El exalcalde de Medellín y seguro candidato de la derecha uribista, Federico “Fico” Gutiérrez, se ha dedicado los últimos días a dos cosas: culpar a Petro por los desmanes de la movilización nacional (en línea de patentar su patético coco del petro-madurismo) y pontificar sobre seguridad. Desde Semana y NTN24 (medios empeñados en lavarle la cara y presentarlo como un presidenciable de talla mayor) no ha parado de hablar sobre la necesidad de recuperar la seguridad; sobre la responsabilidad de la izquierda en generar caos social para “incendiar el país” y cuestionar sistemáticamente a Petro; al parecer, Petro es la única herramienta discursiva que tiene Fico para hacer algo de ruido en la opinión nacional, pues sigue siendo un gran desconocido y así puede encubrir algunas sombras que recaen sobre su paso por La Alpujarra.
A todas estas, no ha tomado una posición sobre la cuestión medular del profundo malestar social que actualmente sacude al país: la reforma tributaria.
El ministro que no fue
Resulta muy particular escucharle a Fico su cátedra de seguridad a Claudia López y Jorge Iván Ospina. Es algo que hace como un gran experto en la materia (según Semana) y como exalcalde de la segunda ciudad del país. Tal vez, se le olvida relatar que su primer secretario de seguridad, Gustavo Villegas, fue capturado en plena Alpujarra por supuestos nexos con bandas criminales, y que al cierre de su administración se dispararon los homicidios. Su política de seguridad en lo mediático se basó en el show (con helicóptero incluido) y en lo práctico en una mera estrategia de recambio de cabecillas. Pero fue su “huella” y es la experiencia que le quiere presentar al resto del país para que lo vean como una opción viable de cara al 2022.
Eso sí, solo desde los medios que permanentemente le hacen propaganda y sin tocar a Duque (a quien no aconseja como si hace con Claudia y Jorge Iván), pues resintió de recibirle el Ministerio de Defensa. Fico bien sabe que el gobierno Duque es un barco a la deriva, que si le recibía el Ministerio saldría muy quemado, de ahí que mejor se haya dedicado a convertirse en “profesor” (¿el pedagogo que quiere Duque como sucesor?) y presentador en Semana.
Entre la derecha y el uribismo
Cada vez tengo más claro que Fico será el jugador de la derecha y buena parte del uribismo. Pero en su estrategia hacia fuera sabe que no podrá recibir la bendición pública del caudillo (dícese: El que dijo Uribe) o matricularse en el Centro Democrático. A lo fijo, se presentará como independiente, sin partidos o jefes políticos (¿a quién les recuerda ese eslogan?) y repitiendo hasta el cansancio que en 2015 derrotó el candidato de Uribe; sin embargo, gobernó con la plana mayor del uribismo, en la repartija burocrática se vieron favorecidos todos los sectores (especialmente el grupo de Los Paolos) e inmediatamente llegó a La Alpujarra se alineó con los intereses del GEA en ese esquema de cooptación empresarial creado por Fajardo y llamado “gobierno corporativo”.
Recién ahora estamos conociendo los verdaderos alcances de sus decisiones en la contingencia de Hidroituango, así como la posición de la junta directiva que montó en EPM. El de Fico fue un gobierno uribista, eso no lo duden, la palabra de Uribe tenía peso y los concejales del Centro Democrático apoyaron sin reserva todos sus proyectos. Ahora, viene a marcar distancia y volver con el cuento de que es independiente. ¿En serio se comerán el cuento?
Sin Petro no es nada
Sobre la reciente coyuntura nacional derivada de la discusión en torno a la reforma tributaria, el exalcalde solo se ha dedicado a atacar a Petro. Nada más. En su miopía piensa que quienes están en las calles lo hacen únicamente instigados por Petro, para él no hay un profundo descontento social frente a un gobierno que soterradamente apoya, con un presidente que seguro defiende en privado y que generó un hastió con el uribismo, el sector político con el cual emergió en política y con el que gobernó como alcalde. En más, en su estrategia discursiva liquidó el fantasma del castrochavismo y se montó en otro más patético: el petro-madurismo. En su visión alterada de la realidad, tal vez sea un complot internacional de Maduro para convertir a Colombia en Venezuela utilizando a Petro como su instrumento.
Lo cierto es que ante su invisibilidad en la opinión pública nacional (así Semana se empeñe en promocionarlo) no tiene de otra, solo atacar a Petro. Por eso, estrenó su aspiración llamándolo “coronavirus” y ahora lo culpa por el descontento social que tiene el país en la indignación. ¿Acaso el presidente es Petro?
Silencio tributario
Sobre los temas esenciales no se pronuncia, no tiene grandes propuestas de país y sus discursos poco inteligentes están llenos de lugares comunes. No ha cuestionado consistentemente ningún artículo de la reforma tributaria; su afectación a la clase media o el aumento en las brechas de inequidad. Nada de eso. Parece que por prudencia estratégica no dice nada, pues podría generar tensiones con el uribismo o el mismo Duque. Su silencio solo confirma cuáles son sus verdaderos intereses en defensa del uribismo (en voz baja) y el gran empresariado amalgamado en el GEA, el grupo empresarial que le financió parte de su campaña en 2015. Así como a su fallido candidato Santiago Gómez. Por eso, no hay que dudar que Fico es una especie de uribista light; con cierto capital de opinión (a diferencia del Duque de 2018) y alienado como cualquier uribista a los grandes poderes económicos regionales y nacionales. Si llega al poder será más de lo mismo. Eso no lo duden.
En su silencio ante la tributaria solo veo un claro tributo a sus intereses.
