Caminos de la ofertas de adquisición por Gilinski: oportunidad de oro en tiempos de crisis

Caminos de la ofertas de adquisición por Gilinski: oportunidad de oro en tiempos de crisis

En su desesperación por frenar como sea a los Gilinski, los empresarios paisas deben refrenar su lengua o atenerse a las consecuencias que pudieren derivarse

Por: Henry Mesa Balcázar
diciembre 29, 2021
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Caminos de la ofertas de adquisición por Gilinski: oportunidad de oro en tiempos de crisis
Foto: Leonel Cordero

Dadas las circunstancias en las que se viene desarrollando el proceso de las Ofertas Públicas de Adquisición (OPA) que está adelantando al Grupo Gilinski por los grupos empresariales Nutresa y Sura, bastiones estructurales y económicos del denominado Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), en las cuales -como era de esperarse- la élite corporativa paisa está haciendo todo lo posible en aras de contrarrestar y liquidar la ambiciosa ofensiva de los colombianos más relevantes en el orden financiero global, se hace entonces necesario establecer una serie de variables realmente estratégicas que posibiliten clarificar el curso a tomar, o que debería tomar, la que es sin dudas la más grande y audaz operación económica en la historia de un país aún provinciano y frugal en medio de un orden global cada vez más complejo, depredador e implacable. Dichas variables pueden ser especificadas del siguiente modo:

1. Las dos OPAs presentadas por el conglomerado Gilinski están francamente ceñidas a la normatividad nacional e internacional en lo atinente a la fusión, adquisición y toma de control de empresas y grupos económicos. Este tipo de operaciones, exóticas para un país evidentemente tercermundista, son pan de cada día en mercados financieros de talla mundial como los de los Estados Unidos, Europa y el sudeste asiático.

2. La oferta no es solamente legal sino, además, abiertamente beneficiosa para los actuales poseedores (sean estos minoritarios o mayoritarios) de las acciones tanto de los grupos Nutresa y Sura como del GEA en general. Y esto es así porque basta con analizar fríamente las cifras del valor actual tanto de las acciones como de las empresas en sí, tanto de Sura como de Nutresa, para evidenciar que la oferta Gilinski supera en valores cercanos al 40% el valor oficial presente de dichos activos bursátiles.

3. Se ha escuchado argumentar a algunos líderes empresariales paisas que buscarán impugnar o contrarrestar las dos OPAs Gilinski por que no se corresponden con el "valor real" de dichas empresas antioqueñas. Semejante argumento tan peregrino no solamente es risible sino que además suena a enredo de culebrero desesperado de Sonsón, puesto que cualquier persona con mínimos conocimientos de economía y finanzas sabe que el valor real de un activo bursátil no es otro que el establecido mediante el libre juego de la oferta y la demanda de los mercados, y que dichos valores se reflejan impasiblemente jornada tras jornada en las diferentes bolsas y mercados bursátiles del mundo. Lo demás es especulación pura y dura.
Ahora bien, este peregrino argumento es no solamente ingenuo, sino además peligroso, porque si fuera cierto cabría entonces preguntarse lo siguiente:

¿Porqué han permitido los actuales dueños del GEA la infravaloración de sus empresas?

¿Ha sido por un manejo mediocre y errático o por dolo?

¿Subyace acaso en dicha infravaloración de activos tan grandes una soterrada estrategia de evasión fiscal y/o de desmedro en lo réditos entregados a los pequeños y medianos accionistas?

¿Estamos acaso entonces frente a un bochornoso caso de una suerte de "autodumping" empresarial por parte de las élites del GEA, cuyos máximos perjudicados son precisamente sus accionistas pequeños y medianos y, por ende, minoritarios?

En su desesperación por frenar al costo que fuere necesario a los Gilinski, los empresarios paisas deben refrenar su lengua o atenerse a las consecuencias que de ello pudieren derivarse.

4. Es un hecho cada vez más palpable que se cierne sobre el mundo una profunda crisis económica y financiera. El golpe derivado del COVID-19 ha sido duro y estructural, y aunque el aparentemente alto repunte de los indicadores económicos ha hecho volar campanas prematuramente (sobre todo porque gobernantes, empresarios y tecnócratas le han ocultado al mundo que dicho repunte era esperable, aparente y temporal, puesto que luego de una profunda caída en los indicadores como la acaecida durante el 2020 el único camino factible era el rebote), lo único cierto es que la inflación desbocada en Europa, Estados Unidos y China (inflación que está a todas luces infracalculada), la crisis en las cadenas logísticas y de suministro globales (baste con recordar la escasez de microchips y contenedores), la ya insostenible burbuja de los mercados bursátiles, y con ello la inexorable y pronta depauperación de la calidad de vida (es decir desempleo, hambre y miseria) de miles de millones de personas alrededor del planeta, son la tormenta perfecta para lo que está por venir a más tardar a comienzos del 2023: una caída sistémica del orden económico y financiero global que será aún más grave que el último colapso del 2007.

Ya son muchas las voces expertas que están advirtiendo sobre la gran crisis por venir y demasiados las evidencias fácticas como para pasarlas por alto.

De todo lo anterior se concluye con facilidad que, a más tardar en un año o año y medio, todos los valores accionarios y bursátiles del mundo habrán caído a mínimos históricos, así como el valor real de las empresas y grupos económicos por grandes que sean o crean ser.

Ante semejante escenario y tanta incertidumbre, es inapelable que todos aquellos accionistas medianamente inteligentes, sagaces o intuitivos, sobre todo si son pequeños, medianos y minoritarios, debieran aprovechar casi que sin pensar aquellas ofertas que les brinden y que estén claramente por encima del valor real presente (no el de especulaciones abiertamente sospechosas y malintencionadas) de las acciones que actualmente posean, incluyendo a aquellos accionistas de los cuales dependan en gran medida las pensiones presentes y futuras de millones de colombianos...

Es eso o arriesgarse a mantener tercamente en sus manos paquetes accionarios que están en serio y creíble riesgo de convertirse, más pronto de lo previsible, en auténticos 'paquetes basura'.

Finalmente, y siendo crudamente pragmáticos y francos, Jaime Gilinski tiene la sartén por el mango, puesto que si no lograse hacerse ahora con el control mayoritario del GEA, simplemente tendrá que sentarse en su confortable despacho londinense a esperar -al deleite de un buen whisky en las rocas- a que estalle la crisis, ver cómo se viene a pique el valor de las acciones del GEA y entonces sí, y expresado en vulgar colombiano, comprar a precio de "huevo".

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