Un camino torcido
Opinión

Un camino torcido

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octubre 02, 2013
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El domingo pasado se emitió por televisión el último capítulo de Breaking Bad, una serie que muchos consideramos como una de las mejores de los últimos años, no solo por su historia, los personajes coloridos, los giros inesperados en su trama y narrativa, también por las buenas actuaciones, la mezcla de violencia, humor y la hermosa fotografía. Sí, soy una fiel seguidora de la serie y comparto esta afición con cientos de miles de personas en el mundo.

¿Qué supone esto? Como buena fanática de series y persona que usa Internet de forma cotidiana, durante los últimos años he realizado todo tipo de acciones legales y otras al borde de la legalidad para seguir esta serie. Se podría decir, parafraseando su título que en el proceso de seguirla también he “torcido el camino”. Al comienzo, veía la serie en mi televisor con un par de semanas de diferencia. Luego empecé a descargar la serie, y a verla en el computador.

Cuando ya la tenía en mi disco duro, sucedió algo inesperado: si hablaba de la serie con otros que no la conocían, podía compartirla. Con el tiempo, ver cada temporada se ha vuelto un evento colectivo, con varios amigos compartimos los comentarios y memes, incorporamos frases de la serie a nuestro repertorio o simplemente la usamos como un mal ejemplo. Podría decir que esta serie ahora es parte de nuestra cultura.

Alrededor de las series se construyen comunidades que comparten y crean fenómenos culturales únicos. Las redes P2P, de donde obtengo la mayoría de archivos que descargo son un hermoso ejemplo de ello. Alguien sube la serie y cientos la comparten para que otros tantos puedan acceder a ella y en muchos casos los capítulos permanecen ahí durante años. Esta disponibilidad posibilita que cosas que ya no están en el mercado, que nunca han sido parte de él, que ya pasaron de moda, o que son clásicos perdidos, se mantengan disponibles.

Las comunidades que traducen subtítulos son otro de estos fenómenos emergentes. De forma distribuida y voluntaria los construyen para un sinnúmero de series y películas para que puedan ser utilizados por miles de personas que no entienden el idioma original del contenido.

También están los lugares que ofrecen la posibilidad de ver las series y películas en diferido usando un servicio de streaming de video, como netflix (legal y de pago) o Cuevana (de legalidad cuestionada por algunos y gratuita).

Algunas de estas prácticas son consideradas como piratería por las industrias culturales. Desde el comienzo estas empresas han visto Internet y los canales de distribución de obras digitales como una amenaza a su negocio basado en una fuerte cadena de producción donde los costos son compensados en su totalidad por los usuarios finales. El discurso que estas empresas sostienen sobre Internet, y lo que denominan piratería en línea, hace un énfasis constante en la necesidad de protección a través de leyes que trasladen a espacios virtuales la mano dura que estaba destinada a los piratas de semáforo en el mundo físico. Siguiendo esa idea, en este momento en el país alguien que suba una material infringiendo el derecho de autor podría pagar entre cuatro y ocho años de cárcel si es declarado culpable.

Pero, ¿cuáles son las opciones legales que tengo para poder ver este contenido?

En mi caso podría esperar a que lo pasen algún día por un canal de pago, puede ser un par de semanas o un par de meses o algunos años o nunca. También podría esperar que lo pasen por televisión nacional, esa que ya casi no veo. En el caso de Breaking Bad, esa es una posibilidad que acá ya seguramente no se dará pues en Colombia se hará la versión criolla de la serie, tal y como ya se han hecho antes con otras series exitosas con pésimos resultados. Otra  opción es verla por un servicio de streaming de pago.

Pero no todos los países pueden acceder al mismo contenido usando el mismo servicio. En nuestro caso, para ver el final de forma legal utilizando un sistema como Netflix tendría que esperar por lo menos un año a que el capítulo esté disponible.

Las otras opciones implican algunas artimañas: conectarse a una VPN que engañe a los equipos haciéndolos creer que uno no está acá sino en Irlanda, por ejemplo. Ver el capítulo en Cuevana al día siguiente o buscar el Torrent, descargarlo, buscar los subtítulos adecuados y ver el capítulo con un par de horas de diferencia, agradeciendo que existan las redes P2P y las comunidades de subtítulos.

Sin duda estas últimas opciones son prácticas que se consideran piratería.

Teniendo claro todo esto, tengo que admitir que soy una de las 500.000 personas que descargó una copia ilegal del último capítulo de la serie en las doce horas siguientes a su emisión (bueno, técnicamente mi compañero de casa fue quien descargó el archivo, pero igual yo lo animé). ¿Por qué lo hice? En el fondo, porque también pertenezco a un mercado insatisfecho.

Para no dejar simplemente la idea de que estoy aceptando que violo la ley porque sí, agrego un par de cosas en mi defensa. La primera, que la existencia de un mercado insatisfecho acarrea este tipo de consecuencias, de alguna forma alguien lo tratará de llenar y aunque las estadísticas digan otra cosa no necesariamente estas soluciones tienen ánimo de lucro ni están pensadas para acabar con la industria. Lo interesante sería no criminalizar los intentos de buscar soluciones y entender las potencialidades que plantea la Red. La segunda y quizás más problemática, es que las soluciones que hasta ahora plantean las grandes compañías del entretenimiento, no solo no aprovechan las ventajas de la red sino que se empecinan en transformarla en otra cosa: un canal de distribución cerrado, centralizado y controlado. Algo a lo que nos opondremos de todas las formas incluyendo esta, seguir compartiendo contenidos y construyendo comunidades alrededor de ellos para que nuevas culturas florezcan, así sea por un camino torcido.

@mapisaro

*RedPaTodos es un colectivo de organizaciones e individuos de la sociedad civil que promueve un uso incluyente de Internet y aboga por el respeto a los derechos fundamentales y las libertades civiles de todos los colombianos en el entorno digital.

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