¿Por qué ser de izquierda es más difícil que ser de derecha?

¿Por qué ser de izquierda es más difícil que ser de derecha?

Lennon, Chaplin y hasta Jesús fueron rebeldes zurdos

Por: JULIAN CORTES URQUIJO
diciembre 11, 2013
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
¿Por qué ser de izquierda es más difícil que ser de derecha?

“Mis sentimientos están como mi corazón, a la izquierda;

mi razón, como mi cerebro, al centro;
mis odios y resentimientos en mi pequeña vesícula biliar, a la derecha.”
Héctor Abad Gómez

Algunos estudios científicos que han sido popularizados últimamente en las redes sociales, afirman que las personas de izquierda son más inteligentes que las de derecha (Rindermann et al. 2012; Stankov, 2009), o que las personas con mayor nivel educativo tienden a tener posiciones más liberales (Kemmelmeier, 2008; Gerber et al., 2010). Varias veces se ha dado ese debate en círculos de discusión, por aquello de que es común escuchar que la izquierda “adoctrinamos” a la gente. La verdad es que sí queremos masticarnos un poco mejor la realidad, y por eso insistimos en cuestionarla y nos tomamos el tiempo necesario para encontrar los mejores argumentos. Para ese fin, no basta con leer la información de los periódicos de amplia circulación, ni ver las mentiras convertidas en noticias de los grandes medios.

El “zurdo” medianamente formado, ha pasado por una cantidad de estudios de manera autodidacta o en núcleos de formación en sindicatos, ONGs, organizaciones sociales, academia, partidos de izquierda y demás espacios sociales, incluso acompañado de unas cervezas y otros, hasta de un porro de marihuana. Es un desaforado lector de información y de cuanta literatura contestataria, crítica, marxista, librepensadora, científica y poética encuentre por su paso. Un “debatólogo” que con poderosos argumentos le contesta hasta a su propia madre cuando considera que ella no está en lo correcto. El zurdo es por excelencia un inquieto buscador de respuestas y no “traga entero”.

Podríamos hacer un análisis detenido de los grandes intelectuales, artistas y personalidades en la historia y clasificarlos en dos grandes grupos. De esta manera, a pesar de sus amplias diferencias entre sí; se puede llegar a la conclusión que son más quienes apoyaron alguna causa progresista, simpatizaron o profesaron ideas de izquierda, e incluso que llegaron a militar en partidos revolucionarios y/o comunistas que los que apoyan las ideas conservadoras. Desde Sócrates quien murió defendiendo sus ideas contra el establecimiento de Atenas, hasta Einstein, un científico pacifista y crítico del nazismo. George Washington fue un revolucionario progresista, y Bolívar, a pesar de la diatriba errada de Marx y de la insistencia histórica del partido conservador de ubicar a nuestro prócer como padre ideológico de este en Colombia, fue de izquierda. Mandela, recientemente fallecido, un abogado sudafricano de izquierda y guerrillero, lo mismo que Fidel en Cuba y Nehru y Ghandi en la India, también abogados, no solo cambiaron la historia de sus propios países, sino la del mundo contemporáneo. El mismo Jesucristo con el cual muchos cristianos justifican las más aberrantes posiciones fascistas se podría considerar que para su momento histórico fue un rebelde con ideas progresistas de izquierda. Artistas de la talla de Charlie Chaplin y Cantinflas eran de izquierda, e incluso Chaplin militó en el Partido comunista.

John Lennon por su parte se dice que fue asesinado por la CIA ante su manifiesto apoyo al fin de la guerra en Vietnam y sus nexos con el partido político de izquierda de las Panteras Negras en EEUU. Picasso militó en el partido comunista francés, y ni que decir de Frida Kahlo y Diego Rivera quienes militaban activamente en el partido comunista mexicano. El prestigioso científico colombiano Rodolfo Llinás aunque no le guste mencionarlo, sin duda es de izquierda. El escritor William Ospina a pesar de superar los 30 años, donde se supone que uno deja de ser de izquierda, también lo es. Podría seguir enumerando ejemplos, pero son muchos.

Infortunadamente en la Actualidad muchos intelectuales prefieren quedarse callados por diversas razones como lo manifestaba James Petras en su artículo “Intelectuales en retirada”. Ya no son tantos los intelectuales dispuestos a darse la pela por un mundo mejor, y los que hay no tienen cabida en la academia oficial, más interesada en acumular “papers” que en cambiar la sociedad. Estos intelectuales mudos, ciegos y sordos ante la realidad, aun sin tener posiciones de derecha terminan militando sin quererlo en sus filas. Su silencio los convierte en cómplices.

Justificar los postulados de la derecha desde la razón es un imposible, desde el humanismo (o corazón como muchos lo llaman) mucho menos. Los nazis duraron años experimentando para argumentar su supuesta superioridad como raza y no pudieron. Son pocos los intelectuales que se atreven a justificar los ataques militares de los países imperialistas contra Irak o las recientes incursiones contra Libia y la frenada incursión militar contra Siria.

Ser de izquierda, por tanto exige mucho más del cerebro humano, precisamente porque comprender la ideología política de la izquierda y su crítica al establecimiento y a las formas excluyentes y elitistas de ejercer el poder, requiere un ejercicio mental muy superior que el que hacen los partidos o corrientes de derecha o defensoras del statu quo incluyendo el menudo esfuerzo mental que hacen sus seguidores. A veces ni el desempleo puede hacer creer de lo contrario a un desprevenido ciudadano mal informado.

- “Uribe ha sido el mejor presidente de Colombia”, - decía una mujer vendedora de dulces cerca de la biblioteca Luis Ángel Arango mientras una tanqueta de la policía avanzaba recogiendo las ventas ambulantes y ella alistaba con sumisión sus cositas.

Y cuando se dice que el pensamiento de izquierda requiere de un ejercicio mental más elaborado no se está diciendo que es exclusividad de los intelectuales. Los líderes campesinos que recientemente nos deslumbraban con su análisis profundo y bien lógico de la realidad del agro colombiano demuestran lo contrario. Las movilizaciones tan amplias como las que hemos disfrutado recientemente son resultado de un trabajo persistente de educación política que la izquierda en todas sus formas ha realizado a lo largo y ancho del país más que de engaño o presión como acostumbra hacer la derecha. Para nada son espontáneas como sugieren algunos analistas.

Para creer en las concepciones de la derecha, (sin ofender), se requiere tener estenosis mental. Asumir la ideología de la derecha, requiere ser básico en términos argumentativos. Seguir políticamente a un personaje de derecha como Álvaro Uribe es fácil. Aceptar el recurso argumentativo de la seguridad o de que el país está mejor porque ya se puede viajar por las carreteras o de que “Colombia es pasión”, es simple, y por eso llega al más desprevenido de los colombianos. Conseguir que el grueso de los colombianos apoyara a Uribe y sus planteamientos requirió de un ejercicio altamente elaborado por parte de propagandistas expertos que pueden comunicar una idea con imágenes y lemas sencillos, dispuestos tácticamente para que fácilmente sean aceptados por el vulgo gregario. La derecha apela a la ignorancia masiva que con sus políticas educativas e informativas han generado. No es que el común de la gente sea ignorante, es que está mal informada que es otra cosa. Y en eso los grandes medios han ayudado bastante.

No dudo de la inteligencia de Álvaro Uribe, ni mucho menos de la de Godofredo Cínico Caspa, - aunque sí de la fingida intelectualidad de José Obdulio-. Lo cierto es que es difícil creer a estas alturas de la historia colombiana que Álvaro Uribe tenga realmente buenas intenciones y que su discurso patriotero y su mano en el corazón sean porque le interesan los colombianos. Basta hacer una delicada pesquisa a sus propiedades, a sus ingresos y los de su familia, para darse cuenta de donde proviene su discurso y cuáles son sus verdaderos intereses.

Antaño y ahora, mientras la izquierda argumenta sus tesis contra la derecha con teorías económicas, políticas, filosóficas y sociológicas, la derecha saca tonterías como decir que los comunistas “comen niños”, o que el socialismo quiere acabar con la familia, apelando a los miedos de las mayorías, o como sostuvo durante años el imperio norteamericano que Mandela era un terrorista.

Para algunos militantes de izquierda mostrar una visión simplista del mundo es sinónimo de pedagogía, para otros es sinónimo de segregar o subestimar las capacidades intelectuales y el potencial político de las masas. Otros, en otras épocas hacían cartillas para que los militantes de base aprendieran cual catecismo los postulados del marxismo y las corrientes progresistas del pensamiento, deformando desde el principio la idea de concientizar a la gente por la de dogmatizarla. Sea como sea, la izquierda en su conjunto hemos fallado a la hora de conquistar los corazones y las cabezas del grueso de la población. Por una lado, unos grupos se quedaron debatiendo ideas filosóficas, discursos “veintejulieros” y de la época de la guerra fría; y por el otro, poco se han esforzado en enseñarle a la gente y en adquirir conocimiento - como deber primario del militante - quedándose solo en el activismo, en la protesta callejera o tirando piedras (sin subestimar estas expresiones), y peor aún, batallando ferozmente contra el capitalismo desde el Facebook.

La izquierda pretende ordenar lo que le caos de la sociedad de consumo y el capital insiste en dejar desordenado. El caos por tanto beneficia a un puñado de la élite, tal vez por eso el proyecto progresista de la izquierda es tan difícil de poner en práctica, de conciliar y muchas veces de entender. La derecha nunca explica sus propósitos aunque en el fondo oculten sus intereses perversos e individuales; son tan básicos que cualquier persona los sigue. El mundo sin duda es mucho más complejo de lo que la derecha propone con sus postulados mediocres y simplistas, por respeto al pueblo del cual estamos convencidos que no es ingenuo, ni ignorante, no es posible quedarse en ideas primarias. Sin embargo, podría ser importante coquetear de vez en cuando con “vender” nuestras ideas con la sencillez y efectividad como el mercado vende una crema dental. Este es uno de los retos para este momento histórico, poder transmitir masivamente nuestro proyecto de sociedad a todos los colombianos.

Referencias citadas.

1. Rindermann, H., Flores-Mendoza, C. y Woodley, M.A. 2012. Political orientations, intelligence and education. Intelligence, 40, 217-225
2. Gerber, A. S., Huber, G. A., Doherty, D., Dowling, C. M., y Ha, S. E. 2010. Personality and Political Attitudes: Relationships across Issue Domains and Political Contexts. American Political Science Review, 104(01), 111-133.
3. Kemmelmeier, M. 2008. Is there a relationship between political orientation and cognitive ability? A test of three hypotheses in two studies. Personality and Individual Differences, 45(8), 767-772.
4. Stankov, L. 2009. Conservatism and cognitive ability. Intelligence, 37(3), 294-304.
5. Petras, J. 1990. Los intelectuales en retirada. Nueva Sociedad. 107, 92-120

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