Un abrazo apretado para Alejandrito
Opinión

Un abrazo apretado para Alejandrito

El único problema contigo, Alejandrito, es que eres mi representante ante el Estado. Un Estado que es laico

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septiembre 01, 2015
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Como a muchas personas en Colombia, me asombran e indignan muchas de las actuaciones del señor procurador en Colombia. Elegido para “representar a la ciudadanía ante el Estado”, no hay nada que odie más que a la ciudadanía, la diversidad que la habita y sus pretensiones de ser libres e iguales, e incluso reclamar y ejercer derechos.

Reconozco que este personaje es, además, una de las personas más coherentes en su ideología y prácticas que la concretan. Por eso, más que ahondar en odios viscerales o polarizaciones tan de moda, me he dedicado, sin ser historiadora o arqueóloga, a hacer un ejercicio para intentar entender su compleja persona.

Te imagino en la infancia, Alejandrito, menor de cinco hermanos, el preferido de doña Mary, trabajando en la empresa de galletas de tu papá, entrometiéndote en todo, porque eras muy inteligente y pilo desde chiquito, intentando seguir a tus hermanos al río, a coger guayabas y cazar hormigas culonas. Tus hermanos, como toda tribu a la que estorban los más pequeños, se te esconderían, bromearían, te engañarían mientras transgredían “la férrea disciplina prusiana” con la que fueron criados. Te imagino saboreando la venganza, poniendo quejas, haciendo castigar a los y las desobedientes... y sentándote a leer, única actividad que nos queda de refugio a quienes no somos hábiles socialmente en la infancia.

Te imagino con tu costalito al hombro, deleitándote al recoger los ratones que  caían cada noche en las trampas, gozando con esos cuerpos destrozados. Noble entretenimiento que sin embargo, nada pronosticaba de la entrañable relación que tendrías años más tarde con los roedores que saquean el país.

Puedo imaginarte también, muy bañadito y perfumado, con tus calzonarias y tu lustrosos zapaticos en el colegio. Tú, tan disciplinado y estudioso y acosado  por el bullying: Eddie Monster sería tu apodo. Tus compañeros de colegio, crueles como todo niño se burlarían de tus colmillitos afilados, sin saber lo útiles que iban a resultar en el futuro, cuando a dentelladas destrozarías constituciones políticas y derechos.

Así imagino tu tránsito por la vida escolar: sin amistades sinceras, sin abrazos, sin compañía… tal vez, como Eddie Monster, abrazando tu hombrecito lobo…. Tal vez desde esa época te quedó la costumbre de hablar solo, pasando una a una las cuentas de tu rosario y los misterios de Jesús y de la Virgen. Tal vez desde esa época, tu, niño maltratado, andas craneando cómo impedir que se abracen o se besen los y las estudiantes, tú, tan escaso de besos y de abrazos.

Tal vez desde tu época de estudio en el colegio jesuita o desde que fuiste seminarista empezaste a odiar también que haya hombrecitos que abracen a otros hombrecitos y mujercitas que amen a otras mujercitas. Tanto recibiste burlas por tu hombrecito lobo…

alejandro

Por esas épocas de adolescencia y temprana juventud te imagino sin novia, desfogando tus ímpetus en leer y hablar en latín, abrazando desde ese tiempo tu Biblia, que tan útil ha sido como arma en toda tu vida, seminarista de los ojos negros…. Imagino tu espalda marcada por el suplicio, azotándote hasta sangrar por tus deseos pecaminosos… hasta que descansó tu espalda…. Aprendiste a  quemar libros de herejías.

Tu cruz y tu espada refulgirían en los salones de clases, tus sotanas y tus esvásticas en auditorios y calles. Aún sigues empuñándolas, unas más visibles que otras.

Luego, llegó el amor encarnado en Beatriz y tus tres hijitas… imagino tu decepción al principio… tu apellido y tu casta sin herederos claros, como la corona de España que tanto te obsesiona. Tal vez hubieras deseado abortarlas, pero no: tú eres hombre de fe. Te resignarías, pienso yo, hasta que descubriste que te podían servir como anzuelo para mostrar tu grandeza. Para hacer alianzas con poderosos, y organizar bodas reales, con corte de áulicos y seguidores que te besarían el anillo, monseñor Alejandrito.

Toda esta novela maginada me hace entender muchas cosas de tu imagen de hoy: posas de procurador comprometido contra la corrupción… te haces aplaudir por sancionar y destituir más de 800 alcaldes y más de 40 gobernadores… cuando en realidad lo que quieres es minar la figura de la elección popular, tan estúpida a tus ojos como dejar que el vulgo decida su destino, pudiendo retornar a la sana costumbre cuando el presidente nombraba a dedo y por componendas y favores a sus “colaboradores”. Este vulgo ignorante no recuerda que “toda autoridad viene de Dios”. Hay que recordárselo, porque con el embeleco de la democracia tienen arrinconada a la verdadera aristocracia.

De tus épocas de dolor aún te quedan el odio contra las parejitas felices… por eso hay que prohibir tempranamente que se abracen y besen en público.

Te queda el odio hacia las mujeres que deciden interrumpir los embarazos, y que lo hacen porque creen en su autonomía y disfrute de su sexualidad sin culpas y porque no están dispuestas como la Virgen María y como tu Beatriz a parir sin cuestionamientos, a parir como destino trazado desde “arriba”, sino como decisión que viene desde adentro.

Odio al vulgo, odio a la ignorancia del pueblo, odio a lo ordinario, a la gente “charra” como dice tu Beatriz.

Odio ¿al hambre? ¿A la desigualdad? ¿A la guerra? ¿Por qué?... si no te han hecho nada! Gracias a ellas disfrutas de tu vida como “Mi rey”, amasas poder y fortuna y puedes ver desde arriba y a la distancia a la “indiamenta” y a la “pobrecía”, que mueren de hambre, sed y violencias, seguramente por algún designio divino.

¿Odio a la corrupción? Depende, si negociando votos, favores y sanciones has llegado tan lejos… La corrupción en los gobiernos impíos es otra cosa…

Después de este ejercicio, Alejandrito. Tengo muy claro que no hay nada personal en mi indignación contra tus obras. Si continuaras siendo un “Cristero”, tal vez en un seminario o convento de clausura, no tendría ningún problema. Incluso un sacerdote o pastor vociferante desde tu púlpito. De hecho, aquí te pongo tu canción preferida: El martes me fusilan, clara muestra de cómo en tu mente religión, política y guerra son una misma materia:

El único problema contigo, Alejandrito, es que eres mi representante ante el Estado. Un Estado que es laico. Y tú, el “representante” de los intereses, sueños, aspiraciones y derechos de quienes, por errores de la democracia, también son ciudadanos y ciudadanas, construyen país, trabajan, piensan, pagan impuestos, y para tu desgracia, aman, desaman, ríen, hacen el amor con quien les da la gana, como el deseo manda. ¿Ahora entiendes, señor Inquisidor cuál es el “pequeño detalle” que te descalifica ante esta nación diversa, adolorida y celebrante?

P.D. Aunque reconocemos el derecho de todo país a defenderse de intromisiones extranjeras que pongan en peligro su estabilidad, condenamos los métodos fascistas de pintar y derribar casas del gobierno del presidente Maduro y su Guardia Nacional y el tratamiento indigno dado a toda la población colombiana. Tampoco haremos coro junto a los oportunistas de ultraderecha y los medios carroñeros que se relamen y hacen un show con el dolor ajeno. En todas estas situaciones, se multiplica la vulnerabilidad de las mujeres y las posibilidades de ser víctimas de violencias sexuales. La Red Nacional de Mujeres está impulsando una brigada de solidaridad con las mujeres, niñas y niños deportados, recogiendo pañales desechables, toallas higiénicas, tampones, condones, anticonceptivos, leche de tarro y demás implementos que siempre faltan en situaciones de refugio y hacen menos penoso el momento. También se está gestionando con autoridades para la prevención de más violencias a este lado de la frontera.

@normaluber

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