¡Y que vivan las putas!
Opinión

¡Y que vivan las putas!

Las de la propuesta de Clara Rojas solo merecen un trato digno, pero el calificativo le cabe a la perfección a los políticos, a quienes le huele la pata a cadena

Por:
agosto 18, 2017
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Uno que tenía en la cabeza trabajar en este artículo sobre la propuesta presentada por la congresista liberal Clara Rojas de multar a quien pague por servicios sexuales a personas en situación de prostitución con multas progresivas de hasta 23 millones de pesos creyendo, con una inocencia asustadora, que con ello algo se hace, y cuando ya he terminado el texto me encuentro que debo modificarlo todo al aparecer en la escena política otro asunto bastante más candente.

Entonces, resumiendo aquel texto perdido, solo recordar que recalcaba el sin sentido de aquella propuesta que lo que hace en últimas es convertir la prostitución en una actividad aun más siniestra y peligrosa. A todo lo feo que ya de por sí tiene ese mundo, le añade ahora la presencia de la “justicia” con todas sus mañas y torceduras que solo hará encarecer algo más aquellos servicios sexuales, en vez de promover una legislación en la materia que contemple, entre otros, algunos temas puntuales: Lucha eficaz en contra de la llamada trata de blancas, máxime cuando se trata de menores de edad, garantizar a precios razonables un servicio de salud para quien se dedique a dicha actividad; en fin, ofrecer un mundo más digno a quien ejerce la profesión más antigua del mundo en vez de pretender luchar contra ella a punta de multas y sanciones.

¿Y cuál tema desbancó aquella propuesta “liberal” que solo tiene el calificativo de huera?

La corrupción, otra vez. En nada envidio hoy la situación de cualquier alto cargo del gobierno, ministro o viceministro o algo más arriba, o cualquier reconocido o de bajo perfil legislador o un muy conocedor de las normas que ejerce el cargo de gran juez quienes, bajándose de “su” narcotoyota de vidrios negros  que se aparca sin tapujos frente al prohibido parquear junto con las cuatro camionetas de igual calibre y los dieciséis guardaespaldas y sus varios policías asignados, pueda recibir la sorpresita de un par de grilletes que le recuerden aquellas generosas donaciones de la firma Odebrecht.

 

Creo que nunca en la historia de Colombia
la justicia anticorrupción haya tocado con tanto ruido
las altas esferas de las tres ramas del poder público

 

Creo que nunca en la historia de Colombia la justicia anticorrupción haya tocado con tanto ruido las altas esferas de las tres ramas del poder público. La ejecutiva, la jurisdiccional y la legislativa están en la mira de la Fiscalía, lo cual quiere decir dos cosas. La primera, lógica y positiva, que dicho ente parece estar haciendo su trabajo. La segunda, igualmente lógica y bastante triste y negativa, que todo el dinero público se va en sobornos y coimas y porcentajes y con razón no hay un peso para nada.

Ah, cabe aclarar que el título del presente artículo no se modificó ya que el calificativo perverso de putas le cabe a la perfección a nuestra clase política, a quienes como mi padre diría les huele la pata a cadena, cuando aquellas realmente putas solo merecen un trato digno.

¿Qué hacer con nuestra clase política? La primera idea que pasa por mi cabeza tristemente ya la respondió Milan Kundera en su Insoportable levedad del ser cuando dice que “Si la Revolución francesa tuviera que repetirse eternamente, la historiografía francesa estaría menos orgullosa de Robespierre… Hay una diferencia infinita entre el Robespierre que apareció solo una vez en la historia y un Robespierre que volviera eternamente a cortarle la cabeza a los franceses”.

 

Y hablando de…

Y hablando de putas, ya hace muchos días vimos la entrevista que le hizo Jorge Ramos a cualquiera de esos líderes del republicanismo norteamericano donde dejaba ver, sin sonrojarse, aquello de que el blanco está allá arriba en el mundo de los cielos y la lucidez, mientras las razas inferiores andan allá bajo entre el estiércol. E inquieta conocer que el racismo que erróneamente suponíamos ya resuelto, vuelve al mundo con nuevos bríos.

Por otro lado, analizando la baraja presidencial, ya sé al menos que jamás votaré por cualquier vinculado con un partido de aquellos manchados por la corrupción, y además qué rico no votar por las Fuerzas Alternativas (¿alternativamente armadas?) Revolucionarias de Colombia, Farc.

 

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