Entre la curiosidad y el miedo, los colombianos comienzan a probar chips electrónicos bajo la piel

Los chips electrónicos bajo la piel ya son una práctica experimental en Colombia. Mientras algunos los celebran, otros advierten riesgos éticos y de privacidad

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octubre 06, 2025
Entre la curiosidad y el miedo, los colombianos comienzan a probar chips electrónicos bajo la piel

Hace unos años, hablar de implantes electrónicos bajo la piel parecía sacado de una película de ciencia ficción. Hoy, esta práctica comienza a materializarse en varios países, incluido Colombia.

En su versión más visible, se trata de microchips implantados en la mano que permiten abrir puertas, encender computadores, almacenar datos básicos o incluso pagar en tiendas, sin necesidad de llaves, tarjetas o celulares.

Del laboratorio al día a día

El origen de esta tendencia se rastrea en países nórdicos como Suecia, donde desde 2015 empresas como Biohax International implantaron chips RFID a miles de voluntarios. La atracción era clara: con un simple movimiento de la mano podían entrar a la oficina o usar el transporte público.

En Colombia no hay cifras oficiales, pero comunidades interesadas ya existen en Bogotá, Medellín y Cali. En grupos de Facebook y Telegram circulan testimonios de quienes han importado chips desde EE. UU. o Europa y se han sometido a procedimientos experimentales.

Testimonios que sorprenden

Andrés, ingeniero de sistemas de 32 años en Medellín, decidió implantarse un chip RFID entre el pulgar y el índice de la mano derecha. “Lo uso para abrir la puerta de mi oficina y encender mi computador. Es como tener una llave invisible. El procedimiento fue rápido, como un piercing”, relata.

En Bogotá, Natalia, diseñadora gráfica de 28 años, optó por un uso más práctico. “No quería depender de tantas tarjetas ni llaveros. Ahora mi chip almacena mi información médica básica: tipo de sangre, alergias y contacto de emergencia. Si algo me pasa, cualquier celular con NFC puede leerlo”, cuenta.

Aunque casos aislados, reflejan que la tendencia ya no es tan lejana.

¿Qué tan seguro es?

Los chips no son más grandes que un grano de arroz y están encapsulados en vidrio biocompatible. Funcionan con la misma tecnología de las tarjetas sin contacto (RFID o NFC) y solo se activan cuando un lector los acerca.

Sin embargo, especialistas en ciberseguridad advierten riesgos. El más relevante es la facilidad con la que la información puede ser clonada. “No es que alguien te rastree como un GPS, pero sí pueden robarte datos si no hay protocolos de encriptación”, señala Camilo Rodríguez, experto en seguridad digital de la Universidad de los Andes.

Más allá de lo técnico, surge un dilema ético: ¿qué pasaría si empresas o gobiernos promovieran el uso de chips como requisito para acceder a servicios? Allí se abre la discusión sobre privacidad y libertad individual.

Lo que pasa en Colombia

En el país, los implantes no están regulados. El Ministerio de Salud no ha expedido lineamientos, y tampoco hacen parte del marco de dispositivos médicos. Esto los mantiene en una zona gris legal.

Algunos estudios de tatuadores y body piercers en Bogotá y Cali ofrecen el servicio bajo la advertencia de que se trata de un procedimiento experimental y voluntario. Los precios oscilan entre 400.000 y 800.000 pesos, según el tipo de chip y la complejidad de la implantación.

En Medellín, la comunidad Medellín Hackerspace organizó en 2024 un encuentro con tecnólogos y médicos alternativos donde se discutió la posibilidad de usar chips para pagar en el metro o como identificación universitaria.

Regulación en otros países

  • Suecia: no existe una ley específica, pero deben cumplir normas de biocompatibilidad.
  • Reino Unido: en 2022 la ICO advirtió a las empresas que no pueden obligar a empleados a implantarse chips.
  • Estados Unidos: algunos estados, como Wisconsin e Indiana, prohíben exigirlos de manera obligatoria.
  • Australia: ciertos estados solo permiten el uso con consentimiento informado.
  • Unión Europea: exige certificación CE de seguridad, al considerarlos dispositivos de bajo alcance.

Estos marcos muestran que el debate gira en torno a dos ejes: la voluntariedad y la protección de datos personales.

Datos curiosos

En 2018, la empresa sueca Epicenter implantó chips a más de 4.000 empleados para control de acceso y compras internas. En Colombia, algunos jóvenes ya reemplazan tarjetas de coworking con chips.

El chip más popular es el xNT, desarrollado por la firma Dangerous Things en EE. UU. En foros locales se discute cómo adaptarlos para TransMilenio o el Metro de Medellín.

Los chips implantados bajo la piel ya están en Colombia, aunque en fase experimental y rodeados de dudas. Mientras algunos celebran la practicidad de tener una “llave invisible” en la mano, otros alertan sobre los riesgos de privacidad y control.

El futuro de esta práctica dependerá no solo de la tecnología, sino también de la capacidad del país para aprender de la experiencia internacional y establecer pronto un marco regulatorio.

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