En el relato de El crimen de lord Arthur Savile de Oscar Wilde, aparece un famoso economista político que explica con aire solemne la teoría científica de la música a un indignado solista húngaro.
Y la pregunta lógica que sale a relucir no es otra sino qué tan comprensible y entendible pueda resultar para un tercero o para aquel indignado solista húngaro toda la carreta que le suelta el famoso economista sobre un tema tan inventado o complejo como el mencionado. Definitivamente, todo depende del interés que le preste el oyente, aunque es determinante la claridad del exponente.
En suma: uno que quiera oír, y ante todo, otro que sepa explicar.
Pensaba en todo esto mientras leía un artículo publicado en El Tiempo, titulado “Racionalizar el uso del vehículo” y escrito por la persona encargada de dar luces en el tema y le explique al ciudadano cómo es que debe hacerse para racionalizar el uso de su vehículo. Y esa persona no puede ser otra que la secretaria de movilidad de Bogotá, llamada María Constanza García. Estaba en buenas manos si quería comprender la materia.
Pero no, la señora (doctora… debe ser doctora) García explica las cosas con más enredos que aquel famoso economista político del cuento de Wilde.
Es un artículo corto, de diez densos párrafos, con foto de la autora a colores y en donde me ha llamado profundamente la atención dos apartes que a continuación transcribo:
1. “Lo anterior demuestra que el automóvil particular es un medio de transporte generador de externalidades (sic), y por eso se debe promover la racionalización de su uso”. Y la segunda perla:
2. “Políticas de estacionamiento, incremento del costo de insumos como la gasolina y, recientemente, cobros encaminados a internalizar (otra vez sic) los costos de congestión…”.
Termino de leer el artículo, tomo un sorbo de agua fría, bostezo y aspiro fuerte, recuesto la cabeza y mientras voy estirando las piernas y contraigo las manos me digo “ya entiendo el Caos de la movilidad en Bogotá. O peor, ya entiendo el Caos de Bogotá”.
Si al lector desprevenido del diario y gente común y corriente como somos casi todos le vienen de una con complejos términos y conceptos propios de la economía de mercado, como son externalidades o internalizar, en cortos artículos simplemente ilegibles, ¿qué discurso le dará entonces la seño…, la doctora García a sus subalternos?
A las ocho de la mañana les habla de la necesidad de internalizar el Transmilenio mientras se piensa en las externalidades del metro. Y ahí comprende uno la razón por la cual los funcionarios de la Bogotá Humana toman sorbitos de agua, bostezan y aspiran fuerte, recuestan la cabeza mientras estiran las piernas y contraen las manos mientras dicen Bogotá va divina. El mundo al revés.
… y hablando de…
Y hablando de Venezuela y el nuevo lenguaje de nuestra gauche exquisita, llama la atención el padrenuestro de Chávez cuando dice: “Chávez nuestro que estás en el cielo, en la tierra, en el mar y en nosotros, las y los delegados”.
…Las y los delegados… ¿no bastaba con decir simplemente los delegados?
Ese manejo de los géneros me recuerda a una ministra de Zapatero, el anterior jefe de gobierno español. Ella se llama Bibiana Aído, ministra de Igualdad en ese entonces y quien ante cualquier comisión se dirigió a sus integrantes así: Miembros y miembras. Ante el grito generalizado comentó que iba a proponer incluir en el diccionario de la RAE la palabra miembra. Obviamente nunca lo hizo.
Y del padrenuestro también me llama la atención aquel llamado para no caer en la tentación del capitalismo. No sabía que los bolivarianos tenían aquellas tentaciones comprensibles, creía en sus votos de pobreza, aunque caigo en cuenta que siempre un rojo Mercedes último modelo es mil veces más bonito que un Spark negro. Y allá la gasolina es bien barata.
