Un presidente en remojo
Opinión

Un presidente en remojo

Nayib Bukele, mandatario de El Salvador, está en la mira de Estados Unidos por un motivo soterrado, más allá de las maras

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enero 11, 2022
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De Nayib Bukele, el actual presidente de El Salvador, puede decirse que es un presidente al que Washington ha puesto en remojo. No lo considera todavía un enemigo lo suficientemente peligroso como para que merezca descargar de inmediato la artillería pesada de sanciones políticas y económicas y las abrumadoras campañas mediáticas de descalificación, pero si lo suficientemente hostil a sus intereses como para iniciar acciones en su contra. El año 2021 estuvo marcado por una cadena de críticas a su gobierno formuladas por altos funcionarios norteamericanos entre los que estaban Juan González del Consejo de Seguridad para el Hemisferio Occidental, Brian Nichols, subsecretario de Estado para este mismo hemisferio, Ricardo Zúñiga, enviado especial del Departamento de Estado y Norma Torres, representante a la cámara por California. Todas centradas en el “autoritarismo” de Bukele que habría quedado en evidencia porque la Asamblea Legislativa del país, en la que la tiene la mayoría  el partido de Bukele, destituyó a cinco magistrados de la sala constitucional y al fiscal general y nombro los correspondientes reemplazos. Una “intromisión” del poder legislativo en el judicial que considera absolutamente inaceptable el mismo gobierno de Washington que sigue dando por legítima la destitución por la Asamblea Nacional de Venezuela del presidente Nicolás Maduro y su reemplazo por Juan Guaidó. Ejemplo mayúsculo de injerencia indebida del poder legislativo en el ejecutivo.

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Los departamentos de Estado y del Tesoro de EE. UU. incluyeron en una lista de sancionados a 14 ciudadanos salvadoreños, entre ellos varios altos cargos del gobierno de Bukele

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Y hace pocas semanas los departamentos de Estado y del Tesoro de los Estados Unidos incluyeron en una lista de sancionados a 14 ciudadanos salvadoreños, entre los que figuran varios altos cargos del gobierno de Bukele. Los acusan, como es habitual, de “corrupción” y pactos con bandas criminales. En este caso las todopoderosas maras, con las que el gobierno de Bukele habría llegado a acuerdos secretos con el fin de reducir los índices de criminalidad en uno de los países con más altas tasas de violencia en la región más violenta del mundo: América Latina.

Bukele ha calificado estas medidas de “injerencistas” y ha denunciado que Washington no solo está financiando a la oposición sino que Jean Manes, su embajadora, presionó a jueces y funcionarios salvadoreños para que tomaran decisiones favorables  a los intereses de dicho país.

En el análisis de los motivos de esta escalada de acciones hostiles uno puede perderse en la casuística jurídica y pasar por alto el que podría ser el motivo soterrado de la misma: la decisión adoptada el 7 de octubre del año pasado el  presidente Bukele de convertir el bitcoin en moneda de curso legal. Una decisión que anula o por lo menos neutraliza la decisión que tomó en 2001 el Francisco Flórez Pérez, entonces presidente de El Salvador, de liquidar la moneda nacional y reemplazarla por el dólar. Y que de ser adoptada por otros países de América Latina ya dolarizados formal o informalmente, socavaría aún más la pretensión de Washington de mantener al dólar tanto como la moneda de reserva mundial como aquella en la que se realiza la mayoría de las transacciones comerciales y financieras del mundo. Por mantener este exorbitante privilegio los Estados Unidos de América están dispuestos a matar, como lo hicieron con Sadam Husein, el presidente de Irak, que tuvo la osadía de decidir que el petróleo de su país se podía pagar en euros o en yenes. Y con Muamar Gadafi que propuso la creación de una moneda común africana respaldada por las inmensas reservas de petróleo y de oro de las que entonces disponía una Libia hoy completamente arruinada y dividida.

Ojalá Bukele no pague por su atrevimiento un precio tan alto como el que ya está pagando Salvador Sánchez Ceren, el anterior presidente de El Salvador, que, en agosto de 2018 osó establecer relaciones diplomáticas con China, y hoy está en busca y captura acusado de enriquecimiento ilícito, malversación de fondos públicos y lavado de dinero.

 

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