Gentil Duarte, el activo comandante de la disidencia de las Farc

Gentil Duarte, el activo comandante de la disidencia de las Farc

Le dijo no al acuerdo que ayudó a construir en La Habana para seguir en el negocio de la coca en Guaviare donde acaban de secuestrar a un funcionario de la ONU

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mayo 04, 2017
Gentil Duarte, el activo comandante de la disidencia de las Farc

La última vez que se le vio en un evento público a Miguel Botache Santillana fue en septiembre, en los Llanos del Yarí, cuando las Farc organizó la X Conferencia, la última reunión que tendrían como una guerrilla armada. Había entrado hacía 30 años a la organización y fue, en la década del noventa, Comandante del frente Séptimo de las Farc con una marcada influencia en los frentes 22,27, 43, Manuela Beltrán y Camilo Tabaco. Todos esos frentes tenían algo en común: su papel decisivo en los cultivos y procesamiento de la coca.

Gentil Duarte, en el Bloque Oriental, le generó a la Guerrilla muchos recursos no sólo gracias al narcotráfico sino a los cobros extorsivos a compañías mineras y a petroleras. Además era conocido como uno de los carceleros de soldados secuestrados más crueles que tuvo la guerrilla a principios de la década pasada. Su importancia fue reconocida por las Farc al ser uno de los primeros comandantes guerrilleros en viajar a La Habana a formar parte de la mesa de negociación en el 2013. En el Yari varios periodistas lo recuerdan haber visto siempre sonriente y amable, mostrándose convencido de que no había una mejor salida que la negociación para acabar un conflicto.

Por eso el secretariado de las Farc pensó, a principios de octubre pasado, que Duarte sería el hombre indicado para aplacar a Néstor Gregorio Vera Fernández alias Iván Mordisco, el guerrillero con 18 años dentro de las Farc que convenció a cerca de 120 hombres de los 250 con los que contaba el Frente Primero para que le dijeran no a los acuerdos de La Habana. El argumento que dieron, en junio del 2016, era que ellos no se sentían derrotados militarmente y que no estaban de acuerdo con el modelo económico que se estaban negociando. Además, no tenían ninguna intención de apiñarse en zonas de concentración.

El Frente Primero “Armando Ríos” tuvo una importancia histórica para formar y entrenar guerrilleros y nutrir cada uno de los frentes. Su área de influencia va desde los alrededores de Miraflores –Guaviare- hasta las riberas del río Unilla, afluente del río Vaupés. Una fortaleza inexpugnable de selva espesa que le ha servido como escondite de múltiples laboratorios de cocaína y desde donde empiezan las rutas del narcotráfico hasta Venezuela.

Entrenados a principios de este siglo por Milton de Jesús Toncel Redondo, alias Joaquín Gómez, pasaron a la portada de los periódicos el 2 de julio del 2008 cuando La Operación Jaque les arrancó a Ingrid Betancourt, a quien custodiaban, frente a sus narices. En la operación cayeron sus dos hombres más importantes:  Gerardo Antonio Aguilar, alias César, y Alexander Farfán, alias Gafas. Después de este episodio El “Armando Ríos” empezó a perder protagonismo y, debido a los bombardeos constantes de la Seguridad Democrática y posteriormente el de Juan Manuel Santos, lo fueron desconectando de los otros frentes de las Farc hasta quedar completamente aislados. Mientras tanto Iván Mordisco iba ganando influencia y ascendía vertiginosamente. Los laboratorios de cocaína pululaban como hongos después de la lluvia. Se cree que este frente maneja actualmente dos toneladas de coca al mes. Que llevan años asociados con bandas criminales del Guaviare. Que, además de beneficiarse del narcotráfico, dominan la explotación de Coltán en la zona. Iván Mordisco se acostumbró a vivir bajo un precepto con el que domina la región y genera terror: Plata o Plomo.

En diciembre del 2015, cuando ya el cese al fuego de las Farc llevaba más de seis meses,  se encendieron las alarmas dentro del secretariado: El Armando Ríos reclutaron a varios niños indígenas de la etnia Nukak Makú. Desde La Habana mandaron varios mensajes sin obtener respuesta. Por eso decidieron enviar a alguien de confianza como Gentil Duarte para aplacar la disidencia.

Pasaron tres meses y Gentil Duarte no daba señales de vida. El Secretariado pensaba que lo habían matado. Las noticias eran difusas hasta que apareció la verdad: al llegar al campamento Gentil Duarte notó que Iván Mordisco tenía una enfermedad degenerativa que había limitado sus acciones, que los laboratorios daban coca como Maná del cielo, que los hombres estaban armados y había como mantenerse en la selva. En esos días los disidentes le ofrecieron una caleta con 3 mil millones de pesos que pertenecía a las Farc. Gentil Duarte nunca volvería más. Compartiría la comandancia de la disidencia con Iván Mordisco.

El primer fin de semana de abril el frente Armando Ríos demostró lo peligroso que puede ser: en un episodio confuso retuvo durante 18 horas a cinco extranjeros que hacían deportes extremos en uno de los afluentes del rio Apaporis. Los negocios de narcotráfico y de explotación de Coltán siguen creciendo. Estos 120 rebeldes cada vez se fusionan más con las Bacrim que imponen el terror en la región. Ya, estos hombres, hace dos años que han olvidado para siempre que pertenecieron a la guerrilla de las Farc. Ahora, con la nueva retención de un funcionario de la Onu, su peligrosidad sigue más latente que nunca.

 

 

 

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