De las elecciones y la apuesta por el futuro

De las elecciones y la apuesta por el futuro

El denominado "castrochavismo" y lo que de este se desprende según quienes lo traen a colación constantemente, está mostrando menos efectividad que antaño

Por: E.H L.R
marzo 22, 2022
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De las elecciones y la apuesta por el futuro
Foto: Archivo

Dadas las actuales circunstancias en las que el proceso electoral se ve ampliamente deslegitimado, es preciso indagar sobre cuáles han de ser las perspectivas futuras en el escenario político colombiano, más aún cuando la confianza queda mermada con los posibles errores en la jornada del domingo 13 de marzo y la nada soslayable idea de fraude que se posa sobre los distintos sectores en pugna.

Lamentablemente el pasar de los días no parece apaciguar el ambiente enrarecido producto de la gestión de la Registraduría y, particularmente, la de su máximo representante, el señor Alexander Vega.

Su silencio solo demuestra la incapacidad que tiene para dirigir una institución democrática tan importante, lo cual permite suponer con suficientes elementos de juicio que mientras siga al frente de la Registraduría, existen pocas garantías electorales para las presidenciales de mayo.

Su renuncia debería surtirse de manera efectiva lo antes posible en tanto queda demostrada su inoperancia y falta de criterio para asumir responsabilidades.

De otra parte, lo que deje como resultado el proceso electoral que empezó con las parlamentarias y que culminará con la elección de un nuevo jefe de Estado tendrá como factor común el equilibrio de fuerzas políticas y una distribución de poder más ajustada a la actual realidad nacional.

La derecha con sus diferentes pero no muy marcados matices pierde terreno al no representar a las mayorías, siendo este su principal error en el presente toda vez que, al parecer, sus dirigentes siguen anclados a una perspectiva que en el mejor de los casos le habla a un electorado de inicios del presente siglo, lo cual coincide con el ascenso del uribismo en franco descenso en la actualidad.

Por su parte, la izquierda fortalecida con los actuales resultados se muestra como una opción legítima para millones de personas que han visto como las promesas de un mejor país solo se han materializado para una pequeña parte de la población, específicamente aquella para la que el crecimiento económico no solo es una representación abstracta sino una realidad fáctica sobre la cual reposan sus privilegios.

Aún así, es complejo determinar cuál será la respuesta que le brinde a la sociedad un posible gobierno alternativo, particularmente por el hecho de no haber llegado al poder salvo en contadas ocasiones a nivel local.

De consolidarse este proyecto político, se esperaría que pueda hacer una mejor lectura de la realidad del país que la que ha hecho hasta ahora el uribismo y los partidos que le han apoyado, algo que al menos en el ámbito electoral parece estar logrando.

Difícil resulta dar una opinión más allá de lo coyuntural sobre el espectro político de centro, el cual queda muy mal parado debido a los resultados obtenidos en su consulta interna.

El no contar con fundamentos claros sobre su propia composición desdibuja su proyecto, el cual no resulta del todo comprensible y abusa del determinismo moral al representarse ante la sociedad como el único libre de pecado.

De seguir así, difícilmente el llamado centro logre consolidar una base electoral fuerte toda vez que dicha perspectiva también se muestra como un extremo al cerrar la puerta a quienes no comparten lo difuso de su mensaje, mensaje que ni los mismos integrantes de la coalición pudieron sostener.

Finalmente, todas las fuerzas políticas deben llevar su reflexión más allá de los próximos 4 años, algo que ojalá haga parte del espectro de derecha dada la urgencia de transformación que se posa sobre sí.

Como alternativa de poder, precisa legitimarse frente a un nuevo electorado, el cual no asume con la misma anuencia un discurso light en el que, sin más elemento que el miedo y en gran medida, la mentira, ha sido altamente capitalizado en las últimas décadas.

El denominado "castrochavismo" y lo que de este se desprende según quienes lo traen a colación constantemente, está mostrando menos efectividad que antaño.

La derecha democrática debe, por tanto, depurar sus filas y elaborar un discurso creíble sobre la base de argumentos ya que, como parece indicar el ahora, las personas que acuden a las urnas están formando criterios más sólidos para elegir a sus representantes.

Habrá que ver qué pasa si gana el proyector político liderado por Gustavo Petro, el cual suma a distintas fuerzas alternativas y que trasciende la figura del líder del Pacto Histórico, así como con el centro, el cual sigue sumergido en el propio pantano que ha creado debido a sus contradicciones y a la dificultad de hallar el lugar que ocupa en la política nacional.

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