La frase acuñada por la María Antonieta: “Que coman pasteles” fue la punta del iceberg que desató una revolución que le costó entre otras cosas su cabeza a la reina de Francia. En aquellos tiempos no se contaba con internet ni con los medios de comunicación y despliegue de la información con los que contamos ahora. Sin embargo, fue el "voz a voz" el que dispersó como pólvora aquella frase pronunciada desde la insensatez y el poco conocimiento de la realidad del pueblo. Han pasado siglos desde aquel anecdótico episodio y hoy en pleno siglo XXI vemos fenómenos similares ocurrir en medio de un mundo supuestamente muy distinto. Han cambiado los medios, las formas en que se envían los mensajes, los artefactos, los dispositivos e incluso los lenguajes, pero en esencia seguimos siendo los mismos.
Gina Parody la ministra de Educación es un claro ejemplo de ello. Bastó con lanzar solo algunas frases bastante agitadoras como: “No negociaremos en medio del paro” o “¡Que vuelvan los niños a clase!”, un cartel bastante particular que ondeaba en el edificio del Ministerio de Educación como retando a los maestros que arribábamos después de una larga y sofocante caminata al lugar. De inmediato las redes sociales multiplicaban el cartel como un pastel fresco reproduciendo las mil y una maneras de completar la frase: ¡Que vuelvan los niños a clase con maestros bien pagos!, ¡Que vuelvan los niños a clase con profesores felices y en condiciones dignas! Y así sucesivamente cada frase, cada expresión de la señora ministra se volvía viral, su rostro era puesto en multiplicidad de memes con sus frases que más que presentar a un gobierno preocupado por buscar una salida concertada al conflicto parecía cerrarse en un discurso autoritario y unidireccional que hasta ahora no ha conducido a nada.
Lo cierto es que como fenómeno cultural, este hecho nos demuestra que las redes sociales están a la orden del día como el nuevo espacio en el que se catapultan o se desmitifican los héroes, las cosas se hacen importantes o insignificantes, se construye y objetiviza la realidad, se crea consenso o disenso. En últimas, han entrado a reemplazar las calles, las plazoletas, las plazas públicas, las esquinas. Son nuevos escenarios en los que se plantean los mismos problemas de siempre y lo interesante es que operan los mismos mecanismos: hay un colectivo que parece dormir absorto en la inconformidad de su irremediable destino y de pronto ¡eureka! Surge una palabra, una frase que detona toda esa frustración guardada por años, de pronto surge de la nada la mayor movilización de educadores que se haya visto en mucho tiempo por cuenta de una frase que en el fondo deja ver lo poco interesados que se encuentran nuestros gobernantes por las problemáticas sociales. Si María Antonieta hubiera vivido en nuestro tiempo quizás no hubiera perdido la cabeza en el sentido literal de la palabra, pero en forma tácita ya no sería la reina. Sería como las reinas actuales, una figura decorativa y desdeñada. Gina, sigue y quizás siga siendo la ministra, pero en términos prácticos ya no la puedo ver sin pensar en los memes que circulan de aquí para allá en las redes sociales con un poco de humor y mucho sarcasmo.
Las redes sociales y el paro de maestros