¡Contra viento y marea!
Opinión

¡Contra viento y marea!

Por:
noviembre 18, 2013
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Buena parte del pueblo colombiano ha estado motivado en apoyar un acuerdo para la terminación del conflicto armado con las guerrillas marxistas de las Farc, porque sin sus armas y artimañas el Estado colombiano tendrá mejores posibilidades para transformar los territorios donde se instalaron, bajo las circunstancias que ya todos conocen.

El pragmatismo señala que las posibilidades de cerrar la brecha entre el país rural y el urbano aumentarán en la medida en que las instituciones puedan profundizar sus capacidades sobre aquellos territorios que dejarían de albergar a un adversario histórico, que en gran parte ha impedido el normal funcionamiento de la institucionalidad y el goce de los derechos de miles de colombianos.

Los farianos deben hacer el mayor esfuerzo para el logro de la paz, porque al país no le cautivan para nada las incoherencias entre sus pronunciamientos en La Habana y sus amenazas contra la vida de un expresidente; eso no tiene presentación.

El gobierno colombiano ha hecho esfuerzos para sostener la agenda acordada para la terminación del conflicto armado con las Farc, y su tarea nada fácil debe satisfacer los requerimientos de la ciudadanía: lograr equilibrios entre la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas, desarmando a las Farc para que desistan del reclutamiento de menores, del minado de los campos, de su participación directa en las economías ilegales y que garanticen la no repetición de sus crímenes.

Si se logran todos esos objetivos, sería como presenciar un milagro contra viento y marea, pues la semana anterior la fuerza pública develó un plan de las Farc con el que intentarían segar la vida de personajes de la vida nacional, entre ellos el fiscal general de la Nación, quien desde su posición ha estado en la vanguardia para contribuir a la solución definitiva del conflicto con las guerrillas.

Mientras el gobierno le tiende su mano para sacarlas del delito e ingresarlas a la civilidad, las Farc aparentemente preparan atentados para asesinar y seguir en la ruta de su terrorismo bruto e irracional; de ser ciertos sus planes, la hipocresía de las Farc sería más que cínica, desnudando además un fraccionamiento en su unidad de mando, al no poseer el control de los frentes más adinerados, que no se montaron en el bus de la negociación y que parecerían actuar como rueda suelta.

En un comienzo, la postura de los negociadores de las Farc hizo pensar que se sentaron en La Habana con el aval de toda su guerrillerada, pero sus actuaciones indican que, por el contrario, siguen practicando su mejor artificio: la mentira, que imposibilita la confianza y que refuerza la narrativa crítica de los opositores al proceso de Paz, mientras reaviva y confirma los temores de la mayoría de los colombianos: mienten y por eso no se les cree nada.

La información de inteligencia que señala el posible magnicidio planeado por las Farc, sin lugar a dudas ha sido bien evaluada para que su interpretación permitiera las medidas preventivas hacia las posibles víctimas.

Sobre el particular el jefe negociador del gobierno, Humberto de La Calle Lombana, ha dicho ante el auditorio de la universidad del Rosario, que “una hipótesis como esta que proviene de fuentes de inteligencia es inaceptable y destruiría por completo la viabilidad del proceso”.

Con las evidencias y ante la ausencia de hechos de paz por parte de las Farc, el gobierno podría optar por plantear levantarse de la mesa; es decir, apaguen y vámonos, pero todo indica que los acuerdos alcanzados hasta ahora son viables y optimistas, lo que hace que el proceso sea irreversible, a pesar de las señales dubitativas y la incertidumbre que genera negociar bajo la hipocresía de las Farc.

Contra viento y marea avanzarán las conversaciones con una guerrilla que ha sembrado más desconfianza en el proceso, a pesar de que para una porción de la opinión nacional ha sido evidente que mientras se aplaude lo que sucede en La Habana, las Farc estarían planeando darle una puñalada por la espalda a quien le brinda una oportunidad de oro para reivindicarlos dentro de la sociedad.

Se entiende que lo más importante para el gobierno es construir un escenario de posconflicto y más ahora que nuestro presidente seguramente intentará su legítima reelección; pero bien le haría a la confianza del proceso establecer reglas claras para el respeto a la vida, porque no hay derecho a que las Farc sigan pensando en asesinar o continuar con sus fechorías, mientras los colombianos intentamos construir confianza frente a lo que se está acordando en la mesa de negociaciones.

 

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