Vote, elíjase y vámonos, ¿o no?
Opinión

Vote, elíjase y vámonos, ¿o no?

Por:
marzo 10, 2014
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Me imagino que, como yo, muchas de las personas que están leyendo esto votaron ayer o, depende de cuando lo lean, el domingo pasado. Cumplí con mi labor ciudadana, creo.

En la teoría clásica y convencional de la democracia funciona efectivamente así: la gente sale y vota por sus candidatos y ellos hacen las leyes y las leyes se cumplen y, tará, tenemos un Estado democrático. Yo, con mi voto, participé en la creación de la ley y la fuente última de la ley el pueblo —somos todos— y ninguna película de Disney suena tan bien como esto. ¿No?

Pero pareciera que no es así.

Creo que la pregunta es más interesante si uno piensa cómo en la vida diaria podría tener comportamientos de ciudadano responsable más allá que el de ir a votar una o dos veces cada año. Y, claro, como el gobierno y las autoridades las impulsan más allá de organizar comicios periódicos. Una forma de comportamiento que sea menos lúgubre que votar por algún candidato al Parlamento Andino (¿?) y que reflejara más fielmente una sociedad “como la que querríamos tener”. La pregunta por cuál es ese comportamiento —y que no vaya a ser simplemente ignorar las leyes o decretos que los representantes expiden— es muy interesante.

Por ejemplo: ¿Un grupo de vecinas que decide arreglar el parque del barrio, que está descuidado, plantando árboles, armando nuevos juegos, haciendo un caminito para niños en bicicletas y triciclos y prohibiendo el ingreso de perros para que los niños puedan jugar tranquilos, son vecinas chéveres, no?

Pues sí, pero también están invadiendo o limitando el espacio público, si no tienen autorización de la autoridad local. ¿Les tumbamos el jardín, los juegos, y dañamos el trazado del parque?

O, por ejemplo, por no hablar de ciudadanos de a pie, sino también de funcionarios: ¿un policía que se para justo después de un peaje que entra a Bogotá a las 7:15 p. m. esperando a que los carros con pico y placa que cruzan y se orillan durante los 15 minutos que les faltan, es un excelente funcionario?

Pues, está agarrándose a esa ley férreamente —haciéndola cumplir y defendiéndola, dirían algunos— pero también tiene algo de abuso, ¿no? A ese mismo policía lo necesitaríamos varios otros en la 86 con 7.ª —unas cuadras más abajo— tratando de organizar el trancón, vamos a asumir que en este ejemplo hipotético el policía no quiere plata ni nada, solo aplicar estrictísimamente esa ley, pero hay casos…

En ambos ejemplos hay dos problemas con esa aplicación férrea de la ley que proviene de los “representantes del pueblo”. En el primero, nada de parque para los niños, y en el segundo una multa —carísima— que intuitivamente parece injusta.  Ni hablar de qué tan representantes son los representantes.

Y entonces aparece un problema con la teoría clásica de la democracia —y del derecho— y es que las leyes que hacen los representantes no bastan pero, también que lo que dice la ley hecha por el representante no siempre es suficiente tampoco.

Lo que dicen otras teorías distintas a la del modelo clásico es que las actuaciones comunitarias y grupales son importantes. También dicen que no siempre la ley es clara o aplica directamente en un caso concreto y hay que mirar a los fines de la ley, los principios que busca proteger, etc. (Son dos cosas distintas, cuidad.)

Dicen, por ejemplo, que para ser buen ciudadano no basta con salir a votar sino que hay que estar involucrado en la comunidad —y arreglar jardines, por ejemplo— y que las mismas autoridades deben proteger e impulsar estas cosas. En esta medida, lo que debería hacer la alcaldía del barrio del ejemplo es ayudarle a las vecinas y dejar que armen su jardín, a pesar de esa ley que hay por ahí sobre espacio público, siempre que no sea radical la forma como se la están medio saltando (no podrían, por ejemplo, cerrar el parque).

Dicen, también, que no tiene ningún sentido que el policía multe a un carro con Pico y Placa en una zona que, por un lado no es tan claro que ya esté dentro de Bogotá y, por el otro, no está haciendo más tráfico, que es el fin de la norma.

Pero lo importante de esto es que altera considerablemente lo que se supone que debemos hace nosotros, los ciudadanos. No es solo votar, es ser activos y arreglar el parque, organizar a los vecinos, etc. Pero también cambia un poco el rol de las autoridades: no es solo hacerse elegir y luego hacer y aplicar normas, según el caso. Los que ganaron ayer no “quedaron ya” y los que votamos ayer no “cumplimos con el deber ya”. Hasta ahora arrancamos.

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