Una nueva teoría de la física evidencia que es imposible ser engañado por reclutas 6.402 veces

Una nueva teoría de la física evidencia que es imposible ser engañado por reclutas 6.402 veces

Según esta ley, todo lo que hacemos son formas de movimiento, por eso, hasta los pensamientos podrían ser estudiados. ¿Es posible ser engañado tantas veces?

Por: Carlos
agosto 26, 2021
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Una nueva teoría de la física evidencia que es imposible ser engañado por reclutas 6.402 veces
Foto: Twitter @AlvaroUribeVel

Recientemente, tuve contacto con una nueva ciencia aplicada por Chiara Marletto, investigadora de física teórica. Se conoce como la ciencia de lo que se puede y lo que no se puede, en inglés, The Science of Can and Can't.

Veamos una simple explicación. Dice Marletto: “Desde Newton, la física tradicional ha estado usando las leyes del movimiento, describiendo cómo se mueven los objetos en el espacio y el tiempo, qué le sucede a una manzana si la pones en movimiento de esta o aquella manera. Con una excepción: termodinámica. Las leyes de la termodinámica prescriben la imposibilidad de movimiento perpetuo; al hacerlo, imponen poderosas restricciones a todas leyes del movimiento: las conocidas y las que aún no se conocen”.

Después dice algo humanamente sobrecogedor y optimista: “Expresamos todas las leyes fundamentales como restricciones sobre qué transformaciones son posibles e imposibles. Este interruptor aparentemente simple es muy poderoso. Por ejemplo, puede capturar entidades que las leyes tradicionales del movimiento no pueden manejar exactamente: información, la física de la vida e incluso la mente”. Chiara Marletto da fundamento a que tal como ocurre con el movimiento de los cuerpos, el pensamiento, información, física de la vida, la mente, al calificar como formas del movimiento de la materia, son susceptibles de ser investigado por la física, lo cual ante no ocurría.

La parte importante que queremos entresacar es que Marletto, al exponer lo que se puede y no se puede en ciencia, podría significar una ayuda para desentrañar algunos misterios de la Comisión de la Verdad. Por ejemplo, cabe la pregunta: ¿será posible que a un presidente en ejercicio, que ha prohijado los instrumentos y predispuesto las instituciones y sus ejecutores directos para obtener los mejores resultados posibles en una guerra, sea engañado por más de 6.402 reclutas, sin darse cuenta y a pesar de haber pagado las recompensas a que había lugar y vigilado personalmente los resultados?

Cuando esto se pregunta nos avocamos al concepto de lo contrafactual, que esboza la Marletto de la siguiente forma: “Los enunciados contrafácticos se refieren a lo que es posible o imposible, en contraposición a lo que sucede. Tomemos el principio de incertidumbre de Heisenberg: es imposible construir un medidor perfecto tanto de la posición como de la velocidad de un electrón. No se trata del hecho de que un medidor perfecto no sucederá dado una condición inicial particular; Heisenberg dice que no puede suceder en absoluto, sin importar cuál sea la condición inicial. Ese es un requisito mucho más estricto”.

Marletto se está refiriendo al principio de incertidumbre de Heisenberg, y el uso que le da es fascinante. En consecuencia: ¿es contrafactual lo dicho por Uribe en su deposición ante la Comisión de la Verdad? Lo dicho por el depositante puede asumirse como un movimiento del pensamiento y caber dentro de la investigación de las leyes de la física u otro tipo de leyes derivadas como las mismas matemáticas, las probabilidades, la filosofía política, las ideologías, etcétera.

Alrededor de este tema se agrega que el depositante ha hecho gala de su capacidad de ejercer presión, en tanto presidente, para obtener resultados en cada unos de lo que hace a su gobierno, y avanza una secuela de tales seguimientos en distintas áreas como el Ministerio de Educación, en el Sena..., incluido, obviamente, el Ejército. Incluso acude a esgrimir que tales logros que persigue se realicen con transparencia.

Lo que quiero señalar aquí es que el depositante está procediendo de alguna manera como lo estaría haciendo la propia Marletto: mostrar que algunos procederes contrafácticos, es decir, que se salen de las formulaciones de presidencia, tengan lugar y, mucho más interesantes, que si tales procederes de todas maneras ocurren aparezcan en superficie y se muestran y develen la falla de los procedimientos y de las leyes. No de otra manera podría interpretarse que procediera un estadista, si es que ese fuera la denominación que cabe asignar.

Ahora bien, esos procedimientos son vigilados por el mismo presidente por medio de un organismo cuyo nombre el mismo divulga, algo así como el Sinbog.
Y sin embargo, a pesar de todo ello, 6.402 falsos positivos se produjeron. ¿Qué fue lo contrafáctico que una y otra vez ocultó la supuesta transparencia de los pagos? ¿Mercenarios a quienes entregaban resultados fácticos?

Como primera medida, lo contrafáctico aquí denunciado no califica con la misma eficacia del principio de Heisenberg. No se puede decir que jamás pudiera ocurrir. Pero surge automáticamente la pregunta: ¿6.402 veces?

Indudablemente, la ciencia de lo que se puede o no se puede obtiene un resultado rotundamente positivo: lo contrafáctico aquí es que pudieran ocurrir 6.402 violaciones a la transparencia, a la vigilancia de los resultados del Sibog, al cobro de las recompensas, etcétera. Y una de las razones para que ello sea absolutamente contrafáctico es que hay demasiada gente involucrada, miles de personas, en lo que significaría 6.402 actos de asesinato por falsos positivos.

No creo que hubiera menos de 1.000 personas involucradas de manera directa o indirecta en cada falso positivo, lo cual implica que deberían ponerse de acuerdo algo así como 6 millones personas para que ninguna de ellas le soplara al oído presidencial que algo estaba sucediendo. Si cada acto de esos asesinatos incluye personas extractadas de entornos diferentes, que llegan por diversos canales hasta su sitio de sacrificio, ejecutadas por reclutas diferentes, con disímiles grados de educación, comandados por distintos distritos militares, es imposible que nada se cuele.

Entonces, ¿cuál es el movimiento mental de un individuo, en este caso el depositante, para que se atreva a defender semejante concepción tan absolutamente desproporcionada y fuera de lugar, tanto como incompetente?

La pregunta que se debe hacer según la ciencia de lo que se puede o no se puede es: ¿podrá ser toda la población de un país ser engañada por alguien que opera con tan altos niveles de contrafactualidad en sus apreciaciones o juicios? Una respuesta a ello implica poner a prueba la ciencia de lo que se puede y no se puede. Está resultando que un suficiente número de personas, ligadas o no al movimiento político o a la manera de pensar del deponente, incluso su propio hijo, desafían las leyes de la contrafactualidad y postulan la inocencia del pretendido poseedor de la verdad.

Así las cosas se puede plantear la pregunta de otra manera: ¿cabe la posibilidad de que una verdad alternativa se imponga a pesar de ser absolutamente contrafactual? Y esto funciona así porque las leyes de movimiento del pensamiento aparentemente son elusivas; es decir, no serían tan fieras como el principio de Heisenberg.

Todavía a esto le caben más presupuestos, como por ejemplo: revisar los registros de recompensas, y luego de averiguar en manos de qué clase de reclutas cayeron, pueda saberse si estaban pretendiendo engañar al presidente. Vigilar los registros del Sinbog a ver si están pormenorizados los procesos de vigilancia y transparencia y cuáles son los indicadores de cumplimiento que se exigía, por ejemplo, con respecto a la transparencia.
Hacer un seguimiento de algún número de casos, cosa que permitiría demostrar si el depositante, entonces presidente, ordenó alguna investigación, aunque hubiera sido somera, acerca de alguna posible infidencia de alguno de sus tenaces burladores.

Averiguar acerca del estado mental de varios de estos reclutas, si es que alguno de ellos incurrió en más de una burla. Conocido, en términos generales, el grado de conocimiento y preparación, ¿es posible que todos los generales y capitanes del Ejército que ejercieron las respectivas comandancias fueran también burlados por tan aviesos reclutas?

Dado que el ministro de Defensa de entonces hoy no milita en el mismo grupo político del deponente y que en su momento también depuso ante la misma Comisión de la Verdad, ¿por qué el deponente no otorga a aquel la misma capacidad de engaño que pudo atribuirle a los reclutas?, pues, si se quiere tiene mayor capacidad militar e intelectual para lograrlo, e incluso pudo llegar luego al mismo cargo usufructuando los votos de su jefe.

Es indudable que lo que se intenta usufructuar con el concepto de contrafactualidad es que este tiene dientes muy afilados. ¿Será que la población que otorga inocencia al deponente se mantendrá incólume en su defensa, muy a pesar de que muchas y sucesivas contrastaciones indiquen aquella contrafactualidad?

Ahora bien, es absolutamente claro que las expresiones del señor hijo del deponente, que llamaremos deponente espontáneo, desafían las más encumbradas leyes de la física, incluido el principio de incertidumbre de Heisenberg. Es decir, para él será absolutamente imposible demostrarle que su padre no fue engañado de manera sistemática 6.402 veces por muchos reclutas a pesar de que, dada su edad y, la más de las veces su procedencia campesina, no ha culminado el bachillerato, si es que acaso han hecho felizmente la primaria.

¿Cómo es posible que pudieran aunar, sin conocerse entre ellos, tales niveles de sevicia y desconsideración contra un presidente que supuestamente estaba luchando por imponer la paz? Cuando se averigua por cuáles pudieran haber sido las razones para que el deponente accediera a hacer su deposición, la respuesta del espontáneo pudiera resumirlas: “Me importa una mierda la Comisión de la Verdad”. Es indudable que con este presupuesto se devela la importancia y mayor poder predictivo de la ciencia de lo que se puede o no se puede: en este caso, pone en evidencia las violaciones flagrantes de los principios físicos; incluido el movimiento del pensamiento.

En resumen, las deposiciones sobre los falsos positivos revelan la eficacia de la ciencia de lo que se puede hacer y no hacer, incluida la insurgente contrafactualidad generada por su aplicación rigurosa.

A estas alturas cabría formular la pregunta: ¿califica el deponente como un estadista? ¿Es contrafactual la respuesta de aceptarlo como tal?
Recientemente, Rodrigo Uprimny, en su columna 'Los falsos positivos según Barbosa' ha señalado que la Fiscalía ha descubierto, hasta ahora, dos formas en que se presentaron falsos positivos: a partir del desobedecimiento de la Directiva 300-28 que “privilegió la desmovilización y las capturas a las bajas”, en vez de otra directiva anterior “que privilegiaba las bajas, no involucran ninguna responsabilidad de altos oficiales a pesar de que exigieran bajas a toda costa como resultado operacional”.

Es interesante ver cómo la Fiscalía de alguna manera contradice la deposición aquí comentada. La Fiscalía descubre que, muy a pesar de producirse una directiva en contra de no privilegiar las bajas, todavía se presentaron al menos 103 de estos falsos positivos. La pregunta es obvia:¿por qué cambiaron la anterior directiva si no fue porque advirtieron que algo extraño estaba pasando y, por las cuentas, ya casi todo el daño estaba hecho? Lo cual podría significar que los resultados exigidos con la primera directiva (¿lo consignó así el Sigob?) se habían cumplido a cabalidad.

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