Demasiados actos simbólicos, pero sin decir cómo se llagará a lo real
Opinión

Demasiados actos simbólicos, pero sin decir cómo se llagará a lo real

Los eventos simbólicos de Santos en desarrollo de la paz -agradece donaciones, destaca expropiaciones, entrega casas- no parecen señalar un camino hacia lo prometido ni augurar que se cumplirá

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agosto 16, 2017
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En relación con lo que se espera del desarrollo del proceso de paz, se ha dicho que la realización de audiencias para contar la verdad, acompañadas de procesos de reparación simbólica o de algún aporte a la sociedad por parte de los miles de guerrilleros que se acogerán a la medida, pueden contribuir al proceso de reconciliación nacional.

Y, de acuerdo con lo que han señalado los críticos al referirse a la Justicia Especial para la Paz - entre ellos el representante en Colombia del alto comisionado para los Derechos Humanos-, lo que la ley presenta es “beneficios a personas sentenciadas o a personas protegidas como miembros de la Fuerza Pública y de las Farc, sin hacer reconocimiento, sin hacer aportes de la verdad, sin hacer reparaciones sociales”.

Eso pone a pensar en qué van o qué son esas reparaciones simbólicas; y no tanto o no solo las que deben ofrecer los insurgentes sino las que deben recibir las víctimas.

El gran mérito que se atribuye a nuestro modelo de acuerdo de paz, es que le cambió el enfoque de ‘justicia retributiva’ -o sea la que busca el castigo para el victimario- por el de ‘justicia restaurativa’ -o sea en la que se pone el énfasis en la reparación para las víctimas-. Sin embargo, corremos el riesgo de que la realidad imponga más una ‘justicia simbólica’ que de resultados.

El presidente Santos hace grandes esfuerzos por mostrar casos en que el propósito se cumple: agradece donaciones, destaca expropiaciones, entrega casas, otorga títulos y en cada ocasión señala cómo corresponde a un ejemplo de algo que se pactó en los acuerdos.

Pero lo que sucede es que estos eventos simbólicos no parecen señalar que el camino llevará a lo prometido ni augurar que lo esperado se cumplirá.

 

Se contaba con un fondo de hasta USD 5000 millones de donaciones
de gobiernos extranjeros, pero no se han concretado ni siquiera USD 100 millones….

 

Para este gran gasto se contaba con un fondo a veces de 3000 millones a veces de 5000 millones de dólares de donaciones de gobiernos extranjeros, pero hasta el momento no se han concretado ni siquiera 100 millones.

 

 … y del fondo de tierras de 3 millones de hectáreas
no se conoce que hayan entrado ni siquiera 100.000 hectáreas

 

Se sigue hablando de un fondo de tierras de 3 millones de hectáreas -supuestamente como cuota inicial para uno de 10 millones-, pero no se conoce que hayan entrado como fruto de los pactos o de la acción de la justicia ni siquiera 100.000 hectáreas.

Estas tierras tendrían por destino el devolverlas a 3 millones de familias desplazadas por el conflicto armado pero en las ceremonias ‘simbólicas’ las entregas presididas por el primer mandatario solo aparecen algunas decenas y no se completan ni siquiera 10 000.

Algo similar pasa con las entregas de casas a las víctimas.

Seguimos en que el manejo de imagen mediante el uso de los medios de información (o de desinformación) pretende crear falsas realidades. Porque el problema no es que el propósito sea cuestionable, ni que falte voluntad; es que se acordó algo que no se puede cumplir.

La realidad es que no solo en ese sentido es un acuerdo de paz simbólico. Lo es más porque no se están subsanando ninguno de los aspectos del conflicto social generadores del conflicto armado. Que se logró el desarme de las Farc, y que eso es muy positivo no es discutible; pero que eso no es la paz, tampoco.

Por razones naturales (es un acuerdo y es además imposible tramitar juicios a todos los directa o indirectamente involucrados en el conflicto) la JEP tendrá más de simbólica que de Justicia -por lo menos desde nuestra perspectiva penal-.

Pero si no queremos que la paz también tenga más de simbólica que de real, es necesario que se introduzcan cambios en nuestro modelo social y político, en nuestro modelo de desarrollo, más allá de lo descrito en el acuerdo del Colón.

Toca repetir lo dicho por Einstein: “nada más tonto que esperar que con las mismas decisiones se llegue a resultados diferentes”. Si mantenemos el mismo modelo de gobierno, las mismas políticas económicas, la misma función del Estado como promotor del desarrollo y no de la armonía y el bienestar ciudadano, nuestra paz solo será una paz simbólica más no real.

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