Déficit de ingenieros informáticos y superávit de mercenarios
Opinión

Déficit de ingenieros informáticos y superávit de mercenarios

Faltan 80.000 ingenieros de sistemas, mientras Colombia exporta crece en la expirtaciín de servicios de mercenarios, como evidenció el magnicidio de Haití

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enero 03, 2022
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En Colombia hay déficit de profesionales informáticos pero el país sí cuenta ya con oferta de exportación de servicios de mercenarios, tal como lo confirma el enganche para el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moise.

Se dice que faltan en Colombia 80.000 ingenieros de sistemas y que solo se gradúan 5.500 al año. Las empresas colombianas están en mora de vincular desarrolladores de software que se le midan a la inteligencia artificial, la ciencia de los datos, internet de las cosas, la robótica, entre otros campos aún en pañales. Con ellos Colombia podría modernizar su aparato productivo y, quizás, cambiar la estructura de exportaciones llevando al mundo bienes y servicios intensivos en tecnología, dependiendo menos de los hidrocarburos y productos mineros. No obstante, como dicen los economistas, se trata de un factor escaso el de los profesionales informáticos.

La competitividad de hoy se encuentra en aquellas ventajas y talentos de los que disponemos en abundancia. Más allá de orgullos empresariales que son el resultado de enormes esfuerzos e innovación, la verdad es que Colombia es la primera potencia mundial en la exportación del clorhidrato de cocaína. Por esa vía, pareciera ser que el país se está perfilando también en obtener un lugar destacado en la exportación de servicios de mercenarios.

Para que la exportación de tales servicios sea posible se requiere que existan condiciones que contribuyan a generar experiencia y adquisición de las debidas competencias en el mercado interno que, a la postre,  puedan contribuir a la diversificación en la exportación de aquellos. Es el caso de la amplia disponibilidad de semilleros y academias de asesinos a sueldo que, con diversos grados de sofisticación en su formación (desde sicarios hasta mercenarios), bajo distintas modalidades de contratación, están prestos a satisfacer las necesidades del mercado interno (la demanda proviene de gente poderosa que cree necesario asesinar líderes sociales, ambientalistas, indígenas, desmovilizados, personas que reclaman tierras en el marco de la ley). Y como lo podemos constatar ahora, hay recurso humano preparado para servir los requerimientos de mercados externos, como ha sido el caso del asesinato del presidente de Haití, emprendimiento que aún no sabemos quiénes gestionaron.

Las cifras del 2021 dan fe de las destrezas de los asesinos, sin par en el mundo actual: 86 líderes asesinados (el último, el 3 de julio pasado, el ambientalista caqueteño Fernando Vela; la penúltima, la líder de la Mesa de Víctimas del Huila, Derly Pastrana); 50 masacres (los cuerpos de los cuatro miembros de una comisión de la Unidad de Restitución de Tierras, una de las últimas registradas, fueron hallados en Mesetas, Meta, el 6 de julio pasado). No hay que preocuparse, entonces, por escasez de este tipo de recurso humano criollo, experimentado, siempre listo a segar la vida de otros por plata, que entrega resultados efectivos. Ni por la ausencia de cultura de la muerte.

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A raíz de la infamia de Puerto Príncipe se ha recordado que los servicios de mercenarios  se han prestado en Irak, Yemen, Afganistán. Ahora el portafolio incluye asesinatos de presidentes

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En cuanto a los servicios de exportación, a raíz de la infamia de Puerto Príncipe la opinión pública colombiana ha recordado que los servicios de los mercenarios ya se han prestado en Irak, Yemen, Afganistán. Ahora, en el portafolio también se incluyen asesinatos de presidentes.

Como ocurre con la educación, que la hay de carácter informal y formal, con los expertos en la muerte ocurre algo parecido. La mayoría han sido formados en la práctica, de manera informal, en “semilleros” urbanos y rurales. En las ciudades, el sicariato enganchado y adiestrado desde hace décadas por los carteles del narco y las “oficinas”; en los campos, decenas de miles de jóvenes seducidos por los paramilitares, los antiguos y los de nuevo cuño, por la guerrilla y ahora por las disidencias. Todo un fértil campo en la formación de personas competentes para el gatillo y destrezas asociadas. De alguna manera, tales competencias son homologables en el mercado de la muerte: Carlos Castaño se jactaba de contar dentro de sus filas con antiguos miembros del Eln y Epl. Aunque se trata de ficción, la serie de Netflix Distrito Salvaje ilustra la “plasticidad” en la aplicación de toda la gama de competencias adquiridas en los grupos armados: se pueden alquilar al mejor postor.

Sicariato organizado acabó con la vida de Jaime Garzón mediante la puesta en marcha de una compleja cadena de valor del crimen que cumplió a la perfección con el mandato. Sicarios acabaron con las vidas de varios candidatos presidenciales en el 89 y 90 y cumplieron con el encargo de extinguir la UP…

El cuento es grave cuando de la educación formal se trata. Miembros retirados de la Fuerza Pública, aparte de dos ciudadanos haitianos-norteamericanos, conformaron el grupo que acabó con la vida del presidente haitiano. Uno de ellos vinculado a los falsos positivos. Oficiales retirados trabajaron, en las filas del narco gracias a sus altas competencias en formación militar. Alias Doble Cero había sido lancero. En el libro En La boca del lobo, escrito por el periodista William Rempel, se narra la historia de los últimos años de los Rodríguez Orejuela en libertad, en boca del guardaespaldas de uno de ellos, un ex oficial del Ejército, hijo, a su vez, de otro militar.

Por supuesto, no le cabe a la Fuerza Pública la responsabilidad de lo que hagan miembros retirados. En el caso del magnicidio de Haití, ha prometido toda su colaboración con las autoridades. Hay sin embargo, preguntas alrededor del valor sagrado de la vida humana, así como de temas cruciales para el futuro de Colombia y de la formación de las próximas generaciones de militares como lo es el repudio de sucesos como el de los falsos positivo, quizás el más importante reto con la verdad.

Publicado originalmente el 12 de julio 2021

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