¿Castrochavista, expropiador, dictador? Se impone "la anticampaña" con la petrofobia

¿Castrochavista, expropiador, dictador? Se impone "la anticampaña" con la petrofobia

La recta final de la campaña electoral se llena de ataques de lado y lado. La petrofobia ha sido el caballito de batalla que se queda con los votantes

Por: José Alfonso Valbuena Leguízamo
junio 10, 2022
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¿Castrochavista, expropiador, dictador? Se impone
Foto: Archivo/Canva

Antonio Navarro Wolff y Gustavo Petro son los personajes que más éxitos políticos han alcanzado entre los exmilitantes de las guerrillas que celebraron acuerdos de paz en Colombia. 

El primero obtuvo la tercera votación a la presidencia de la República en 1990 y en 1994; obtuvo el Premio al Mejor Alcalde de Colombia en 1998 y el de “Mejor congresista” en 2002. 

Navarro fue uno de los tres presidentes de la Asamblea Nacional Constituyente, ministro de Salud (1990) y gobernador de Nariño.

Petro, por su parte, se inició en la vida pública como personero de Zipaquirá en 1981 y luego como concejal del mismo municipio. 

Logró un escaño en la Cámara de Representantes y posteriormente fue Senador de la República, rol por el cual fue destacado como mejor congresista. 

En 2010 obtuvo la cuarta y en 2018 la segunda votación a la presidencia. 

Elegido como alcalde de Bogotá para el período 2012-2015, obtuvo en 2013 el Premio Mundial de Liderazgo Climático y Ciudad, y el “Premio Defenzoor del Año”. 

En 2014, el Premio de Sostenibilidad Urbana, el Premio del Foro Global de Asentamientos Humanos y el Latin América Geoespacial Excellence.

Los logros de Gustavo Petro en el Congreso de la República son evidentes: formuló propuestas para superar la crisis del Hospital San Juan de Dios. 

Puso en evidencia la utilización de dineros del Fondo de Desarrollo Rural Integrado en campañas políticas. 

Denunció los vínculos del paramilitarismo con políticos del país y el “Cartel de la contratación” en Bogotá; y presentó los crímenes de lesa humanidad denominados “falsos positivos” perpetrados por miembros de las Fuerzas Armadas.

Igualmente, en la Alcaldía de Bogotá, Petro logró que la mayoría de los estudiantes de colegios públicos fueran beneficiados con alimentación escolar y una jornada escolar de 40 horas semanales. 

Alcanzó el 100% de conectividad de los colegios a Internet de alta velocidad y transporte escolar casa–colegio–casa. 

Se dieron importantes avances en términos de formalización y capacitación laboral, aseguramiento en servicios de salud, atención integral de primera infancia, disminución de todos los niveles de mortalidad, atención a los habitantes de calle, subsidios a personas mayores desprotegidas y víctimas del conflicto armado. 

También, programas para fortalecer la participación de los jóvenes, conservación y rehabilitación de más de 1000 kilómetros de vías, subsidios y tarifas del transporte público especiales para los más pobres o con alguna discapacidad.

Para no hacer tan larga la lista de aciertos, concluyamos con la entrega del mínimo vital de agua para estratos 1 y 2; sustitución de vehículos de tracción animal; creación de la Secretaría de la Mujer, fortalecimiento de las Casas de Igualdad de Oportunidades. 

Además, la implementación del Sistema Distrital de Protección a Mujeres Víctimas de Violencia; avances en la implementación de la política pública LGBTIQ+; y la apertura de 20 Casas de Justicia. Todo esto ya lo hizo Petro y está probado.

Sin embargo, lo anterior quiere ser invisibilizado por sus opositores al afirmar mentiras repetidas que se pretenden presentar como verdades. 

Todo esto va muy en dirección de lo enseñado por el ministro de propaganda de Hitler, encontrando gran cantidad de despistados o ignorantes políticos que logran creer que “Petro es lo peor” y que hay que apoyar a “cualquiera, menos Petro”. 

Esa “petrofobia”, orquestada por todos los partidos y movimientos que no han trabajado para acabar con la corrupción, superar la pobreza y alcanzar la paz, porque no es su propósito. 

Así se ha convertido en fundamento político que guía hacia frases falaces el “castrochavismo” y el “maduropetrismo”, expresiones como: “nos va a volver peor que Venezuela”, “es un comunista”, “es un salto al vacío”, “fue un mal alcalde”, “va a perpetuarse en el poder”, “va a expropiar”, “va a acabar con las pensiones”, “va a espantar la inversión extranjera”, “va a incendiar al país”. “va a expulsar a las iglesias”, “va a cerrar medios de comunicación”.

¿Será que alguno de los que repite esta cantidad de mentiras se ha preocupado por leer el Programa de Gobierno de Gustavo Petro? 

¿Saben algo sobre las propuestas dirigidas a la niñez, la juventud, las mujeres y los adultos mayores? 

¿Conocen la propuesta económica? 

¿Han leído algo en relación con la Colombia rural? 

¿Saben en qué consiste la propuesta ambiental? Seguramente no.

Así, la “petrofobia” quiere descalificar de entrada una opción política que transformaría positivamente al país. Petro no ha perdido, ni perderá nada; ha ganado mucho. 

Si en estos pocos días que faltan para la elección definitiva del nuevo presidente de la República, no hacemos pedagogía con nuestros cercanos que quieren abstenerse o están dudando sobre su voto, posiblemente sea Colombia la que pierda cuatro años.  

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