¿Vence al corrupto? No, gracias, mejor cultivemos honestidad

¿Vence al corrupto? No, gracias, mejor cultivemos honestidad

"A nadie se le debe premiar por ser honesto, pero sí se debe incentivar que las personas optemos por no hacer trampa"

Por: Enrique Martínez Mejía
noviembre 09, 2017
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¿Vence al corrupto? No, gracias, mejor cultivemos honestidad

Un fotógrafo canadiense, responsable de las fotos de cereales para niños, contaba cómo para que el cereal se viera más apetecible en sus fotos su “leche” favorita eran las cremas para cabello. ¿Es esto corrupto o deshonesto (o las dos, o ninguna de las dos)?

Un expresidente (que alguna vez dijo “que no se le ha conocido diciendo mentiras") mintió a un presidente de otro país sobre una operación militar en su territorio para perseguir a un reconocido terrorista. ¿Se justifica la mentira por el bien de su nación o debió decir la verdad a pesar de dejar al terrorista libre?

Una líder política para motivar a los jóvenes a ver un debate anticorrupción invita a verlo en pantalla gigante con pizza incluida, ¿es parecido a los políticos que cambian votos por tamales o es distinto?

Lo que queda en el aire es ¿son estas personas inmorales o es más bien el contexto en el que están lo que influencia el hecho de realizar estas acciones?

En un experimento realizado por el profesor Dan Ariely en más de 100 países (incluidos países impolutos como Dinamarca, Finlandia o Alemania) pedía a unos estudiantes realizar un test, dependiendo de la cantidad de respuestas correctas se daba un monto de dinero. A la hora de entregar el examen se les daba la oportunidad de que ellos mismos indicaran la cantidad de respuestas correctas que habían tenido, y en todos los países sin excepción se hizo trampa, pero en la gran mayoría solo un “poquito” de trampa.

Los que mintieron de frente para llevarse más dinero se llevaron un poco más del 2% de todo lo que se había presupuestado de manera adicional para cubrir lo que los tramposos se iban llevar, el 98% restante se lo llevaron entre todos los que prefirieron hacer un “poquito” de trampa.

De este experimento quedaron algunas lecciones sobre deshonestidad y corrupción que valdría la pena tener en cuenta:

  • En al mayoría de países, si se nos da la posibilidad, las personas vamos a querer tomar provecho de manera deshonesta: no es un problema exclusivo de Colombia, y no tenemos por qué lacerarnos por eso.
  • No se trata de vencer corruptos: hablar de corruptos muestra como si el problema fueran ciertas personas, el problema jamás serán las personas, son determinadas situaciones que nos permiten hacer trampa. Las personas hacemos lo que podemos para sobrevivir, si el contexto en el que vivimos la deshonestidad es un medio para conseguir poder vamos a hacer uso de ella.
  • Cultivar honestidad: a nadie se le debe premiar por ser honesto, pero sí se debe incentivar que las personas optemos por no hacer trampa. Si la honestidad y la credibilidad dan poder esto va a facilitar aún más que las personas prefiramos ser honestas, como ocurre en los países menos corruptos.
  • Un poquito de corrupción es la forma más dañina de corrupción: invitar a pizzas para ver un evento político es un poquito de corrupción, y según la investigación de Ariely esos “poquitos” suman a la larga más corrupción que los grandes robos.

Por tanto atacar personas por sus acciones sin ver el sistema que les permite realizarlas es peligroso, esas mismas personas pueden ser aliados para acabar con la corrupción, con la excepción de aquellos que son corruptos en toda ocasión los cuales apenas son una pequeña minoría, al igual que los honestos a toda costa.

Reitero, el problema es la corrupción no los corruptos, y se debe tratar como una enfermedad que algunos padecen más que otros, y al igual que cualquier otra enfermedad entre más limpios nuestros espacios, entre más cuidados especiales demos a los enfermos más rápido saldremos de la epidemia.

¿Qué esto no es posible hacerlo así? Lo invito a leer el artículo que escribió el exalcalde de Cali el doctor Rodrigo Guerrero Velasco en Scientific American sobre las medidas que tomó en los años noventa para bajar la tasa de homicidios en Cali. Resultados excepcionales tratando el problema de la violencia, no pensando que el problema eran ciertas personas (o que es algo genético en el colombiano), sino viéndolo como una epidemia, las mismas lecciones se pueden aplicar para la corrupción.

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