Acerca de la perfección cuántica

Acerca de la perfección cuántica

Contra muchos pronósticos, este fenómeno fue resuelto por la física y no por la filosofía como alguna vez se pretendió

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
octubre 25, 2018
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Acerca de la perfección cuántica
Foto: Pixabay

A pesar de tener un concepto muy parecido después supe más allá de toda duda que el fenómeno de la perfección o imperfección sería resuelto por la física y no por la filosofía como alguna vez se pretendió, eso sin dejar de ameritar que fue esta la que intuyó, casi que sacrílegamente como se verá, la naturaleza clave del problema. Pero no se puede ir tan rápido en estas cosas porque hay muchos siglos que esperan y muchas inteligencias casi tan perfectas metidas en el cuento.

¿Parecido a qué? A ver, cuando leí horrorizado la alucinante medida del llamado tiempo de Planck no escatimé mi percepción de estar ante la cantidad de tiempo más pequeña jamás útil. Copio lo que tengo más cerca, Wikipedia: “En cosmología, la época de Planck es el universo más temprano, el período de tiempo en la historia entre cero y 10-43 segundos (un tiempo de Planck), durante el cual las cuatro fuerzas fundamentales (interacción nuclear fuerte, interacción nuclear débil, interacción electromagnética e interacción gravitatoria) están unificadas y no existen todavía las partículas elementales”.

Si hubiera una síntesis, significa que Planck estableció el tiempo que duró la infancia del universo. Obvio la pregunta más clara horada la mente, ¿y qué ligaban tales fuerzas si ni siquiera había materia? Podría ser un ardid que le cuelgan los físicos que son inteligentísimos a la Singularidad que ya casi moría para esa fecha.

Salvadas proporciones, es una pregunta que cabe hacer también sobre nuestra propia infancia cual metáfora que es del universo primitivo: es tan pasajera, tan volátil, tan amenazada, tan improbable, tan incierta, tan efímera; así como 10-43 algo. Claro, debió ser bella, despampanantemente perfecta. Imaginar la tersura de la piel del universo infantil, ¡Oh!, ¡Qué deleite! ¡Y su aroma!

Acababa de salir ese niño de la simetría más aburridora e improductiva. Igual nos ocurre cuando antes del parto: ¡embrionamos en una esfera y nosotros mismos somos la esfera! Y ahora podían apreciarse algunos gránulos bebé, que ni siquiera eran materia. ¡Cuánta meticulosidad inmedible e inabarcable! ¡Cuántas dimensiones insospechadas hoy día se ocultaban allí!

¡Nunca se sabrá! La teoría de la inflación nos dirá que el horizonte de sucesos, es decir, la forma en que la luz nos pudo haber traído esa información, quedó borrado. De hecho ni siquiera los neutrinos, originados mucho después, subsisten hoy día. Pero un momento; si contradiciendo a A. Einstein, durante el estallido la luz fue más allá de su velocidad actual, que podría ser algo así como una velocidad corroncha, entonces debe quedarnos información por allí en alguna parte, en algo que podríamos bautizar el primer horizonte de sucesos, pero eso habría que demostrarlo y al parecer no hay matemáticas todavía suficientes para eso. De pronto ahora cuando llegue la computación cuántica tengamos, además, acceso a otras formas de pensamiento que nos ayuden.

Pero el asunto en que estábamos era el de la perfección, ¿cierto? Bueno pues aquí está algo que se le parece: “Gerald Gabrielse y John Doyle, profesores de Física en Harvard, y David DeMille, profesor de física en Yale, lideran la Búsqueda de Momentos Dipolares Eléctricos Avanzados de Molécula en Frío (ACME) y han podido confirmar que el electrón no es ligeramente aplastado, sino que es perfectamente esférico, según publican en Nature”.

Y qué tan perfectos: “Si un electrón fuera del tamaño de la Tierra, podríamos detectar si el centro de la Tierra estaba a una distancia un millón de veces más pequeña que un cabello humano. Así de sensible es nuestro aparato".

Pero creo que todavía eso sería demasiado grande. “Lo que separa a estas partículas subatómicas de la redondez absoluta es menos de 0,000000000000000000000000001 cm, algo insignificante. Las mediciones no son solo una búsqueda de precisión”. Pero 10-28 todavía es demasiado grande. Habría que hallar cuántas veces atraviesa la luz algo como 10-28 centímetros durante un tiempo de 10-43 segundos viajando a la velocidad de la luz.

A ver si recordamos: espacio es igual a velocidad por tiempo. Tenemos todos los datos y podemos calcular. Reduciendo la dimensión de velocidad de kilómetros a centímetros: 300.000 kilómetros son nada más y nada menos que 300.000.000 metros; es decir, la velocidad de la luz recorre 30.000.000.000.000 cm cada segundo. Ahora multipliquemos por el tiempo de Planck y tendremos: (30x1012) x (10-43) nos da un espacio de 30x 10 (12-43); o sea, 30x10-31 que es 30 mil veces más pequeño que la redondez recién medida del electrón. Lamento decirles que todavía la perfección está bastante lejos.

Es posible que nada se acerque jamás a la discreta metáfora de la tersura de un niño al nacer, de la misma manera que jamás apreciaremos lo suficiente la sagrada lozanía del universo al tiempo de Planck.

Podría ser una indiscreción pero no inhibo mi atrevimiento al decir que su cálculo le impidió a Planck cohibirse ante A. Einstein cuando las célebres discusiones sobre los perfiles extraños de la cuántica. Planck pudo haberse deleitado durante sus cálculos con el significado todavía más extraño de la perfección exquisita.

Planck quizás, incluso, olió el universo primitivo durante una fugacidad tal que jamás pudo olvidar. Ni siquiera pudo pensarlo pues hubiera sido un tiempo demasiado grande. La magnitud de ese tiempo no puede volver a ocurrir. Claro, admito que es una exageración: si todavía ni siquiera había química, qué pudo haber olido Planck. Pero me plantó en que sí.

Obviamente la filosofía cuando habló de perfección jamás supo de qué iba su precisión. La filosofía puede ser un sacrilegio en el altar de la perfección cuántica.

Todavía cabe más perplejidad. No se olvide que la cuántica está de este lado del horizonte de sucesos. La física anterior al tiempo de Planck aún no se ha escrito.

Planck pudo haber sido un poeta. Desde mi aseveración más inaudita Planck saboreó lo que poeta alguno alcanzará a paladear jamás.

Pruebas hay de que Planck temblaba de la emoción. ¡Quizás lloró!

* Notas y posdata clandestina. Las citas son tomadas de Se confirma que el electrón es perfectamente esféricoaparecido en Xatakaciencia, un newsletter de divulgación científica. Lo demás son lucubraciones de mi escasísima cosmología.

** P.D. Por lo demás, mi Triste Teoría Unificada de Todo (TTUT) que buscaba A. Einstein consiste en decir que lo único existente en el Universo es distancia y nada más. La distancia acompañó desde el principio al universo primitivo, el tiempo es demasiado lento. Y si no, cuántos tiempos de Planck discurren hasta que aparece la materia, alguna forma de decir que ya el todavía comprimido tiempo se aproximaba. ¡Una enormidad!

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