Hace una década Carlos Ignacio Velasco, quien había trabajado otros tantos años en la Federación de Cafeteros, se propuso echar a andar su propio proyecto agrícola. Tenía que tener potencial exportador, y espacio para crecer. El cacao fue la opción que surgió al darse cuenta de que los vecinos, Venezuela y Ecuador eran reconocidos mundialmente por su chocolate y cacao de calidad, y Colombia era un ausente.
Junto a su amiga japonesa Mayumi Ogara empezó a la aventura de encontrar un cacao excepcional. Cuando se conocieron casualmente nunca pensaron que iban a ser socios, pero pronto descubrieron que los unía la gran pasión por el cacao. Ella llevaba 14 años buscando es planta única en países de África y América. Carlos Ignacio le propuso ir a buscarla a la Serra Nevada.

A ellos se unieron Alejandro Gómez y Juan Camilo Ramos. En la sierra encontraron un cacao cultivado desde hace varios siglos por los indígenas arhuacos que no era igual a los demás. Tenía una genética desconocida. Era un cacao blanco, una especie única en el planeta. Con notas aromáticas, florales y afrutadas que cautivaron a Ogata, una nutricionista que se había dedicado durante años a diseñar productos de chocolate para una gran empresa alimenticia japonesa. Ese era el cacao de la más alta calidad con el que había soñado Velasco cuando inicio el proyecto.

La búsqueda de esos cacaos especiales, de origen, no se quedó en la sierra. El segundo golpe de suerte se dio en Tumaco. Allí encontraron otro cacao con una genética única que solo se da en la ribera del río Mira. Siguieron en Arauca, y en el Huila, con frutos de alta calidad, y trabajando con cacaoteros de estas regiones y de Aracataca, en el departamento del Magdalena, y en el Cauca, para elevar a la excelencia ese cacao de origen. Porque las prácticas de los procesos desde la siembra hasta la recolección, el beneficio, las técnicas poscosecha son los que logran los productos premium.
La fábrica de chocolates
Al principio exportaban la materia prima, pero a estas alturas era claro que allí no podía quedarse el negocio. Tenían un cacao casi único en el mundo, y un valor agregado a la mano. Así fue como nació Cacao Hunters, que ya no iba a ser solo una empresa que exportaba cacao, sino que iba a dedicarse a ser una fábrica de chocolates. En Popayán instalaron los primeros hornos y el equipo para una pequeña producción a clientes que ganaban en fidelidad. La primera barrita de 28 gramos que salió al mercado fue Arhuacos 72 %. (72 % de cacao puro). Entonces mandaron a Japón 80 kilos, y de ahí en adelante fueron containers llenos de chocolate. Ese mismo año Cacao Hunters obtuvo la medalla de oro al mejor chocolate del mundo en los International Chocolate Awards en Londres 2015.
Japón, el gran destino de los chocolateros colombianos

La relación con Japón ha sido ha sido muy fluida,, no solo porque Mayumi proviene de ese país, sino por la execpcional acogida de los japoneses. El chef Koyama, uno de los hombres que más sabe de chocolates en el mundo fue el segundo japonés en enamorarse del producto colombiano. Por esa misma senda, en el 2019 lograron que Sushiro Akindosushiroco, principal cadena de Sushi en Japón, le agregara a uno de sus productos el chocolate Tumaco 70%. De igual manera Cacao Hunters pudo abrir en el 2020 su propia tienda en la estación central del metro de Japón por donde transitan más de tres millones de personas al día,
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Japón fue el destino para crecer. Los japoneses aprenden en su murales qué es el cacao mientras prueban bolitas de helado de cacao arhuaco (en agua) o de Arauca (en leche), combinadas con un sabor que puede resultar exótico: el de pulpa de cacao. De los 8 sabores de helado el de pulpa fue pensado para contarles a los japoneses que el chocolate viene de unas semillas recubiertas de una pulpa en forma de copo que a su vez vienen agrupadas dentro de una mazorca.
Después vino la alianza con Maruyama Coffee una de las cadenas de cafeterías más grandes de Japón. Las exportaciones que en 2022 fueron de USD 355.469 (los datos.com-Dian), pasaron en 2024 a USD 192.809 42,9 toneladas y en los seis primeros meses de este año ya van 15,4 toneladas por USD 263.617.
Alianza con los cacaoteros
Todas esas toneladas se producen en 2.300 hectáreas por cacaoteros de las regiones seleccionadas, varias de ellas, en medio del conflicto armado. Porque Cacao Hunters ha logrado identificar y reactivar las plantas de cacao criollo, y capacitar a los agricultores en prácticas agrícolas sostenibles. Ya son más de 1.200 familias, por lo que fue la primera compañía colombiana seleccionada para recibir recursos del Fondo Invirtiendo para la Paz de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional Usaid en la Sierra Nevada. En los inicios también obtuvo ayuda de cooperación internacional: en Tumaco con la suiza Swisscontact; y, además, ganó el premio de innovación para la paz de GIZ de Alemania.

Esa relación de más de diez años con los cacaoteros que reciben precios más altos con la calidad demostrada de sus productos es uno de los grandes activos de Cacao Hunters. Los esfuerzos en la búsqueda de la excelencia han sido premiados. A la primera medalla de oro del 2015 siguieron 5 años más. Y 23 medallas de plata.
En Colombia los una de las primeras cadenas que le apostó a Cacao Hunters fue Crepes & Wafles, donde uno de los productos bandera es un helado con cacao de Tumaco. En las grandes superficies también están las barritas de 28 gramos como las primeras de Japón, y muchas más presentaciones. Esas barritas, en el Éxito o Carulla hoy valen $15.900.
En la reciente visita de presidente Gustavo Petro a Japón hizo mención a las exportaciones de cacao colombiano a ese destino. Entre exportadores como los sucesores de Jesús Restrepo que lhan llevado a esas tierras del sol naciente el chocolate y el cacao de un soñador que era experto en café y una japonesa.
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