Mamá, ¿y por qué esas señoras desfilan en cucos?
Opinión

Mamá, ¿y por qué esas señoras desfilan en cucos?

Por:
noviembre 13, 2013
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El reinado nacional de la belleza está ocupando hoy su justo lugar. Ya no es el acontecimiento nacional que con delirio seguíamos todos los colombianos. Se fue relegando solito porque ya se ve realmente como lo que es: un negocio para unos pocos, muy pocos. Y no es que esté mal; negocio es negocio. Además los señores lo pasan felices. Lo que sucedía era que nos mostraban el reinado con una trascendencia tal, que de verdad creíamos que más importante que ser Señorita Colombia solo lo era ser Presidente de la República; pero la realidad siempre fue la que vemos hoy: toda una industria que solo les interesa a anunciantes, diseñadores, peluqueros, cirujanos plásticos, candidatas, dueños de derechos de transmisión y los que tienen los derechos para ir a Miss Universo, que es de lo que quiero hablar, porque se están quedando cortos hace rato en lograr algo en el certamen de belleza más importante del planeta.

Este fin de semana hice lo que no hacía por años: vi Miss Universo, Miss Mundo y Miss Colombia; no crean que completos porque me resulta insoportable, pero sí lo suficiente como para deducir que en términos empresariales, de negocio, el reinado todavía no se ha globalizado en sus prácticas; sigue siendo ¡el mismooo de anteees! Lo digo porque cubrí unos cuantos años el Reinado Nacional de la Belleza y hasta viví los escándalos del narcotráfico que protagonizaron Justo Pastor Perafán por un lado, y la “Señora Amazonas” por el otro. Basta con escuchar en las transmisiones las mismas frases de siempre: Este es el jurado que tendrá esta noche la difícil tarea de elegir a la nueva soberana; sinceramente, cualquiera puede ganar; ella escogió este vestido porque quería verse como la más hermosa (¿y es que cuál quiere verse fea?); esta concursante tomó el riesgo de lucir un traje con manga larga (¡No, que riesgononón!); la suerte ya está echada; este sí es el año de Colombia (desde Luz Marina Zuluaga estamos en las mismas); Y aquí me quiero quedar para concentrarme en lo que dicen los expertos en optimización de prácticas empresariales, si es que queremos ganarnos Miss Universo. Aseguran que si las compañías quieren mejorar sus resultados, deben posicionar su marca y su producto (comunicación, reputación), pasando por la calidad, la innovación y el desarrollo del producto. Aquí la empresa se llama Concurso Nacional de la Belleza y el producto es la Señorita Colombia. Sus dueños se durmieron en los laureles de un negocio altamente lucrativo, pero no se han pellizcado para revisar en qué hay que innovar y cómo hay que desarrollar el producto; madurarlo. Algunos reconocidos preparadores de reinas aseguran que se siguen nombrando reinas lindas, como siempre, pero nada más. Ellos creen que nuestras beldades necesitan dejar de mostrarse como niñas consentidas, parroquianas, como de decoración y más bien proyectarse como mujeres de carácter, emprendedoras, arrolladoras, con una formación de mujeres a la conquista del mundo; ¡GLOBALES!. Venezuela es un ejemplo claro e integral. Llevan años ganándose el lugar que hoy ocupan en el negocio de las reinas de belleza. Las forman desde niñas, las foguean, les hacen cuanta cirugía necesiten y las mandan a ganar. Es decir, tienen posicionamiento de marca y de producto. Todo el mundo cuenta con que Venezuela siempre estará entre las finalistas en Miss Universo, así se vean “hechas” a punta de operaciones, como dicen que se ve personalmente la que ganó. Aquí sólo se concentran en destacar lo linda que es y lo aún más bella que está cuando termina su reinado; pare de contar. No han pensado que desde que Miss Universo es de Donald Trump, dejó en mucho su carácter de solo belleza con cierto matiz político y se convirtió en lo que su dueño representa: el poder del dinero y cómo multiplicarlo.

Que me preocupe que nos ganemos algún día el concurso de la más bella del universo, francamente no. Pero si sus dueños y organizadores quieren darles esa alegría a los cada vez menos colombianos que todavía lo esperan, péguense una pasadita por las oficinas de Donald Trump en Nueva York, en la dorada Trump Tower de Manhattan, y hagan lobby. Averigüen qué es lo que hoy se busca, qué quieren de las reinas los anunciantes del mundo… ¡Qué se yo!. Esa tarea de innovación se la dejo a mi muy apreciado Raimundo Angulo, anfitrión maravilloso y responsable de que algún día el negocio de las reinas dé frutos más allá de nuestras fronteras. Yo aseguro no dedicarle un segundo más de mi vida al tema, para seguir sumergida en la dicha de tener más opciones de entretenimiento: mi familia, lecturas variadas en mi mesa de noche, la diversidad de la televisión por cable y —eso sí— la compañía de un radio. Mejor dicho, de los reinados solo quiero escuchar las preguntas de mi hijo menor: Mamá, ¿y por qué esas señoras desfilan en cucos?

¡Feliz resto de semana!

 

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