Colombia, un país de “Uribes Nogueras”

Colombia, un país de “Uribes Nogueras”

La sociedad aún no se explica cómo es posible que personas como esas, aparentemente conscientes, anden como si nada haciendo cosas tan aberrantes

Por: Diana Carolina Abril Giraldo
diciembre 20, 2018
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Colombia, un país de “Uribes Nogueras”

Ahora que acaba de pasar el día de los derechos humanos, recordé con dolor que hace dos años, un 4 de diciembre, muchos colombianos y ciudadanos del mundo conocieron la violación y muerte de Yuliana Samboní, una niña de solamente 7 años. Al pensar en eso, se vienen a la mente todos los niños que han sido violados y asesinados por otros "Uribes Nogueras" y que esta Navidad y Año Nuevo no podrán estar con sus familias.

Entonces, surgen algunas reflexiones sobre la normativa colombiana, que efectivamente, cuenta con tratados, convenios, pactos, ordenamiento jurídico y jurisprudencia... en fin, herramientas de prevención que deberían servir ante cualquier abuso y asesinato que pudiese presentarse. Así mismo, está la Declaración Universal de los Derechos Humanos que acompaña a la Constitución Nacional y los tratados de los que hace parte Colombia como lo son: Convención de los Derechos del Niño y Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, los cuales se adicionan a todo ese conglomerado jurídico para la protección de cualquier asomo de ultraje hacia los niños.

Ahora bien, cuando no se pueden prevenir estos delitos y finalmente son cometidos, está el sistema penal que sanciona vehementemente a los culpables; lo que podría ser suficiente para el castigo que merecen violadores y asesinos como los que se han conocido en Colombia. Por otro lado, una vez perpetrada la acción penal, se cuenta con el acceso al trámite por vía civil, correspondiente al incidente de reparación integral de acuerdo con el daño ocasionado. Pero ¿a qué familia después de eso le quedan ganas de pedir indemnización por una vida?, ¿quién podría ponerle un precio a esa vida? "Esa vida" que se refiere en el derecho penal al bien jurídico tutelado, pero que a veces dista de ser protegida y reparada como debería ser.

Por consiguiente, esas preguntas que quedarían en el aire para las familias que han sido afectadas, pues el derecho civil de manera contraria sí puede determinar una cuantía para casos de violación y asesinato como lo ocurrido a Yuliana y del cual se negó a impetrar la familia Samboní. Sin embargo, se debió ordenar oficiosamente este incidente por parte del juzgado 35 que conoció en primera instancia de este hecho, algo que hasta el momento parece no haberse hecho por la insolvencia que aparenta tener Rafael Manuel Uribe Noguera — según la Fiscalía — luego de una persecución a sus bienes. En ese caso, no solo no pagará la multa impuesta por el Juzgado y que va para el Estado, sino que tampoco pagaría la indemnización. Lamentable que una persona le destroce la vida a un niño y además no pague pecuniariamente por esa acción. De otra manera, se podría pensar en la interposición de una reparación directa (que tiene un término para iniciar de dos años) y verificar si se demuestra que la culpa fue del Estado por omisión. Con respecto a eso, los abogados tendrían que analizar su viabilidad.

Entonces, a pesar de la cantidad de normatividad preexistente, y específicamente la ley de leyes, la Constitución Política de Colombia que menciona en su artículo 44 los derechos fundamentales de los niños: adicionando en este mismo que gozarán de los derechos consagrados en los tratados internacionales ratificados por Colombia. En ocasiones, no es así: porque algunas veces el Estado no protege a los niños y no "muere por los niños" sino en caso contrario: los niños mueren por culpa del Estado; por lo tanto, surgen algunas preguntas como, por ejemplo, en el caso de los Samboní, ¿se habría podido evitar la violación y muerte de Yuliana? o ¿se habría hecho justicia por su muerte, si la noticia no se hubiese propagado por los medios?

La respuesta a la primera pregunta podría ser afirmativa si tal vez, la policía hubiese actuado más eficazmente, puesto que Yuliana ese día de diciembre fue raptada a las 9 de la mañana y encontrada pasadas las 7 de la noche (diez horas después) algo preocupante teniendo en cuenta que sus padres alertaron a las autoridades inmediatamente, según versiones; por otra parte, la segunda pregunta se respondería así: si no fuera por el poder de la tecnología (gracias a las cámaras de seguridad) y a las redes, nunca la familia Samboní y los colombianos se habrían dado por enterados que el criminal era de una familia reconocida y a estas alturas seguiría con su vida normal, posiblemente violando y asesinando otros niños de barrios subnormales (que según algunos expertos, estos denominados pedófilos tienden a volver a cometer tales delitos).

Pero tampoco se trata de si la perpetración del delito se realizaría una o más de una vez; son las consecuencias que producen y el daño que causa un depravado, y aparente pedófilo y sicópata (algo que le corresponde a la psicología y la psiquiatría definir) a la institución familiar; así como a la sociedad y a la confianza de esa institución en las demás instituciones y en la misma sociedad. Esas son las consecuencias, "la desconfianza de todos con todos".

En efecto, y trayendo a colación algunos casos a saber: está por ejemplo, el caso de Pedro Alonso López, el ‘Monstruo de los Andes’; quien asesinó a 300 niñas en Colombia, Ecuador y Perú “Pedro Alonso López”, Manuel Octavio Bermúdez, el ‘Monstruo de los cañaduzales’; sujeto que asesinó a 34 niños “El ‘monstruo’ que imitó a Garavito y asesinó en tres años a 34 niños” y Luis Alberto Malagón Suárez, el ‘Sádico del Rincón’; asesinó a 6 niñas, según las mismas declaraciones de su hija, “Piden condena para presunto victimario de niñas de Suba”, Diego Fernando Valencia Blandón (agente de la policía); quien violó y asesinó a una niña de nueve años en una estación de policía de Bogotá “El crimen en la II estación”, Orlando Pelayo, asesino de su hijo de 11 meses en el municipio de Chía “José Orlando Pelayo fue hallado culpable por el asesinato de su hijo Luis Santiago”, Adolfo Enrique Arrieta García; quien hace casi dos meses asesinó a una niña de 9 años (quemándola en un fogón de leña) en Fundación Magdalena “Así narró Adolfo Enrique Arrieta cómo asesinó a la niña Génesis Rúa” y finalmente, y uno de los más aterradores casos, el de Luis Alfredo Garavito Cubillos; asesino de más de 200 niños y en una de las entrevistas realizadas por Jon Sistiaga del canal #0 de España, “La bestia', "atormentado" tras matar a más de 200 niños en Colombia”, el entrevistador español le dice a Garavito: “Sale muy barato matar 200 niños”, a lo cual responde: “sí, estoy de acuerdo, para lo que hice es muy poco”. Lo anterior es ¡Algo cierto, pero desconcertante!

Para finalizar, existen un sinnúmero de "Uribes Nogueras" que andan por las calles del país y del mundo (con infinidad de traumas acompañándolos) y que podrían ser violadores y asesinos de niños en potencia. Ahora, muchos se preguntarán como comparar a Uribe Noguera con otros violadores y asesinos de una mayor cantidad de niños o con delitos de más envergadura que el cometido por él. Ante eso se podría afirmar que cuando se habla de este tipo de delitos no es la cantidad y no se trata de hacer comparaciones, es el impacto que genera en una sociedad civil que no se explica ¡cómo es posible que personas como esas, aparentemente conscientes, anden como si nada haciendo cosas tan aberrantes!

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