En las afueras de Río de Janeiro, dentro del Instituto de Tecnología en Inmunobiológicos (Biomanguinhos/Fiocruz), se produce uno de los antídotos más confiables del mundo contra la fiebre amarilla. Es allí, en este laboratorio estatal que forma parte de la prestigiosa Fundación Oswaldo Cruz, donde se fabricaron las vacunas que ahora llegan a Colombia como donación del gobierno cubano. Aunque los frascos fueron hechos en Brasil la realidad es que vienen como donación del gobierno cubano.
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Biomanguinhos, dirigido por el doctor brasileño Maurício Zuma Medeiros, un especialista formado en gestión de innovación en la Universidad de Sussex, no es cualquier laboratorio. Forma parte de la Fundación Oswaldo Cruz, uno de los grandes bastiones de la salud pública en la región. Y no solo produce vacunas contra la fiebre amarilla: también fabrica inmunizantes contra la meningitis, la poliomielitis, la Haemophilus influenzae tipo B, entre otros. De hecho, su planta tiene capacidad para generar hasta 120 millones de dosis al año.
Bajo su liderazgo del doctor Zuma, Biomanguinhos ha entrado a redes internacionales de altísimo nivel, como la CEPI (Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias), que financia proyectos para desarrollar vacunas contra futuras pandemias. Es decir, desde Brasil, este centro trabaja para proteger al mundo.
Ahora, una pequeña parte de esa producción servirá para enfrentar la crisis sanitaria que golpea a Colombia. Desde septiembre pasado, el país ha registrado 83 casos de fiebre amarilla y 37 personas fallecidas, según el Instituto Nacional de Salud (INS). Un salto abrupto, considerando que en la última década solo se habían reportado 11 casos en total.
Agradecemos a Cuba por su generosa y solidaria donación de dos mil dosis de vacunas contra la fiebre amarilla.
— Laura Sarabia (@laurisarabia) May 5, 2025
Seguimos trabajando por el bienestar del país. pic.twitter.com/RkMTzXvO7i
La situación llevó al gobierno de Gustavo Petro a declarar la emergencia nacional y lanzar una campaña urgente de vacunación. Por eso esas vacunas brasileñas, donadas por Cuba, se convirtieron en una pieza clave para el país.
Fue entonces cuando llegó el gesto del gobierno de Miguel Díaz-Canel: la donación de dos mil dosis. La noticia la dio la canciller Laura Sarabia en su cuenta de X, donde publicó la carta enviada por el embajador cubano en Bogotá, Javier Caamaño Cairo. En el documento, sin rodeos, se menciona que las vacunas provienen de Biomanguinhos.
Y ahí se cruzan tres países: Colombia, que las necesita; Cuba, que las dona; y Brasil, que las produce. Una pequeña alianza latinoamericana frente a una amenaza común. En medio de tensiones políticas y crisis sanitarias, la ciencia, al menos por un momento, logra tender puentes.
Mientras tanto, Colombia no se queda de brazos cruzados. Hace rato que viene trabajando en fortalecer su autonomía para fabricar vacunas. Proyectos como VaxThera, impulsado por el Grupo Sura en Rionegro, y Bogotá Bio, con respaldo del laboratorio chino Sinovac, forman parte de esa apuesta. El camino es largo, pero las bases se están poniendo. Y mientras todo eso avanza, las vacunas que salieron de un laboratorio en Brasil, pasaron por el despacho de un embajador cubano y llegaron a un centro de salud en Colombia, podrían salvar una vida.
