Alzate Avendaño y Gaitán: por una derecha y una izquierda nacionales

Alzate Avendaño y Gaitán: por una derecha y una izquierda nacionales

Ambos entendieron que la solución a los problemas del país debe realizarse al margen de la oposición tradicional. Su legado está más vigente que nunca

Por: Carlos Fernando Rodríguez
septiembre 07, 2020
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Alzate Avendaño y Gaitán: por una derecha y una izquierda nacionales
Foto: SajoR - dominio público / Felipe Restrepo Acosta - CC BY-SA 3.0

Si hay algo que caracteriza el contexto político nacional y global hoy es la decadencia de la antigua división izquierda-derecha. Ya bastantes intelectuales, académicos y críticos han reconocido que este esquema está, cuando menos, en suspensión, esperando a una nueva reconstitución “topográfica” de los bandos en confrontación. Nosotros, por otra parte, siempre hemos creído que este esquema confunde más de lo que dice, y que esta confusión no solo es un fenómeno restrictivo a nuestra actualidad, sino que también ha aparecido en otras épocas donde tenía mayor vigencia. Es así pues que los viejos motes característicos de la izquierda y derecha ya han sido, desde hace mucho, cuestionados, en tanto que no pocos movimientos históricos han superado los prejuicios del deber ser ideológico.

Para entender esta situación de manera rápida y categórica debemos empezar por reconocer que nuestra actual sociedad posliberal es una específicamente económica y no tanto política. Hoy las poblaciones se juegan por categorías económicas, por intereses económicos, desplazando la política a un campo secundario, e incluso sospechoso. Derecha e izquierda tuvieron su función en el contexto de la vigencia de las ideologías y de las situaciones reales que las sostenían como lo fue la confrontación entre el capitalismo americano y el comunismo soviético. Hoy, la confusión de las etiquetas políticas es producto de la civilización del dinero y de la supremacía de las finanzas en los espacios de confrontación política. Por lo tanto, debemos comprender que los actuales discursos ideológicos —al igual que siempre, pero hoy más que nunca— se juegan donde se pone el dinero.

Debemos partir entonces de que la nueva topografía política no se ciñe sobre el esquema horizontal izquierda vs derecha, sino que es hoy vertical, los de abajo contra los de arriba. Esto fue algo que ya habían comprendido nuestras grandes figuras de la política nacional colombiana del siglo XX, hablamos de Jorge Eliécer Gaitán y Gilberto Alzate Avendaño. Ambos, desde la izquierda y la derecha respectivamente, entendieron que la solución a los problemas de la nación debía realizarse al margen de la oposición tradicional. El alzatismo y el gaitanismo nacieron operando en la periferia de los partidos Conservador y Liberal, más radical, enfrentándose a sus jerarquías heredadas. La UNIR (Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria) de Gaitán y Acción Nacionalista Popular de Alzate emprendieron la cruzada por descentralizar el poder dentro de los partidos tradicionales, reconociendo que los problemas de la patria y la modernidad ameritaban nuevos esquemas de interpretación y de acción política. Ambos grupos, en sus diferencias y resquemores heredados, encontraban no obstante numerosos puntos de convergencia, y no fueron pocas las veces que intercambiaron ideas al igual que elogios.

¿Cómo podemos describir esta topografía vertical a la que nos enfrentamos actualmente? De forma básica, los de arriba representan la confluencia de los sectores de derecha y de izquierda promotores del globalismo y de la destrucción de las soberanías nacionales; hablamos de la derecha neoliberal, mercadocrática, antipopular, pronorteamericana y sionista, aliada a la izquierda progresista, verde-burguesa, hedonista, consumista, individualista, antitradicional y antinacionalista. Esta es la nueva realidad hegemónica que domina el pensamiento actual ejerciendo un poder totalitario sobre el resto del globo. El neoliberalismo promueve la destrucción de la economía nacional, la desregulación de la protección a los trabajadores, la apertura irresponsable de la economía, la sumisión de la soberanía nacional a pactos militares, culturales y económicos que sumen al país en la desventaja estratégica y la pobreza. El progresismo gestiona el globalismo cultural, la ideología de género, la destrucción de la familia, la degeneración de los individuos y los pueblos a través de la infracultura y la drogadicción. El enemigo que se sitúa arriba del poder es por lo tanto el globalismo, confrontándose entonces contra los de abajo, que no pueden ser más que los… ¡patriotas!

El bando patriota está conformado por todos aquellos hombres y mujeres que, tanto desde la izquierda y la derecha, tienen por horizonte político el bienestar y libertad de la nación. Los patriotas defienden la soberanía nacional, la defensa de las instituciones, la cultura, la identidad y la justicia social, en aras de la independencia de la patria. El bando patriota se sabe insurgente y disidente contra el sistema imperante. Nuestra situación no puede más que recordarnos las enseñanzas de Gaitán para reconocer el verdadero enemigo, la oligarquía de ambos partidos contra el pueblo de todos los colores y sabores, el país político contra el país nacional diría nuestro caudillo inmortal. Al tiempo, Gilberto Alzate nos demostró que el nacionalismo verticalista también tenía una vocación por la justicia social y los desamparados, convocando al mitin violento y popular contra las instituciones de la oligarquía. La obra de ambos jefes de partido puede sintetizarse en la propuesta: nacionalizar la izquierda y socializar la derecha.

Gaitán descubre que las tesis socialistas no tenían que ser deudas necesarias con la intelligentsia europea marxista sino que desde el trópico colombiano podría surgir una revolución autóctona, hallando a la nación como el ethos decisivo de la revuelta contra el sistema. Nuestro caudillo fomenta en Colombia la idea de la nación proletaria contra los imperios capitalistas. Alzate, por su lado, llega a la cuestión social por vía de la doctrina católica, albergando para el nacionalismo una vocación solidaria para con los humildes, una renovación total del verticalismo conservador convertido en rancio, indolente e irresponsable. Ambos, a su vez, preconizaron la idea de la unidad continental contra el neocolonialismo angloamericano esclavista y supremacista. Gaitán y Alzate son así verdaderos mitos de la unidad entre lo social y lo nacional, que sin embargo no pudo ser cuando el sistema se empeñó por todos los medios en desaparecer esta fórmula del pueblo, la patria, el pan y la justicia. Hoy, no obstante, son los máximos símbolos de lo que es necesario para llevar a los puertos que ambos soñaron la revuelta contra el sistema; la unidad de sus idearios debe ser hoy inexpugnable y categórica.

Repetimos, solo existe una revolución posible hoy dentro de los marcos de la nación, izquierda y derecha deben declararse nacionales para legitimar su lucha contra el globalismo, fuera de ello solo queda la contradicción y la felonía. Gaitán y Alzate deben ser unificados en lo que ha de llamarse de ahora en adelante “revolución nacional”. ¡Izquierda y derecha nacionalistas vs izquierda y derecha globalistas!

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