A lo mero macho
Opinión

A lo mero macho

Por:
noviembre 01, 2014
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santiago 1

Autor: Pierre Metivier(CC BY-NC 2.0)

Hace poco leí un estudio que muestra que es más probable ver a las mujeres adquiriendo productos y servicios etiquetados como más justos, sostenibles u orgánicos, que a los hombres. Una vez más, el género femenino refleja en sus decisiones su naturaleza protectora y compasiva. Al mismo tiempo, la sociedad matonea a los hombres que adquieren productos orgánicos o automóviles ahorradores, ya que estos parecen tener etiquetas femeninas: una camioneta 4x4 es de “varones”; un carro híbrido es de mujeres o de hombres homosexuales. Muchos reconocerán este patrón. Los que no, pueden darle una mirada a imágenes como esta o esta, o ver algún capítulo de Modern Family (Mitchell es homosexual y abogado ambiental). Ya lo había pensado antes, pero cada vez más me pregunto si el hombre es insostenible. Reconozco que es un poco extremo pensar en estos términos y es claro que no todos los hombres y mujeres se comportan igual.

Siempre vi este problema desde otro ángulo: la guerra, la violencia y el crimen, los cuales son claramente insostenibles. No hay duda de que tanto hombres como mujeres pueden ser violentos y quebrantar la ley, pero según esta columna, hay una tendencia clara: más del 90% de los presos en Colombia son hombres. No quiero ser reduccionista y comprendo la complejidad del dato, pero igual es muy revelador.

Siempre me ha interesado la biología, y recientemente, la psicología. Por supuesto, nos soy el primero que me pregunto si la violencia es un rasgo evolutivo. Según Laurie Santos, las demostraciones de violencia en el reino animal son mucho menos comunes de lo que pensamos. De hecho, la mayoría de animales que gracias al proceso evolutivo cuentan con armas mortales han desarrollado también mecanismos para controlar su uso. Los ciervos canadienses, por ejemplo, podrían desgarrar a un contrincante fácilmente con sus astas. Sin embargo, primero se miden el uno con el otro, comparan la potencia de su bramido o simplemente chocan sus cuernos. La mayoría de las veces, el encuentro termina sin recurrir a la violencia.

Por otro lado estamos los seres humanos, quienes hemos desarrollado armas increíblemente letales en un tiempo extremadamente corto, en términos evolutivos. Pero la evolución no ha contado con el tiempo necesario para darnos mecanismos de control que eviten nuestra aniquilación y la del planeta entero. Los seres humanos somos capaces de cometer las peores atrocidades contra nuestra propia especie y sobre todo contra otras especies. Solo hay otro animal que se comporta de una manera similar, y no por coincidencia, es uno de nuestros parientes más cercanos: el chimpancé.

Nuestra cercanía genética con los chimpancés es bastante conocida. Lo que muchos no saben, es que estamos similarmente relacionados con otra especie del género de los chimpancés: el bonobo. Resulta que la violencia intra e intergrupal, el maltrato hacia las hembras y el infanticidio (comunes en los chimpancés y en el ser humano) son casi inexistentes en los grupos que conforman estos primates. Los bonobos eligen hacer el amor y no la guerra, literalmente. Amy Parish resalta que un importante mecanismo de control que usan estos animales es el de la solidaridad femenina: “las hembras colaboran entre ellas, refuerzan sus vínculos y reducen cualquier tensión que pueda existir. Esto les permite formar alianzas y dominar a los machos de una manera cooperativa, lo cual cambia el balance de poder y las dinámicas sociales en el grupo”.

Para muchos es obvio que vamos en la dirección equivocada, dando pasos agigantados hacia nuestra extinción y la de otros seres con los que compartimos el planeta. ¿Será coincidencia que países como los escandinavos, en donde la mujer desempeña un papel mucho más activo en la construcción de la sociedad, se puedan jactar de los bajos niveles de violencia, de su baja participación en guerras, de la igualdad económica y de oportunidades ,y de la protección ambiental? ¿Será coincidencia que países como Colombia, en donde la mujer aún no tiene el papel y el respeto que se merece en la sociedad, sean violentos y presenten altos niveles de corrupción y destrucción ambiental? Necesitamos que los que se creen muy machos como para cuidar del planeta y lo que en él habita se den cuenta de que sus aparentemente altos niveles de testosterona no nos están llevando por un buen camino y de que tomar decisiones de noviolencia o consumo responsable y sostenible no es un reflejo de la identidad sexual, sino de involucramiento, altruismo, empatía, compasión, autopreservación... y sentido común.

Alrededor del mundo, las mujeres se preocupan por sus comunidades y por sus hijos y se quedan para trabajan por ellos. Esa realidad mueve a personas como Bunker Roy, quien considera que son ellas quienes hacen el mejor trabajo para cambiar la situación de los pobres alrededor del mundo. Mientras tanto, los hombres emigran a las ciudades y lideran guerras por tierra, oro y poder, lo cual crea más pobreza.

El hombre siempre se ha llenado la boca diciendo que es especial. La historia ha demostrado que su comportamiento no es precisamente ideal y que se va a requerir más que una piel de oveja para ocultarlo; “la mona, aunque se vista de seda, mona se queda”:

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