Detrás de todo 'indigente' se esconde una persona

Detrás de todo 'indigente' se esconde una persona

María Diria pasó varios años en la calles de Chachagüí. Hoy vive dignamente en este municipio de Nariño

Por: Pablo Emilio Obando
marzo 18, 2016
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Detrás de todo 'indigente' se esconde una persona
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El ciudadano de Chachagüí Juan Martin Rodríguez inició el año pasado una campaña en pro del rescate de la única indigente de ese municipio del departamento de Nariño. Se trata de la señora María Diria, que, por esas circunstancias de la vida que no vienen hoy al caso, termina viviendo en las calles, recogiendo algunas limosnas y soportando las inclemencias de una sociedad que poco a poco se va acostumbrando a su presencia triste y desoladora.

En un comienzo este ciudadano encuentra escaso eco a su llamado de solidaridad por cuanto se considera que el municipio  no tiene por qué asumir la manutención o recuperación de esta mujer, que invade con su presencia y sus costales las calles de la veraniega población de Chachagui. Lo correcto, según ellos, era simplemente colaborarle con algunas monedas, ropa vieja y una que otra cobija que le permita protegerse de la lluvia o el frío.  Pero la insistencia y la voluntad se imponen sobre estos criterios mezquinos, y es así como en recientes días tiene la sorpresa del llamado del nuevo alcalde del municipio, el médico Henry Javier Erazo Calvache, y de la primera dama, la señora Tatiana Ojeda, quienes sintiendo como propias las angustias de esta mujer en situación de calle, inician las gestiones propias del caso para incorporarla nuevamente a la vida en condiciones de dignidad y decoro.

Juan Martin Rodríguez expresa a través de las redes sociales que “por primera vez el municipio de Chachagui vio a María como un ser humano y una más de nuestros conciudadanos. Se le hizo una valoración integral e inicio un tratamiento y empezó a pasar sus noches bajo techo…”.  Su llamado no únicamente encuentra eco en su municipio, sino que empieza a ser replicado en muchas regiones de Colombia donde el ser humano ha perdido su capacidad de asombro ante el desamparo de sus congéneres, ya que miran como algo natural la situación de algunas personas que se ven forzadas a vivir en situación de calle.  La existencia de mendigos es una clara muestra de una sociedad enferma e indolente, la clara expresión de una falta de solidaridad y de un cristianismo que se acomoda fácil y dócilmente a un sistema económico en el cual lo único provechoso y ventajoso es la capacidad de lucro sin que nada importe la pobreza y miseria de los otros.  El caso de María Diria nos permite una profunda reflexión sobre la manera en que hemos tratado a algunos seres humanos que deambulan por las calles implorando con su sola presencia la solidaridad que nos debe caracterizar como sociedad culta y civilizada.

Lo acontecido en el municipio de Chachagui debe obligarnos al replanteamiento de nuestro comportamiento social.  Grata fue la sorpresa cuando observamos a una María recuperada y sonriente, rodeada del afecto y el cariño de sus gobernantes y la ciudadanía.  Para el alcalde de este municipio bastó un solo llamado para que se inicie la efectiva y pronta recuperación de uno de los ciudadanos; y más grato aún encontrarnos con una persona nueva y sonriente que nos ha permitido entender que detrás de todo indigente se encuentra el rostro de una persona.  No es lógico que continuemos actuando de una manera tan poco racional con nuestros semejantes, ignorándolos y privándolos de su verdadera condición de seres humanos y merecedores de un trato solidario y digno.  Los recursos de un municipio deben dirigirse prioritariamente a este tipo de iniciativas ciudadanas que eviten e impidan el surgimiento de la mendicidad y la indigencia. Grato y satisfactorio saber que existen gobernantes con esa sensibilidad social y más aún saber que quedan ciudadanos que se preocupan por el bienestar de los demás sin que ello les reporte beneficios económicos o dividendos electorales.

MARIA DIRIA1

Felicitaciones a los protagonistas de esta crónica que nos han permitido recuperar la fe en las instituciones y en los gobernantes. Y un abrazo solidario para María Diria que inicia en su vida un nuevo camino en el cual las espinas se han transformado en rosas; todo es posible cuando se une la voluntad con la capacidad, cuando superamos viejos esquemas mentales  y hacemos del gobernar una manera de servir y progresar.

 

 

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