Los trabajadores del campo, no sienten el día de descanso que mundialmente obliga a celebrar una fiesta que no se corre del calendario. El 1 de Mayo día del trabajo, sagradamente se celebra en todo el mundo. Siempre termina con enfrentamientos entre manifestantes y policías que cuidan no se sabe que, o su presencia motiva los enfrentamientos. Lo cierto, es que la celebración que debía ser sagrada para todo trabajador no es así.
Quienes trabajan de una forma, informal (valga la redundancia) como dicen las encuestas y opinión de los versados en estos temas es el 70 % de la población en Colombia. Este porcentaje debe trabajar porque si no lo hace no come el 2 de Mayo.
Discursos van y vienen por parte del gobierno y de quienes lideran los sindicatos de trabajadores con contrato, que siempre durante muchos años piden mejoramiento de salarios y prestaciones, 8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 de dedicación a la familia y persona. Eso será imposible en un país lleno de problemas de todo tipo, que no permite que los trabajadores colombianos puedan con su salario mantenerse. (Hacer un chance con esos números podría ser una pata ganadora 888)
En el campo colombiano los trabajadores del agro, nunca celebran, ni el 1 de Mayo ni otra fiesta, pues si se dedican a parrandear las plantas se desmejoran, no hay quien recoja el café, los plátanos y las frutas para que los que celebran tengan comida y puedan recuperar las energías perdidas después de tanta marcha.
En el campo no existe horario, hay que trabajar sin límites, los trabajadores no tienen contratos fijos, trabajan al día por un jornal, no tienen salud, no tienen prestaciones, no tendrán pensión de vejez. Si logran ser amigos de la politiquería cuando tengan edad adulta podrán aspirar a un auxilio de 50 o 60 mil mensuales que no alcanzan para mucho. Lo único cierto es que los politiqueros en estos tiempos, los engañan con discursos mentirosos sobre lo que trataran de hacer para mejorar su vida en el campo. Todo se vuelve mentira.
El trabajo del campo termina siendo mal pago cuando venden las cosechas, y la vida del campo es lo peor para quienes no valoran el esfuerzo.
En los campos colombianos siempre ese día sonaran las guadañas, las fumigadoras, las motosierras y el almuerzo será lo mismo de todos los días: ACPM, arroz, carne papas y maduro y un plato de sancocho para recuperar energías, acompañado de una tasa de agua de panela. Que rico, y pensar que en esas marchas van campesinos que cambiaron el campo por la ciudad para mejorar. Ojala lo logren, si no, que se devuelvan porque en el campo faltan muchos trabajadores. Es que el trabajo del campo no paga el esfuerzo y faltan muchas comodidades. En el campo no hay encuestas porque nadie viene a hacerlas para saber cuál es la realidad del empleo que se produce.
Para que los campesinos puedan celebrar el día del trabajo, se necesitaría que el gobierno deje en el plan de desarrollo unos pesos para pagarles el día de descanso y la fiesta. Pero esta fiesta sagrada no se debe confundir con la fiesta del día del campesino que hoy ya no se celebra como debe ser, pues los dineros de estas celebraciones se han vuelto un revuelto de fiestas y el campesino no disfruta ni de una cervecita, pues está demasiado politizada.
El trabajador del campo aunque no celebre la fiesta del día del trabajo, siempre se sentirá orgulloso de ser campesino colombiano.
