Una cosa fue la campaña presidencial y otra las proyecciones del gobierno electo.
Por la urgencia de atender invitados para que no hablen mal de la atención, suele solicitarse a los de casa esperar que finalice la fiesta para degustar lo preparado.
En estas primeras de cambio, comienzan a escucharse reparos por la prontitud con la cual se atienden casa afuera, pero según algunos, no se hace lo mismo casa adentro.
Los nombramientos ministeriales para la agricultura y cultura, se aplauden por ser el inicio para concretar el discurso electoral, pero hay resabios e incredulidad frente a las asignaciones para los despachos de hacienda, educación y ciencia.
Incluso, se supone que Los Nadies aún no tienen asegurada sus expectativas, cuando en realidad, mediante los ministerios de Cultura y Agricultura, respectivamente, se proyecta retomar el cumplimiento de los Acuerdos de Paz e intervenir a favor de la justicia social en el campo.
Ignorar que no será fácil comenzar a abordar la agenda pendiente, más cuando a la misma se agregan impases creados por el gobierno saliente y factores económicos internacionales, es evidenciar que también urge dialogar con los familiares políticos cercanos.
Ello es necesario hacerlo, para que en simultáneo se vaya cimentando la gobernabilidad, lo cual no sólo es clave para tranquilizar mercados y garantizar el trámite de la agenda legislativa, de la cual dependen en gran parte las reformas prometidas a los marginados.
Desde mi percepción, el nuevo gobierno nacional, para ser consecuente y coherente con lo de la sociedad del conocimiento, puede ayudar a construir pensamiento sistémico, articulando la dimensión ambiental, con lo educativo, cultural y agropecuario.
El objeto de la proyección educacional no puede ser otro que el cambio climático. Ahí cabe la articulación entre Ministerios de Educación, Ambiente, Igualdad y Agricultura.
Sin embargo, ello implica conciliar visiones de mundo, porque existe una fuerte corriente política, la que respalda a la Vicepresidenta, para la cual hay que hacer una distinción entre SABER y CONOCIMIENTO.
Algunas razones: En el ámbito escolar, predomina la asimilación de Conocimiento asociado con lo disciplinar, unilateral, analítico y por tanto, inconexo.
Saber o saberes, tiene connotaciones con lo popular, raizal, ancestral, por ejemplo la tradición epistémica que está tras el oficio de parteras, culinaria, medicina, danzas y músicas ancestrales.
En ese sentido, Ministerio de Educación en lo curricular debe meterle el diente a la educación intercultural como puente para acercar y articular las expectativas étnicas con la contextualización curricular y la reivindicación de la historia y culturas de aquellas poblaciones.