¿Y nosotros qué somos para la nación?

¿Y nosotros qué somos para la nación?

"Vivimos en una sociedad de limosneros, y eso deriva de este modelo de centralización en el que vivimos"

Por: Juan Nicolás Gaviria B.
diciembre 21, 2020
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¿Y nosotros qué somos para la nación?
Foto: Pixabay

Constantemente me pregunto cómo un presidente o un ministro observa al país. ¿Lo hará por macro regiones?, ¿por segmentación de necesidades?, ¿por grupos poblacionales?, ¿o quizás a partir de las presiones que recibe por parte de los grupos políticos? Todos empujando a favor de su territorio.

Después de mucho pensarlo concluí que desea hacerlo de forma técnica, pero resulta haciéndolo, como lo expuse al final, a los trancazos. Pero antes contextualicemos.

Es que ser presidente debe ser muy jodido. Si ve uno que los concejales de un municipio pasan apuros (con una romería de gente detrás pidiendo ayuda para mercar y para medicinas, solicitando trabajo... y estos pobres con las manos atadas), ahora imagínese al jefe de Estado.

Vivimos en una sociedad de limosneros, y me excusan el calificativo, pero así se ha desarrollado la cultura política y social de nuestro país. Y eso deriva de este modelo de centralización en el que vivimos, los presupuestos municipales alcanzan para ejecutar obras de mantenimiento y a lo sumo algunas otras de mediana importancia, pero hasta ahí. El resto toca ir a mendigarlo a Bogotá.

Ahora bien, algunos municipios como el nuestro (Pereira) a partir de un buen manejo contable y financiero de sus cuentas, tanto municipales como buena parte de las entidades descentralizadas, logra de forma eficiente recursos de cooperación y líneas de crédito las cuales facilitan bastante el logro de objetivos de región y quitan presión al presupuesto municipal.

Ejemplos tenemos varios, como la PTAR que promueve Aguas y Aguas de Pereira, con recursos entre otros del gobierno alemán y nacional, o los recursos de Fontur que logra bajar el Bioparque Ukumarí gracias a su excelente gestión y resultados, sin dejar de lado el préstamo para la construcción de Megacable cuya tasa de interés es ridículamente baja gracias a la gestión con el gobierno nacional.

Pero hasta ahí llega la cosa. De ahí en adelante toca ir a Bogotá o esperar que venga algún ministro para ponerle la ponchera; llenarlo de atenciones y mostrarle lo mejor que tenemos para mostrar. No me interpreten mal, eso de llenarlos de atenciones nos sale natural, pues pereiranos somos y el servicio es nuestra vocación, por eso dice mi abuela “el buen modo saca el cimarrón del monte” y de eso sí que sabemos.

Sin embargo, resulta triste y desmoraliza que así deba ser. De hecho, en el gremio así se entiende; entre risas y chanzas, tal vez ya por costumbre y con algún malestar, pero así se le entiende a la gestión que deben realizar los gestores territoriales y en general cualquiera que esté en el rol de trabajar por nuestra tierra, con el fin de lograr recursos del tesoro nacional. Todos, sin excepción, sacan la ponchera ante la visita de un representante del gobierno nacional.

Por eso advierto que el gobierno nacional, si bien cuenta con una agenda, un plan de desarrollo y una buena voluntad de servir al país, no puede obviar las presiones y atenciones de los territorios. Pero entonces qué estamos haciendo mal que no pesamos en el concierto nacional. Será que mi abuela se equivoca con eso de “el buen modo”.

Pues no, no creo. Creo más bien que el problema radica en la estrategia, la frecuencia y la magnitud, permítame explicarme. Aquí la única actividad revestida de estrategia de cara a gestión ante el gobierno nacional la plantea el bloque parlamentario que convoca la Cámara de Comercio y el Intergremial, pero eso queda ahí, pues los actores que deben ejecutar la estrategia no lo hacen de forma articulada.

Ahora en lo que respecta a la frecuencia. Estar yendo a Bogotá no se puede mucho, pues salen los ilustres ingenieros de la oposición y directores de pasquines rojos a decir que “el alcalde” o “el gobernador” se la pasan de vacaciones que descuidan la ciudad; pero si se quedan igual les dan duro, pues de eso viven, desconocen que estas gestiones deben hacerlas quienes ostentan la investidura, de forma que toca esperar la visita de los emisarios.

Y si de frecuencia estamos mal, de magnitud peor. Vea usted, como les decía en una columna previa, tenemos 7 congresistas solo en Risaralda, siete que al parecer tienen sus agendas individuales y solo “medio” se ponen de acuerdo en el Bloque Parlamentario y eso que tengo mis dudas.

Entonces uno ve departamentos como el Valle, Antioquia o Atlántico, donde todos sin importar el partido van el bloque a poner la ponchera. Sin importar quién consigue la cita, con el ministro o el presidente, se extiende la invitación a todos para ayudar; cuando se trata de promover leyes o proposiciones que benefician a su región, todos están de acuerdo y gestionan a la par. Pero no, aquí no, aquí cada uno va por su foto “pa’l Face”.

Y eso que nos les conté las vergüenzas que pasamos cuando este gobierno del presidente Duque se estaba conformando. El presidente y la vicepresidenta con el ánimo de responder a las regiones, solicitó candidatos de la ciudad para cargos relevantes en el gobierno, ríase pues el canibalismo ridículo que exhibieron algunos ilustres, con tal de no dejar participar a otros. Al punto que ambos optaron por marginarnos de esos cargos y quedamos sin voz y manos en el gobierno.

Entonces, es por todo lo anterior que considero que pesamos poco en el concierto nacional, nos vemos como una región desarticulada, egoísta y algo caníbal. Saben que bailar con nosotros puede ser para problemas y tal vez por eso nos dan tan poca línea.

Es así que reitero mi invitación, tanto al bloque barlamentario como a los congresistas, incluso a los eternos detractores de quien sea que esté al mando del municipio y departamento, los primeros a que trabajen juntos y a los segundos que dejen trabajar; a ver si algún día “sacamos el cimarrón del monte”.

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