Colombianos desarrollan técnica que evita rechazo de órganos trasplantados

Colombianos desarrollan técnica que evita rechazo de órganos trasplantados

Con células madre, investigadores de Univalle lograron que el pulmón trasplantado de un cerdo fuera recibido exitosamente por otro, lo que sería aplicable al cuerpo humano

Por: Hugo Andres Arevalo Gonzalez
octubre 14, 2018
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Colombianos desarrollan técnica que evita rechazo de órganos trasplantados

Este avance científico, pionero en el mundo, del grupo de Farmacología de la Universidad del Valle también reduciría el gasto estatal que, tan solo en cuidados y medicamentos en pacientes de riñón, es cercano a los 3 billones de pesos anuales en el país.

La curiosidad e imaginación han permitido que los humanos podamos materializar lo que pensamos. Un ejemplo de ello ha sido la pregunta alrededor de cómo mejorar o alargar la vida humana, y la respuesta inicial yace en seres creados por distintas sociedades: retazos corporales de animales, humanos y cosas que sirven para armar dioses primitivos a la medida de la creencia de cada grupo o persona: una cabeza de toro por aquí, brazos de serpiente por allá, portentosas patas de caballo y una frondosa melena de león, por ejemplo.

Y lo que comienza como algo místico, va tomando forma en la realidad: se pasó de las esculturas e imágenes de deidades en piedra y arcilla, a las plantas por medio de los injertos, técnica usada por muchos agricultores del planeta que consiste en poner una parte de una planta en otra, para mejorar su rendimiento. Así lo evidenciaría una supuesta frase atribuida al filósofo griego Aristóteles hace más de 2.000 años, al aludir el método de injertos de olivos “buenos” sobre olivos "silvestres".

Pero no fue sino hasta 1.933, cuando el cirujano ucraniano, Yu Yu Voronoy, se acercó a lo que sería el primer trasplante en un cuerpo no vegetal de la historia: hizo un traspaso de riñón de un hombre de 60 años a una joven de 26. La operación fue todo un éxito durante dos días porque la paciente murió después.  

Pasarían 21 años para que ocurriera el primer trasplante exitoso del que se tenga registro, logrado por el cirujano estadounidense Joseph Murray en diciembre de 1954, quien realizó este procedimiento de riñón entre hermanos gemelos univitelinos (gemelos resultantes de la unión de un solo óvulo y un solo espermatozoide).

Desde entonces, el mundo conocería el poder de la ciencia y la medicina para poner órganos en buen estado en reemplazo de aquellos que ya no funcionaban. Para lograrlo, hasta el día de hoy los médicos han tenido que usar medicamentos inmunosupresores que hacen que el sistema inmune (las defensas del organismo) de quien recibe el trasplante, “se desactive” para que el órgano no sea rechazado.

Pero usar este tipo de medicamentos presenta dos inconvenientes: por una parte, la desventaja es que al usar este tipo de medicamentos, se desactiva el sistema inmune, lo que sería comparable a quitarle las defensas a un equipo de fútbol: las enfermedades van a atacar a la portería (en este caso la persona), cada que haya oportunidad, y entonces pueden aparecer agentes oportunistas como: bacterias, virus, hongos y protozoos, que desencadenan un complejo cóctel de enfermedades entre las que están las gastrointestinales, foliculitis, forúnculos, impétigo, celulitis, neumonía, candidiasis, herpes, varicela, Epstein-barr y muchas más, sin descartar la posible facilitación de diferentes tipos de neoplasias (cáncer). Por otra parte, son altamente costosos, y le representan al Estado colombiano cerca de 3 billones de pesos anuales, hablando tan solo de gastos para los pacientes de trasplantes de riñón.

Con el objetivo de solucionar estos problemas, un equipo de 22 investigadores, tanto del Grupo de Farmacología de la Universidad del Valle como externos, entre los que destacan cirujanos de trasplantes, veterinarios, biólogos moleculares, hematólogos y patólogos, liderados por el profesor José Óscar Gutiérrez Montes, emprendieron la misión científica, que hoy es innovadora en el mundo, y que resultaría promisoria para ser aplicada en seres humanos, puesto que lograron que un cerdo llamado Pachorón (nombre producto de la combinación de Pacho por el Papa Francisco, y Ron, de Ronald), recibiera un trasplante de pulmón sin presentar síntomas de rechazo alguno, que por lo general son: disminución del funcionamiento del órgano, molestia, dolor, inflamación, fiebre, dificultad respiratoria, entre otros.

¡Eureka!

El descubrimiento de este logro científico ‘Made in Colombia’ es un esfuerzo sobre el tiempo que comienza hace 20 años en el grupo de investigación “Farmacología Univalle”, de la Universidad del Valle, que empezó con la idea de quimerizar, es decir, encontrar el mecanismo para inducir tolerancia a un órgano trasplantado; y aunque las labores se realizaban por fases, fue en 2014 cuando, con recursos del Sistema General de Regalías, se centraron continuos esfuerzos para que, finalmente en 2017, los investigadores lograran trasplantar pulmones de cerdos hembra a cerdos macho.

El caso de Pachorón fue antecedido por otras cirugías a otros cerdos, de acuerdo al protocolo de médico, veterinario y de bioética, en las cuales a los operados se les hacía eutanasia para comprobar los efectos de rechazo o aceptación de los trasplantes en diferentes tiempos (a 1 día, 3 días, 1 semana y hasta 1 mes de recuperación).

Después de la revisión del mes, en el caso de Pachorón se decidió observar por un tiempo extra de un mes más, y cuando nadie se lo esperaba, el marrano había sobrepasado el año de vida, en perfecta salud y sin requerir ningún tipo de medicamento. Esto marca un hito en el desarrollo de los trasplantes de órganos a nivel mundial. “Confiamos replicar este avance el próximo año en pacientes humanos con autorización del Comité de Ética. Inicialmente los beneficiados serían personas con falla renal porque el riñón es un órgano modelo de respuesta inmunológica, entonces lo que veamos allí en ese procedimiento podemos proyectarlo a otros como: el corazón, hígado, páncreas, intestino y miembros motores, cara, etc.”, detalla el profesor e investigador Gutiérrez.

"Va la madre"

Por un lado, detrás del cerdo Pachorón, el biomodelo (objeto de experimentación), y del gigante y visible éxito de este proceso médico que salvaría o facilitaría la vida de un segmento de población de todos los tipos de trasplante de órganos en Colombia como es el de los que requieren un nuevo riñón, cuya cifra se estima en 35.000, están las salvadoras de tamaños microscópicos: las células madre, extraídas de la médula ósea, sangre o cordón umbilical de un ser vivo.

Confiando en el poder de las células madre, caracterizadas por ser versátiles (se pueden convertir en cualquier otro tipo de célula), de fácil reproducción y de renovación de sí mismas, los académicos tenían todo lo necesario para lograr algo contradictorio pero inevitable en la ciencia: tener fe en su hipótesis (de resolver el rechazo de órganos trasplantados con células madres), y llevarla hasta el final para confirmarla con la realidad.

Así lo explica Gustavo Adolfo Valderrama Hernández, cirujano de tórax y docente de la Universidad del Valle, quien fue manifiesta que se vinculó al proyecto del profesor Gutiérrez “con el concepto de creer para ver y no de ver para creer”, y es por ello que con “persistencia, pero con convicción, exploramos hasta llegar a la mejor manera de cuidar al animal y que los resultados fueran estos”.

La cirugía de trasplante que duró casi tres horas no sería nada sin el proceso de explante del órgano del donante, es decir, extracción del pulmón de uno de los cerdos, que fue sometido en células madres en proceso de quimerización un día antes del trasplante.

“Demostramos que la quimerización sirve. Cuando no, el biomodelo muere en 24 o 48 horas. Ahora el cerdo, que antes de ser intervenido tenía tres meses de edad y pesaba 30 kilogramos (kg), ha superado el año de vida y alcanzado los 120 kg después de la operación. Necesitamos perfeccionar algunos detalles y garantizar que el pulmón funcione al 100% sin sufrir procesos de inflamación perioperatoria, (es decir, el transcurso desde que el paciente sale del hospital hasta que llega a casa), y en eso estamos trabajando ahora”, apunta Gutiérrez.

Entonces, lo que un principio de la historia fueron deidades creadas a partir de mezclas con diferentes animales, cosas y humanos, pasó a injertos en plantas, y posteriormente a trasplantes en animales y humanos, y es cada vez más un reto que apunta a mejorar el bienestar y calidad de vida de muchas personas.

En Latinoamérica, por ejemplo, la tasa de donación de órganos es de 9,5 p.m.p (donantes por millón de población)., siendo Uruguay (18,9 donantes p.m.p), Brasil (16,3 donantes p.m.p) y Argentina (13,4 donantes p.m.p), los que lideran estos procedimientos para todo el mismo número de donantes que requieren estas intervenciones.

Para el caso de Colombia, cifras entregadas por el Instituto Nacional de Salud (INS), exponen que para 2017, se realizaron 1.068 trasplantes: 745 de riñón, 228 de hígado y 58 de corazón, entre otros, frente al mismo período de 2016, con 688 casos.

Un trasplante, invaluable

 

Uno de esos beneficiados a nivel personal y económico por este tipo de avances científicos, podría ser Juan Manuel Castro Mercado, un apasionado por hacer ejercicios en casa, la cocina y la investigación. Tiene 31 años de edad y actualmente termina sus estudios en Licenciatura en Matemáticas y Física en la Universidad del Valle.

El amor platónico de Juan Manuel, a parte de su novia, es soñar con aportarle al mejoramiento de la educación y cultura del país. Por eso investiga todos los días todo lo que tiene que ver con su carrera y la biología, para aplicar sus conocimientos como cofundador y principal ejecutor del Grupo de Investigación Educación Cosmológica GIEC, financiado por la Organización Salud Reinun; y para transmitir sus saberes como profesor voluntario de Matemáticas y Física en la Institución Educativa Nuestra Señora del Palmar, Sede Liceo Femenino en Palmira (Valle).

Sin embargo, los sueños tienen muchos obstáculos. Los de Juan Manuel aparecieron desde que nació: normalmente una persona cuenta con 400.000 plaquetas, cuya función es que el cuerpo coagule la sangre, es decir, que evite los sangrados. Pero a Juan Manuel le detectaron 3.500 plaquetas siendo aún un bebé. Esta enfermedad se denomina Trombocitopenia y lo que la causa en Juan Manuel es una enfermedad llamada Anomalía de May-Hegglin. En general, los cuidados a los que se enfrenta una persona así consisten en evitar golpearse o cortarse.

Por otra parte, a los 15 años Juan Manuel empezó a perder la audición; a los 20, la perdió por completo en ambos oídos. Por lo que, en el presente, es legalmente sordo. Y, por último, a los 18 años Juan Manuel desarrolló una insuficiencia renal crónica. La causa principal de estas dos últimas enfermedades se denomina Síndrome de Alport, la cual también afecta los ojos; y en la actualidad Juan Manuel tiene cataratas que "nublan", considerablemente, su campo visual.

Pero no todo es drama. Juan Manuel enfermó de sus riñones en el 2005, estuvo en diálisis 6 meses y en mayo de 2006, cuando tenía 19 años, llegó su primer trasplante. Lamentablemente, solo duró nueve meses. La causa principal de la falla fue rechazo: el riñón empezó a fallar hasta que no pudo más. No hubo aceptación completa desde el principio. Después, Juan Manuel estuvo 5 años en diálisis hasta que decidió darse una nueva oportunidad. En el 2011 se realizó su segundo trasplante y, hasta la fecha, lo mantiene estable. Un invaluable trasplante que le ha permitido cumplir sus sueños y metas, con una mejor calidad de vida.

Es por eso que personas como Juan Manuel, pueden beneficiarse del poder de las células madres en los órganos que van a ser trasplantados, impactando positivamente su salud: “me brinda posibilidades espacio-temporales para lograr mis propósitos de vida como educador; para realizar mi vida a largo plazo”, señala, pero agrega que en términos económicos, el Estado también se ahorraría un buen dinero, ya que “para un paciente trasplantado siempre es necesario consumir inmunosupresores (Tacrolimus, Micofenolato, etc.), pero los costos son muy elevados. Estamos hablando millones de pesos mensuales” que el Estado asume.

El costo de los medicamentos inmunosupresores en Colombia, para un trasplante de un riñón, podría oscilar entre 50 a 100 millones de pesos anuales, incluyendo los medicamentos. Pero eso no incluye cuidados en el hospital por efectos adversos del medicamento. Además, cada órgano tiene un costo distinto. En Estados Unidos, por ejemplo, el trasplante de corazón incluyendo la cobertura de sus medicamentos a solo 180 días, para 2014 tenía un costo de $ 1 millón 300 USD, casi $ 4 mil millones de pesos colombianos.

La posibilidad de que mejore la calidad de vida de pacientes como Juan Manuel, parece tomar una vía casi que garantizada y esto lo confirma no sólo el éxito de la recuperación de los dos cerdos (el donante y el donador) con el trasplante de pulmón, sino también el caso de tres ovejas también trasplantadas de útero, ovarios, trompas y vagina, y que llevan ocho meses postoperatorios, en perfecta salud, y también sin ningún medicamento inmunosupresor, ni antes, ni durante ni después del trasplante.

“Hace 50 años desarrollamos investigaciones de atención primaria en salud sobre todo en temas de nutrición a mujeres embarazadas y niños en Candelaria, dirigidas a solucionar problemas de salud pública que incluso fueron incorporadas por las Naciones unidas en las recomendaciones de salud pública en 1980. Hoy damos un nuevo paso para el mundo con apoyo de recursos de regalías de la Gobernación del Valle y la Vicerrectoría de Investigaciones de nuestra Universidad”, ilustra el profesor Gutiérrez.

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