Achury Viejo: el imperio taurino que la familia Rocha perdió pagando las deudas de la pirámide ganadera

Su mamá, María Francisca Medina, aceptó vender casi la mitad de la hacienda para pagar el fraude de su hijo a 70 de sus amigos que superó los $30 mil millones

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septiembre 24, 2025
Achury Viejo: el imperio taurino que la familia Rocha perdió pagando las deudas de la pirámide ganadera

Entre Suesca y Sesquilé en Cundinamarca, un lugar donde el frío se pega a los huesos y los gigantes eucaliptos se alinean como soldados, está levantada la imponente hacienda Achury Viejo, de origen colonial que fue adquirida por don Benajmín Rocha en los años 30. Parte de sus tierras las dedicó al ganado bravo y años después de comprada Achury Viejo terminó marcando el ritmo de la fiesta brava en Colombia. Hoy la hacienda carga con otra fama: la de la pirámide ganadera. Y esto por cuenta la estafa que uno de sus herederos Felipe Rocha Medina a 70 de amigos y conocidos provenientes de la elite bogotana. El 40 % de la emblemática hacienda sabanera terminó siendo aprovechada para completar de saldar las deudas por $18 mil millones.

La historia de Achury Viejo no empezó con el escándalo de la pirámide que armó Felipe Rocha Medina. Se remonta a tiempos coloniales, cuando la corona española le entregó estas tierras al español Juan de Achuri, un encomendado de la Reina Isabel. En el siglo XX, el patriarca de los Rocha y abuelo del condenado estafador, don Benjamín Rocha, se las compró a los herederos del español y fundó aquí su ganadería de lidia que los convirtió en una de las familias más influyentes entre los amantes taurinos.

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Don Benjamín fue un aficionado a los toros que no se conformó solamente con ver corridas en la Santamaría de Bogotá. En 1935 compró 30 vacas y tres sementales de la ganadería Mondoñedo, otra de las grandes fundada en 1923 por Ignacio Sanz de Santamaría. Años después, en 1953, viajó a España y trajo directamente reses del Conde de la Corte y vacas de la Viuda de Soler. En 1962 volvió a hacerlo, esta vez en compañía de Jaime Vélez, con quien importó vacas de Buendía y Bartolomé. Fue así como don Benjamín Rocha convirtió su hacienda Achuri Viejo en una de las cunas del toro bravo en Colombia.

Achury Viejo - Felipe Rocha
La ganadería Achury Viejo fue durante más de 40 años una de las más poderosas del país.

En aquellas 100 hectáreas de Sesquilé y en otras haciendas que fueron poniendo en ciudades como Ibagué en el Tolima y en la Costa Caribe, levantaron durante los años sesenta, setenta y ochenta toros que fueron lidiados en las plazas más importantes del país y por los grandes toreros locales e internacionales, como Gitanillo de América II, José Ortega Cano, Joselito y Joselillo de Colombia. La divisa de Achury Viejo —oro, verde y grana— desfiló en Bogotá, Cali y Manizales. Para muchos aficionados, aquellos toros eran casi un símbolo de prestigio.

La caída del negocio

Pero los tiempos cambiaron. Desde hace más de una década, cuando Gustavo Petro estaba de alcalde de Bogotá, empezó a prohibir las corridas en La Santamaría, una de las plazas que mantenía vivo el toreo en el país. Los animalistas lograron que algunas victorias en contra de las corridas y Achury Viejo, así como otras ganaderías, empezaron a quedar convertidas en recordatorios incómodos: grandes extensiones de tierra fértil, con cientos de cabezas de ganado, pero un negocio atado a un oficio con fecha de vencimiento.

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Pero la caída de los Rocha llegaría cuando la hacienda y el negocio ganadero fueron dejados en manos del nieto del fundador, Felipe Rocha Medina, quien empezó a hacer negocios extraños bajo la sombrilla de su apellido y la historia ganadera de su familia, negocios que terminaron siendo la vergüenza de los Rocha. El nieto de don Benjamín, terminó convirtiendo la gigante hacienda en la fachada de su pirámide ganadera.

Su negocio personal lo inició muy joven, en los años noventa. Por aquella época arrancó engordando ganado cebú en Tocaima. Compraba reses jóvenes, las engordaba y luego las vendía con un margen atractivo. Al principio el negocio funcionó, pero pronto se volvió insostenible.

En lugar de admitir las pérdidas, el joven Rocha empezó a captar dinero de conocidos, amigos y empresarios de renombre. Les ofrecía rentabilidades del 30% anual. Muchos confiaron en él porque llevaba el apellido de una familia ganadera reconocida, porque hablaba con solvencia de tema. Todo lo respaldaba con un nombre de peso: Achury Viejo.

El truco se cayó cuando las supuestas reses que financiaban los inversionistas resultaron ser “vacas fantasmas”. Entre los estafados aparecieron nombres como Martín Santos, hijo del expresidente Juan Manuel Santos; el excongresista Alberto Montoya Puyana; la modelo Carolina Castro; el columnista Yohir Akerman; y empresarios como Pedro Dávila y Augusto Zárate.

Felipe Rocha
Felipe Rocha Medina fue condenado a 6 años de cárcel y hoy pasa sus días en la cárcel La Modelo

Rocha fue capturado, se declaró culpable y firmó un preacuerdo con la Fiscalía: aceptó su responsabilidad por captación masiva de dinero y estafa agravada. Recibió una condena de 74 meses de prisión y se comprometió a devolver la plata a través de una fiducia respaldada por sus bienes.

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Esos bienes incluían la joya de la corona: la hacienda Achury Viejo, orgullo de su abuelo. Con ella, el Estado logró reunir unos 30.000 millones de pesos, de los cuales 16.000 serán distribuidos entre los afectados. Por primera vez en un proceso de este tipo, se cubrirá el 100% de las reclamaciones.

El anuncio de que la hacienda reparará el delito lo hizo el superintendente de Sociedades, el abogado Billy Escobar. Dijo que el proceso de intervención a los bienes de Felipe Rocha Medina había terminado. Las deudas terminarán de pagar con la subasta de 40 hectáreas de las 100 que componen la hacienda Achury Viejo, propiedad que está a su nombre y al de su mamá, María Francisca Medina de Rocha.

Entre la gloria y el ocaso

Hoy la hacienda vive un contraste extraño. Mientras la Corte Constitucional sentencia la muerte de la tauromaquia, las tierras que criaron unos de los mejores toros bravos del país serán subastadas para pagar las deudas que dejó un ganado que nunca existió.

Las hectáreas de Achury Viejo ya no se medirán hoy en cabezas de ganado sino por el precio del mercado inmobiliario. La gigante hacienda que alguna vez fue sinónimo de poder y prestigio en la fiesta brava y que fue orgullo de un apellido se convirtió en la moneda para reparar su caída.

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