Dayro Carrasquilla, magnas estéticas de la carencia
Opinión

Dayro Carrasquilla, magnas estéticas de la carencia

El artista construye una memoria que refleja las maneras de ser de un barrio, sin marcas ni rótulos, solo con las apuestas de un ojo sensible que percibe y cuenta

Por:
noviembre 29, 2017
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En una de las primeras obras producidas por Dayro Carrasquilla, lo vemos en medio de la representación del espacio de su casa en Nelson Mandela, barrio cartagenero, al que llegó cuando tenía 11 años, procedente de Plato, Magdalena, lugar donde vivió su infancia.

En aquella obra, instalada en el patio de la Universidad de Cartagena, Dayro narró el recorrido del agua por los distintos espacios que aún habita. Mostró la carretilla de madera, con la que salía a buscar el líquido, cruzando calles lodosas o polvorientas, dependiendo de la época del año.

Luego, con un balde plástico, entraba al baño, hacía como si lavara su cuerpo, parado sobre el fondo de una ponchera de zinc. Sacaba la ponchera del baño y vertía su contenido en otro balde, que traía un cartel adherido: “Agua para bajar el baño”.

 

Foto: David Lara Ramos

Cada pieza se explicaba con avisos de cartón, escritos con trazos de carbón vegetal, combustible que su padre usaba para hervir maíz blanco, con el que preparaba bolas de masa para la venta en el sector.

Para entonces, Dayro no pasaba de los 20 años, pero ya sentía que las raíces de su trabajo estaban en ese territorio hogareño que soportaba a diario. Esa microrrealidad se convirtió en la pieza narrativa sobre la cual ha desarrollado una historia coherente, compacta, que ha ido ampliando a otros espacios del barrio y a temáticas que tienen  que ver con experiencias sensoriales, cuyos orígenes están en las vibraciones emocionales de la gente de Mandela.

Cuando Dayro Carrasquilla vivía en Plato su interés por el dibujo se reveló desde muy niño. Con el sueño de convertirse en un gran pintor entró a la Escuela de Bellas Artes. Allí conoció modernas formas de expresión artística, que ha asumido para contar el territorio de Mandela, siempre con la visión del que lo padece, sin quejas ni juicios ni censuras.  Su estética es parecida a las estéticas que la gente del barrio. Dayro reproduce esas carencias en instalaciones magnas, trascendentes, pero sobre todo honestas.

La obra que Dayro presenta en el museo de Arte Moderno de Cartagena, nos advierte, desde la puerta de acceso, sobre el riesgo que puede correr cualquier espectador en el barrio. Las estibas en el suelo, soportadas sobre resortes, previene al visitante sobre los peligros que se corren tanto en el barrio real, como en la instalación, que es la gran metáfora de la vida en Mandela.

 

 Foto: David Lara Ramos

 

Sus estéticas son las estéticas de la gente. “Me interesa  —afirma Dayro—  reforzar conceptualmente el discurso relacionado con los modos de ser y estar en la periferia”. Él está interesado en la construcción de una memoria que refleje las maneras de ser de un barrio, sin marcas ni rótulos, solo con las apuestas de un ojo sensible que percibe y cuenta.

La realidad que Dayro sufre, la traslada a ese lector que acoge los trazos de reflexión en torno a ese  barrio que palpita en tensiones. En ese sentido, Mandela carga muchos adjetivos, la mayoría construidos por una prensa amarilla que inventa y perpetúa estereotipos, con los que Dayro lucha todo el tiempo, con la certeza que los caminos de su arte, equilibran la balanza de una sociedad en pugna.

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