El año 1999 quedó marcado en la vida de más de 400 familias habitantes del medio Putumayo luego de ser forzadas a abandonar sus hogares por cuenta de la arremetida paramilitar y del auge del Plan Colombia. “La idea en ese momento era arrebatarle un bastión importante a la guerrilla y controlar una zona apta para la siembra y procesamiento de coca”, según cuenta uno de los participantes del programa Familias en su Tierra.
La mayoría de familias vivían del cultivo de la hoja de coca y de la economía que esta genera. Sin embargo, las fumigaciones con glifosato y las confrontaciones entre los paramilitares y el bloque sur de las FARC, las obligaron a huir a Mocoa e invadir barrios como el 15 de Mayo, Nueva Esperanza, Villa Rosa 1 y 2 y El Porvenir.
Se fueron todos juntos con la ilusión de tener un nuevo hogar. Y luego de 15 años, se ubicaron nuevamente en la capital de Putumayo. Se tragaron muchos pesares pero su tejido comunitario se mantuvo.
Foto: Legión del Afecto
Con el apoyo de la Legión del Afecto, las familias asentadas fueron escuchadas. Muchas de ellas se mantuvieron juntas por el arraigo y tejido construido durante décadas. Allí, en el corazón del Putumayo, se puede percibir el ánimo de las personas para vivir alejadas de las armas y para recuperar su derecho ancestral de vivir con tranquilidad en la tierra que respeta y sacraliza los ríos, valles, selvas y montañas como primer paso para lograr los derechos a favor de la biodiversidad.
“¿Cómo quieren llamar al mural que haremos en homenaje a su capacidad para resurgir después del desplazamiento?”, preguntó un representante de la Legión. “En mi tierra son-rio”, respondieron. “Lo bonito es que acá somos una familia a pesar de que no tenemos la misma sangre, porque el mismo caminito de la vereda nos vio crecer. La alegría es una cualidad que nos permite emprender de nuevo”, agregaron.
Foto Legión del Afecto
Con las manos pintadas y con alegría legionaria, se realizó un primer homenaje a estas familias. Ahí quedó plasmado un símbolo de paz cotidiana, la que no se negocia sino que, sencillamente, se hace. Para crear el arraigo, las comunidades tienen la clave, la tonalidad, la disposición. Se comprueba así que al mundo le basta una grieta para renacer, como decía Ernesto Sábato.
El mural finalizado en honor a las 400 familias. Foto: Legión del Afecto
