¿Cómo sobrevive una mujer entre los duros de La Picota?

¿Cómo sobrevive una mujer entre los duros de La Picota?

Laura Katalina, igual que otras trans guerrilleros y paramilitares no ha logrado estar detenida con las de su mismo sexo. Pasa días duros en medio del machismo y las burlas

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octubre 24, 2016
¿Cómo sobrevive una mujer entre los duros de La Picota?

Laura Katalina vive en un pabellón de La Picota rodeada de más de 190 hombres. Desde hace 27 meses paga una condena de 50 años en el patio 14 del ERON. Cuenta que al principio le dio muy duro por haber sido recluida en un contexto tan machista. La molestaban, trataban de abusarla y de hacerle la vida imposible, pero ella no se dejó. El ERON es catalogada una de las penitenciarías de mayor seguridad en Colombia. Allá han ido a parar personas con cargos como asesinato, desaparición, secuestro, tortura; también viven desde guerrilleros hasta paramilitares, pasando por apartamenteros y sicarios; en suma aquel lugar alberga a las personas condenadas a las penas más altas del país.

“La cárcel donde estamos es un sitio donde no hay espacio para las mujeres, hay que compartir el baño con hombres, las celdas con hombres, los lavaderos con hombres. Todo con ellos. Pero eso no tiene nada de malo, no hay un mundo para hombres y un mundo para mujeres”, cuenta Laura mientras se acomoda una blusa que le deja ver el ombligo. Tal vez por su personalidad se ha convertido en vocera del patio. Dice que la cárcel quita la libertad de desplazarse de un lugar a otro pero jamás la libertad de pensar y seguir creciendo como ser humano. Incluso hay tiempo para el amor.

Años atrás conoció a un recluso condenado por hacer parte de la guerrilla de las FARC - EP. Comenzaron a hablar, a compartir sus días hasta que se enamoraron. Hace año y medio él entró a su celda y comenzó a decirle que necesitaban formalizar las cosas, que necesitaba tener seguridad que iba a ser su pareja para siempre, de modo que Laura riéndose le dijo que si le iba a pedir matrimonio no diera tantos rodeos y lo hiciera. Él hombre no lo dudó un segundo. Entonces en un ritual singular unieron sus vidas.

Esa es la primera de las cosas que no la hace sentir en una cárcel. La segunda, dice, es haber tenido la oportunidad de entrar a estudiar una licenciatura en filosofía en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia. “Hay formas y métodos con los que se puede seguir. Continuar con un proyecto de vida”, afirma Laura mientras recibe aplausos del público de esta institución que ha ido a escucharla en un foro sobre la paz. Parece que la dialéctica aprendida la ha puesto en práctica y se gana el respeto de la gente quien asiente cuando ella emite un concepto sobre el proceso entre gobierno y guerrilla.

Vea también: La trans de las Farc

Laura dio su tránsito de hombre a mujer cuando apenas tenía 14 años de edad. Lo hizo en un año nuevo porque su cuerpo se lo gritaba. Junto a Laura Katalina son siete mujeres transgénero las que se encuentran recluídas en La Picota, repartidas en los 16 patios que tiene el ERON. Aunque sabe que le queda mucho por vivir en medio de tantos hombres, ella no se amilana, mejor aún, siempre repite: “Estudiar es mi libertad”.

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