Ha pasado más de un siglo desde que esta aerolínea inició operaciones. Todo comenzó en Barranquilla, en 1919, cuando un grupo de empresarios alemanes y entusiastas de la aviación en Colombia se unieron para darle vida a un ambicioso proyecto, SCADTA. Entre los nombres fundadores figuraban Werner Kaemerer, Ernesto Cortissoz, Stuart Hosie, Rafael María Palacios, entre otros.
En aquella época, las vías terrestres del país no estaban en condiciones óptimas y la infraestructura era prácticamente inexistente. Por eso, estos pioneros vieron en la aviación una solución para conectar las regiones más apartadas del territorio nacional. Sin embargo, tenían un gran obstáculo por superar: la escasez de pistas de aterrizaje en el país.

La respuesta fue ingeniosa: SCADTA (Sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aéreo) optó por operar con hidroaviones, que podían aterrizar en el río Magdalena. Así comenzaron a surcar los cielos colombianos, en medio de una competencia directa con la CCNA (Compañía Colombiana de Navegación Aérea), que también intentaba consolidarse. El primer vuelo de SCADTA fue entre Barranquilla y Puerto Colombia, utilizando un Junkers F.13, uno de los primeros aviones de transporte construidos en metal, lo que representaba una gran ventaja frente a las aeronaves de madera que predominaban en la época.
El inicio de operaciones y el auge de SCADTA
La apuesta por los hidroaviones fue una jugada maestra. Al no depender de pistas de aterrizaje, SCADTA logró conectar zonas antes inaccesibles, lo que impulsó su expansión y la convirtió en pionera del transporte aéreo en el continente. Su éxito fue tal que consiguió contratos para el transporte de correo del Gobierno colombiano, asegurando ingresos constantes. Detrás de estos acuerdos estuvo el alemán Peter von Bauer, una figura clave en el desarrollo de la empresa.
Con la estabilidad financiera asegurada, SCADTA expandió su operación más allá de las fronteras colombianas, llegando a ofrecer servicios en Venezuela y Estados Unidos. Sin embargo, su origen alemán se convirtió en una barrera. A raíz de las tensiones geopolíticas de la época, Estados Unidos prohibió a SCADTA volar al norte del Canal de Panamá, lo que frenó parte de su crecimiento. Al mismo tiempo, nuevas compañías emergían y empezaban a ganar terreno.
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Pese a estos obstáculos, SCADTA resistió durante años. Pero con la inminente llegada de la Segunda Guerra Mundial, el panorama se complicó aún más. Peter von Bauer, preocupado por el futuro de la aerolínea, decidió vender su participación a Pan American Airways, en un movimiento que marcó el fin de SCADTA como entidad independiente. Fue entonces cuando comenzó un nuevo capítulo.
El fin de esta aerolínea y el nacimiento de Avianca
En 1940, tras años de cambios y desafíos, SCADTA se fusionó con SACO (Servicio Aéreo Colombiano), una aerolínea regional. De esta unión nació Aerovías Nacionales de Colombia S.A., mejor conocida como Avianca. Esta nueva compañía heredó las rutas, la infraestructura y la experiencia de SCADTA, lo que le permitió consolidarse rápidamente como un actor clave en el transporte aéreo del país.
Con el fin de la guerra, Avianca vivió una etapa de expansión y fortalecimiento. Comenzó a operar vuelos internacionales a destinos como Perú, Ecuador y Estados Unidos, y con el paso del tiempo modernizó su flota para enfrentar vuelos de larga distancia. Entre sus hitos destaca el hecho de haber sido la primera aerolínea de Sudamérica en operar un Boeing 747-100, un símbolo de su crecimiento y ambición.
Aunque esa historia merece ser contada aparte, no se puede olvidar el legado de SCADTA, la pionera de la aviación en América Latina. Su audaz decisión de utilizar tecnología innovadora y de conquistar los cielos en tiempos difíciles marcó un antes y un después en la historia del transporte aéreo en la región. Y aunque su nombre ha quedado en el olvido para muchos, su huella sigue viva en cada avión que hoy despega bajo la bandera de Avianca.
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