca en un modelo de desarrollo integral y sustentable.

- Lograr que se le otorgue al Cauca un Estatuto de "Región Especial de Consolidación de la Paz y de la Legalidad", dotado de instrumentos especiales de financiación, gestión institucional y planificación territorial, aduanera y tributaria, de tal modo que pueda convertirse en un nuevo polo de atracción de la inversión nacional e internacional que posibilite desarrollar las diversas potencialidades sociales y económicas que posee la región, priorizando que los beneficios de ello derivados se distribuyan bajo criterios de equidad y sostenibilidad.

Ahora bien, toda iniciativa, por más bienintencionada que sea, deberá contar con un apoyo y una presencia irrestrictos por parte del Estado y del gobierno nacional, de un liderazgo regional idóneo, capaz y comprometido con trazar y lograr una nueva senda para el Cauca, y con un sentido inexcusable de solidaridad y unión en torno a grandes propósitos colectivos de los diferentes sectores y actores caucanos, sin mezquindad, sin revanchismos, con un diáfano sentido de la historia y de la responsabilidad de forjar un nuevo destino en donde quepan toda y cada uno de los caucanos viviendo en prosperidad y paz perdurables.

Solamente el tiempo dirá si fuimos capaces de lograrlo o si finalmente sucumbimos ante la efectividad implacable, sin alma, de las nuevas modalidades de crimen del siglo XXI.

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