Al futuro nuevo presidente de la República le exijo:

Al futuro nuevo presidente de la República le exijo:

Debemos estar convencidos de que, exigir es un acto de altísima responsabilidad personal, individual y ética de nosotros, los ciudadanos “de a pie”

Por: OCTAVIO TORO CHICA
mayo 18, 2022
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Al futuro nuevo presidente de la República le exijo:
Foto: Leonel Cordero

El título y contenido de la presente nota, pareciesen petulantes, arrogantes, pretenciosos y mil cosas más, pero no; como ciudadano en ejercicio de mis derechos y reconociendo y cumpliendo mis deberes, tengo, como tenemos todos los colombianos la obligación de exigir a nuestros mandatarios el cumplimiento de los mandatos para los cuales han sido elegidos, porque ojo, al no hacerlo, sí existen otros que, no solamente haciendo uso de este derecho,  sino que aprovechándose de la falta de acción de las mayorías electorales y con oscuros intereses ponen el poder bajo sus pies, sin importar el beneficio común, desprendiéndose  todo tipo de acciones, por lo regular “non sanctas” alimentando la voracidad de la corruptela.

Debemos estar convencidos de que, exigir es un acto de altísima responsabilidad personal, individual y ética de nosotros, los ciudadanos “de a pie”.

Por eso creo que no solamente yo, sino todos los colombianos debemos exigir a nuestro próximo Presidente, algunas posturas y acciones que redunden en beneficio de quienes habitamos este hermoso país, que si bien es cierto tiene múltiples falencias, necesita del compromiso, no sólo del alto gobierno que presidirá también, sino de todos y cada uno de nosotros que por nacimiento, estadía o permanencia somos colombianos.

Exijo que la vida de todos y cada uno de los colombianos se vuelva a respetar como el don más preciado que nos ha regalado Dios, para quienes creemos en Él, cualquiera que sea la idea que de Él tengamos, como se plantea en el bello poema Desiderata, y que se haga desde el mismo momento de la concepción, hasta que los cuerpos cansados del que hacer digno no resistan más y que no sea por acciones de enemigos inventados en la paranoia violenta en que nos han encasillado.

Que la salud y el bienestar se garanticen desde la concepción de ese nuevo ser humano como derecho y no como capricho manipulado por leyes y funcionarios selectivos que discriminan no sólo la prestación del servicio sino la calidad del mismo.

Que el acceso a la salud preventiva o de intervención y sanación, sea pronto, oportuno, adecuado y supeditado a la necesidad del usuario o paciente y no a la lentitud burocrática, asesina sí, en muchos casos.

Exijo que la educación sea verdaderamente educación. No podemos los colombianos seguir siendo dolientes de modelos educativos estereotipados, desconocedores de las realidades humanas y sociales y alejados de las idiosincrasias propias de nuestra encantadora diversidad. Estamos plagados de instituciones que informan e instruyen, pero nos hacen falta instituciones que, verdaderamente, eduquen y formen.

Que la escuela como ente universal, en todas las etapas de crecimiento y desarrollo de los colombianos, nos regale espacios para la alegría de aprender y no lugares para el hastío, la repugnancia, el cansancio y la castración de la creatividad y de la mismidad del ser. Que la educación garantice que se forman y se educan todas las dimensiones del ser humano y no solamente el intelecto, pues nos estamos quedando en la producción de bárbaros ilustrados.

Que el trabajo sea una garantía para todos y que las realizaciones que cada uno de nosotros vaya teniendo dentro de sus desempeños laborales, sea la mejor explosión de competencias reales del ser, saber, sentir, pensar y hacer, del saber hacer y del saber hacerlo bien y que desde allí no sólo se provean las acciones personales y comunes hacia el desarrollo económico y social y al mejoramiento de la calidad de vida de las personas y sus propios entornos, sino el pan limpio sobre la mesa y la estabilidad emocional de la familia.

Exijo que esa familia económica y emocionalmente estable tenga un hogar donde reinen el amor, la no violencia, la solidaridad, la buena convivencia, la libertad, la disciplina, el respeto, la cooperación, pertenencia, perdón, compromiso, gratitud, paciencia, tradiciones, comunicación, autoestima, humildad, flexibilidad, honestidad, generosidad, curiosidad, responsabilidad entre otros valores, los que aprendidos e internalizados en el hogar, se extrapolan como experiencia de vida y seguro, se convertirán en un nuevo estilo de vida para los colombianos. Todos los valores anteriores, son simples formas de ser y actuar que nos han de llevar a que seamos un pueblo que, permitiendo la diversidad, la diferencia y el pensamiento crítico, podamos convivir en paz y armonía.

Exijo al próximo Presidente de todos los colombianos que se cumplan y respeten todos los acuerdos, sean estos del tipo que sean, de paz, de convivencia, de trabajo, de comercio, gremiales, empresariales, sindicales, civiles, individuales, en fin, todos los acuerdos, pero sin ventajismos ni prebendas entre las partes comprometidas.

Por ejemplo: ¿dónde está el resarcimiento de las víctimas de todo tipo?; ¿dónde están las sanciones para los victimarios?; ¿por qué se han quedado sin castigo los criminales de lesa humanidad?; ¿por qué si se conocen los lugares donde se gestiona el narcotráfico de cualquier manera, no se implanta la ley?; ¿por qué razón se privilegian ciertos condenados a prisión, por encima de aquellos que son “de ruana”?; ¿por qué se permite el turismo carcelario de todo tipo de criminales?; ¿por qué si se conocen los autores de alteraciones documentales, de orden público, de resultados electorales nos hacemos los de la “vista gorda”?;

¿Por qué, si todos los colombianos sabemos quiénes son aquellos que alteran la verdad, poniendo en peligro la integridad de las personas y hasta la misma seguridad nacional, nada pasa?; ¿por qué tenemos al menos la sensación de que vivimos en un país criminal, donde “ser pillo paga?” ...Simple y llanamente, porque nos falta como nación, aquello que en su momento ha sido una gran virtud de nosotros el pueblo colombiano: respeto por la palabra empeñada y con eso bastaba.

No era necesaria tanta parafernalia como la que hemos visto alrededor de los acuerdos, firmas, protocolos y nada pasa. Impunidad y corrupción, mezcla letal que carcome las conciencias, generando inercias “que impulsan” a la deshonestidad y las trapisondas de todo tipo que tampoco debe existir. Lo exijo al nuevo presidente.

Que la justicia como garante del cumplimiento de los deberes y el ejercicio de los derechos de todos y cada uno de nosotros como colombianos, sea absolutamente transparente y vigile y sancione cuando haya lugar a todos aquellos que transgredan la ley como quienes se lucran de economías ilegales y de muerte como el narcotráfico, las armas, el tráfico humano, entre otros; aquellos nacionales o extranjeros que haciendo uso criminal de las redes sociales crean perfiles falsos, difunden noticias falsas con el ánimo de desacreditar a los contrarios, sin respeto alguno por la diferencia ni la diversidad; a quienes se visten o no de traje formal y campean por pasillos oficiales y cocteles de alto turmequé, con el cinismo de sus rostros pisoteándose entre sí en el lodazal de la corrupción.

Que los jóvenes embaucados en la mal llamada “primera línea” sean de verdad esa primera línea que queremos los colombianos, quienes haciendo uso de la protesta pacífica cuando sea necesario, nos ayuden a todos a defender los derechos, pero también a defender y cuidar nuestros patrimonios públicos y privados, de lo contrario que pasen, de una a la última línea. Que la justicia sea justa, pues ha de ser garantía que quienes la imparten, sean personas prístinas y pulquérrimas, pues no cualquiera que use toga, es juez o al menos no da garantía que sea justo.

Que más que un guardián del cumplimiento de la Constitución, pues desde el 91, como país vamos de mal en peor, ese es otro tema, exijo que nuestro próximo Presidente haga realidad el lema de nuestro escudo nacional, que hoy poco conocemos o al menos poco cuidado le ponemos: “libertad y orden”.

A pesar de muchos, son nuestros dos grandes valores nacionales que incluso han perdido relevancia en los procesos de aquella mal llamada educación que tenemos y por tanto en la vida del conglomerado social como ciudadanos.

Libertad y orden son garantía de nuestros valores sociales como comunidad nacional y nuestras actuaciones frente a la comunidad internacional, los que nos debemos de proponer rescatar en el esfuerzo cotidiano de cada uno, así como en las acciones comunitarias en las que participemos: de progreso, desarrollo, paz, convivencia, respeto, integridad, libertad en sí misma, igualdad, justicia, imparcialidad, verdad, tolerancia, empatía, equidad, solidaridad, beneficencia, amor, bondad, belleza, honestidad, confianza, responsabilidad, altruismo, lealtad, gratitud. Ninguno de ellos ha pasado de moda; simplemente su vivencia y experiencia nos sacan de la zona de confort y por tanto nos incomodan e incomodan a otros. Para reconstruir tantas cosas que se requieren en nuestro país, es necesario que nos incomodemos, pero estoy absolutamente seguro que valdrá la pena.

La tarea no es fácil pero tampoco es imposible y eso que acá señalo, sólo algunas de aquellas exigencias prioritarias que le esperan a nuestro futuro mandatario, pero estas y otras, no nos cabe la menor duda, que están en la agenda nacional, y necesitan de toda nuestra atención, reflexión y acción, para que en definitiva en un próximo cuatrienio, no estemos lamentando sobre las no hechuras de quien corresponderá, inundados todos del consabido sentimiento de un nuevo fracaso, sino que por el contrario, entre todos podamos resaltar y disfrutarnos como nación todos los ajustes y realizaciones que requieren estas y otras no menos importantes exigencias y el rediseño comprometido de caminos ciertos hacia la libertad y el orden.

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