¿Cuándo le daremos a la educación el lugar que merece?

¿Cuándo le daremos a la educación el lugar que merece?

"Cuando nos duela más la jubilación de un maestro que la de un futbolista habremos empezado a abrir las puertas de la racionalidad"

Por: Mario A Arturo
enero 24, 2023
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¿Cuándo le daremos a la educación el lugar que merece?
Foto: Facebook Icfes

En 2022, el presupuesto de la Universidad de Harvard fue de 39.000 millones de dólares. Algo así como tres veces la fortuna de Luis Carlos Sarmiento o el dinero del que disponen en un año naciones como República Dominicana o Ecuador.

Resultaría desenfocado hacer una comparación con lo que sucede con la educación pública en los países de la América del Sur, pues el PIB de la nación más rica del continente para 2022 (Brasil) apenas supera los mil billones de dólares. Es más, en Harvard gastan lo que corresponde a financiar la mitad de las universidades españolas.

Sin embargo, no ha sido en vano. Apenas 160 de sus egresados han recibido el Premio Nobel y algunos de los menos aplicados solamente han sido presidentes de los Estados Unidos. Las naciones desarrolladas han comprendido y sobre todo hecho énfasis en la concreción de uno de los principios de Butler. Este señalaba que “la educación no es llenar un cubo, sino encender el fuego”.

Lejos estamos de entender que el dinero no nos da felicidad, a lo sumo ha de procurarnos comodidad. Lejos estamos de asimilar que Medellín no es la cultura traqueta de Pablo Escobar, sino el arte de Fernando Botero y los versos de Jorge Montoya Toro.

Que absurdo que hasta el día de hoy muchos jóvenes piensen que es de admirar al mafioso que anda con un séquito de “escoltas” y miren con desdén a un profesor. Hace poco alguien dijo que cuando nos duela más la jubilación de un maestro que la de un futbolista habremos empezado a abrir las puertas de la racionalidad.

No obstante, no ha de ser de recibo acongojarse por la adversidad económica de nuestros países. Precisamente, el célebre estadounidense Roberth Kenedy, en un discurso casi que temerario, cuestionaba la inutilidad de la medición del PIB.

¿Por qué? Pues porque en ella se omitía calificar los bienes más preciados de la humanidad: la salud, la alegría, el arte, la imaginación y el amor. En eso los colombianos siempre seremos los más ricos. De hecho, seguramente mayor sería nuestra fortuna si entendiéramos que un traqueto no es un héroe.

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