A pesar de la desidia, Minca puede salvarse

A pesar de la desidia, Minca puede salvarse

Un recorrido por la población vecina de Santa Marta que por su atractivo natural empieza a estar amenazada

Por: Santa Marta Vital y Fundación Salva tu Río
noviembre 27, 2016
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A pesar de la desidia, Minca puede salvarse

A pesar de la desidia, Minca puede salvarse

Un recorrido por esta población vecina de Santa Marta que por su atractivo natural empieza a estar amenazada

Por: Santa Marta Vital y Fundación Salva tu Río

En pleno siglo XXI y en contra de los compromisos ambientales suscritos por Colombia, Minca sigue siendo un territorio sin dios ni ley. Y no porque su historia reciente haya sido azarosa, como la de muchos poblados en Colombia. Allí deliquieron, desde los años 90, grupos como Farc, Eln, y otras nueve organizaciones ilegales que expulsaron turistas y propietarios de predios. Los problemas ambientales son hoy en día la nueva amenaza.

La normalización del orden público ha sido algo positivo y la moderna carretera que ahora conecta la vida de Minca con Santa Marta ha ayudado al regreso de visitantes de esa ciudad y de todo el país. Sin embargo, los turistas están causando deterioro ambiental por la tala indiscriminada de árboles, las basuras que arrojan, y el consumo de alimentos preparados con leña.

Pero estos no son los únicos responsables. La construción sin control de las estrechas calles del poblado, o sobre la ribera del rio Gaira (que allí llaman río Minca), está destruyendo la iglesia del Perpetuo Socorro.

Si nos situamos en el parque principal del pueblo, frente a esta estructura sagrada, lo primero que notamos es que la escorrentía, un canal que corría en uno de sus costados en dirección al río, se desboca hoy directamente contra la parte de atrás de la iglesia. La explicación es tan sencilla como alarmante: Tanto el cauce de la escorrentía como el colector subterráneo de las aguas -servicio urbano que permitía la desembocadura de la corriente en el río-, fueron tapados por construcciones de vecinos, cuyos nombres todos conocen. “ La Iglesia está que se cae”, dice la encargada, y en efecto, un gran charco cubre la casi totalidad de la nave izquierda del templo, humedeciendo y deteriorando las bancas de madera y dañando sus paredes. El ambiente que se respira es más de hongos que de incienso. Es una tristeza.

Apenas hace dos años, la Secretaría de Planeación de la Alcaldía de Santa Marta escuchó las solicitudes de los habitantes de Minca y de sus veredas circundantes para que fueran incluidas dentro del componente diferencial rural del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial que todavía no está vigente.

La protección y conservación de las áreas de valor ambiental, el desarrollo de turismo ecológico, la defensa de las áreas de rondas hídricas; la creación de corredores ecológicos alrededor de los ríos y la prohibición de la tala de árboles, todo ello acompañado de “una mayor conciencia ambiental tanto en los lugareños como en los visitantes”*, fueron algunas de las solicitudes de un medio rural ligado a su entorno. Entonces, ¿qué está pasando hoy en Minca?

Lo cierto es que las construcciones que dañaron la escorrentía no debían haber sido permitido por las autoridades. Hecho el daño, ¿será irreversible? Lo es para Junta de Acción Comunal que poco puede hacer: El Departamento Administrativo del Medio Ambiente, Dadma dice que no tiene competencia rural; la nueva Unidad Defensora del Espacio Público -Udep- no ha hecho presencia en el pueblo; y la Corporación Autónoma Regional del Magdalena, Corpamag, es indiferente ante el problema que se agrava día a día ante la falta de planeamiento urbanístico, territorial y de infraestructura. Ni hablar de la escasa intervención de las autoridades, que permiten la supremacía de los intereses particulares sobre los públicos.

Por eso las angostas calles de Minca carecen de andenes porque han sido invadidos por los frentes de las casas; por los comercios donde se destacan varias ferreterias; y por restaurantes y hoteles que buscan la cercanía al río como atractivo para los turistas.

Turismo sin control “con vista al río”

La construcción de hoteles y en especial de uno que está en proceso a cinco metros del río, sobre una roca que parece tener inscripciones indígenas -sería patrimonio arqueológico de la Nación-, irrespeta la faja paralela a su cauce, que debe ser mínimo de 30 metros de ancho. El futuro hotel ¨con vista al río¨, pero de espaldas a la gente, cuenta con la debida autorización de la Curaduría 2ª de Santa Marta, cuyas regulaciones parecen permitir licencias de construcción a particulares solo con la presentación de documentos de propiedad, de catastro y de los planos del constructor, sin ningún tipo de verificación in situ.

Por otro lado, también se desconoce la capacidad poblacional de carga que tiene Minca. Esta aumenta considerablemente los domingos y festivos, cuando los turistas arriban descontroladamente en toda clase de automotores que parquean en cualquier parte, sin importar el taponamiento que causan en la nueva carretera. Además, arrojan basuras, bolsas e icopor al río.

Esta superpoblación no tiene otro doliente que el río, porque los demás, incluyendo a los policías, parecen relajados y contentos, consumiendo bebidas gaseosas y mirando sus celulares; las tiendas, cafes y restaurantes, hacen su agosto ofreciendo sancocho hecho en leña ¨que es el mejor¨ y los delegados de Corpamag en Minca, no laboran en esos días.

La leña para preparar esa exitosa sopa no proviene de la tala de árboles vivos, según los propietarios de restaurantes, sino de árboles muertos, como si eso fuera mejor. Desconocen que los árboles caídos en su ciclo de descomposición, constituyen el hábitat necesario para un número considerable de especies de escarabajos, gusanos, lagartos, serpientes -muchas de ellas endémicas-; asimismo, la contaminación ambiental que genera su quema puede estar afectando el sistema respiratorio de todos.

La naturaleza, ¿en Buenas Manos?

Surge de lo anterior, la pregunta de si en Colombia no existen normas que prevengan, corrijan, eviten y sancionen todas estas irregularidades. Pues sí que las hay. Para citar solo tres, la faja paralela de 30 metros de ancho es un bien inalienable e imprescriptible del Estado, de acuerdo con el artículo 83, capítulo II del Decreto Ley 2811 de 1974; la protección e integridad macro del espacio público y entre otras, su destinación al beneficio común, son un deber Constitucional del Estado en los términos de los artículos 63 y 82 de la Carta; y las funciones de las Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible como encargadas de administrar el medio ambiente y los recursos naturales renovables y no renovables, tienen su origen en el artículo 23 de la ley 99 de 1993.

Pero las autoridades políticas y ambientales no intervienen, a pesar de que Minca está localizado en la parte adyacente de sostenimiento del Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, que fue declarado Reserva de Biosfera y Patrimonio de la Humanidad en 1979.

Resulta paradójico el lema de Corpamag ¨La naturaleza en Buenas Manos¨ y que los dos funcionarios de la entidad en Minca (hijo y yerno de una familia), que tiene un restaurante que además de cocinar con leña, alteró el cauce del río Gaira con una loza de concreto en la que ponen mesas y sillas.

¡SOS Minca! Colombia tiene que conservar este hermoso lugar a 650 metros sobre el nivel del mar, con temperatura promedio de 21°, rodeado de inmensos árboles, donde los pulmones sienten que respiran aire puro.

*El boletín No. 22 de octubre 26 de 2014 de la Secretaría de Planeación dio a conocer la solicitud de para que el componente diferencial rural del Plan de Ordenamiento Territorial

* Instituciones sin ánimo de lucro

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