Una contraloría que no será de recordar por su buena gestión

Una contraloría que no será de recordar por su buena gestión

El señor Felipe Córdoba dejará el cargo de Contralor General en pocos días con una controversial gestión y varios escándalos sin resolver

Por: Martha Gómez de Saravia
julio 21, 2022
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Una contraloría que no será de recordar por su buena gestión
Fotos: Archivo Las2Orillas

El señor Carlos Felipe Córdoba Larrarte dejará el cargo de Contralor General en pocos días y bien hace recordar varios de sus desaciertos que deben destacarse como parte de su controvertida gestión.

Para comenzar fue elegido más por sus relaciones políticas que por sus logros profesionales. Cercano al Partido Conservador (casado con la hija de Omar Yepes), paisano del presidente del Partido Liberal, amigo del jefe del Partido Cambio Radical y afecto al uribismo donde militó desde las juventudes, el señor Córdoba Larrarte logró el consenso que le permitió ser Contralor General sin mayor dificultad a pesar de no tener el mejor puntaje en el examen de conocimientos ni la mejor hoja de vida para el cargo a diferencia de otros aspirantes que concursaron para esta posición en su momento.

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No obstante, manejó un discurso orientado a un cambio del “modelo de control fiscal”, el cual era la excusa para reformar la Constitución con un propósito perverso, esto es, un aumento significativo del presupuesto del órgano de control que pasó de 558 mil millones en 2019 a 825 mil en 2020 y alcanzar más del billón de pesos en 2021, es decir, a los colombianos nos ha costado cerca de 500 mil millones las hazañas del señor Córdoba Larrarte, y por ende, la burocracia ampliada que se creó con esos recursos para atender los compromisos políticos que, el “nuevo modelo de control fiscal”, le permitió cumplir.

La mal llamada reforma al control fiscal, entre otros, rescató el control preventivo y “concomitante”, figura extraña que había sido eliminada en la Constitución de 1991 pero que le fue útil a Córdoba Larrarte retomar para la creación de dependencias en la Contraloría cuyo impacto a la preservación de recurso público está todavía por verse. A Córdoba Larrarte durante estos 4 años también se le vio dizque cazando “elefantes blancos”, es decir, visitando aquellas obras abandonadas o terminadas sin funcionar, lo que significaba la excusa perfecta para estar en giras por el país buscando visibilizarse, por no decir en campaña, sin que nadie lo notara.

Sin embargo, los colombianos nos preguntamos ¿Dónde está el control y recuperación que hizo la Contraloría a cargo de Córdoba Larrarte de los 70 mil millones de Centros Poblados?, ¿por qué no se ha pronunciado frente al robo de 500 mil millones del proceso de paz y que pueden ser mucho más según las denuncias que han surgido?, ¿Qué pasó con el dinero que se comprometió vilmente por el levantamiento ilegal de la ley de garantías que hizo el gobierno Duque?, sumado a tantos casos que le sirven al señor Córdoba Larrarte para llenarse la boca diciendo que la corrupción en Colombia alcanza los 50 billones sin que se evidencie su esfuerzo para disminuirlo, sino lo todo lo contrario.

La recuperación de los $4.3 billones de Hidroituango fue un golpe de suerte, ya que el interés perverso de Córdoba Larrarte con la lista selecta de involucrados en el proceso era afectar la campaña de Sergio Fajardo. Sin embargo, le salió el tiro por la culata cuando las aseguradoras pagaron con tal de no inhabilitar a las firmas contratistas que tienen varios proyectos en el país ya que se habrían visto seriamente afectadas. Hasta el mismo Sergio Fajardo salió a medios a evidenciar el interés de Córdoba Larrarte en afectar su buen nombre.

Las intenciones de Córdoba Larrarte desde un principio no era ser un buen Contralor. Eso lo saben todos los que conocen sus alcances y ahora que hemos visto su controvertida gestión. Él buscaba construir su carrera a la presidencia y para ello quería sumar poder y “amigos” desde el órgano de control fiscal, para después hacerlo desde otras instancias.

Por eso la controversia que ha suscitado la elección del Contralor de Bogotá donde fue elegido su vice contralor en esa posición en la medida que hace claro su interés de hacerse al control de otras entidades, e incluso de la misma Contraloría donde ha sido evidente la cercanía de varios de sus actuales funcionarios que buscan con su respaldo ocupar su lugar.

También lo es el haberse graduado de abogado en dos años y medio con un convenio muy adecuado a sus necesidades que firmó la Contraloría General en su mandato con una universidad en Bogotá, sumado a un doctorado flash cuya tesis hoy tiene denuncias por plagio. Ambos títulos los ha logrado Córdoba Larrarte en menos de 4 años, esto es, mientras funge también como Contralor.

Córdoba Larrarte quiere que la experiencia que pide la ley para ser Fiscal o Procurador pueda ser en cualquier profesión, aunque se exija el título de abogado (razón que lo llevó a obtener este título). Al respecto, ¿será que Córdoba Larrarte no se da cuenta que dichos títulos flash son muestra de su descaro frente a los profesionales en éstas áreas que les toma 5 años graduarse de abogados y otro tanto de un doctorado luego de culminar una maestría que, para el caso del señor Córdoba Larrarte, fue lograda en 6 meses en España debido a una demanda que instauró para que se le reconociera este título sabiendo que no es convalidable en el país?

Como su deseo de ser Fiscal o Procurador se le está complicando con la llegada del nuevo congreso y gobierno, recientemente se conoció que quiere ser alcalde de su ciudad natal Pereira donde, a propósito, está construyendo una casa y, de paso, instalarse para hacer campaña de modo que pueda seguir manejando a su antojo el presupuesto del Estado desde el nivel territorial.

Con semejante precedente que deja Córdoba Larrarte esperamos de buena fe que el nuevo Congreso que se posesiona el 20 de julio sepa elegir en agosto a un buen Contralor, uno que si haga control fiscal a los recursos del Estado, uno que disminuya la burocracia del ente de control y sea ejemplo de economía y eficiencia en lugar de mal gasto e ineptitud como lo fueron estos últimos 4 años, uno que demuestre compromiso para atacar esos aberrantes casos de corrupción que a cada rato salen a flote, uno que si de resultados en la recuperación del recurso público, uno que investigue todos esos otros casos que se mantienen en el anonimato pero que desangran al país.

Ahora que se nos ha informado nuevamente de una reforma tributaria que el nuevo gobierno prometió presentar, es hora de recordar y entender que más allá de buscar recursos, el verdadero asunto está en saber invertir y cuidar el recurso disponible para atender los temas más sensibles del país, asunto que Córdoba Larrarte evidentemente no supo hacer y razón por lo que su gestión no será recordada.  Como se extraña la gestión austera y de resultados de Contralores ejemplares que tuvo este país como lo fueron Antonio Hernández Gamarra y Carlos Ossa Escobar.

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