Un parto en medio de las balas

Un parto en medio de las balas

Atrapada en un angustioso enfrentamiento entre la guerrilla el y ejército, una joven de 15 años logró dar a luz ayudada por una partera y un sacerdote. Esta es la historia

Por: Alexander Calderón Palacios
marzo 05, 2019
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Un parto en medio de las balas
Foto: Pixabay

En el año 2002, finalizando la zona de despeje, recibía la parroquia de la Aguililla y Lusitania, dos corregimientos de Puerto Rico Caquetá. Para mi sostenimiento económico daba clases en el internado de Lusitania y ahí había una joven de 15 años que para la época de Semana Santa tendría su bebé.

El 22 de marzo ella se quedó en la Aguililla con algunas de sus compañeras, pues ya habían salido de descanso porque se iniciaba la Semana Santa. En la madrugada del día siguiente, es decir del 23 de marzo, las amigas de Claudia me dijeron que había pasado la noche un poco enferma y que parecía adelantarse el parto. Yo le dije que se alistara, que nos íbamos para puerto Rico y así fue.

Emprendimos un viaje relativamente corto, pero una vez habíamos avanzado una gran parte trayecto nos encontramos con un retén de la guerrilla. Ahí en medio de la cola, estacioné el carro y me fui a hablar con dos guerrilleros para que me dejaran pasar ya que Claudia seguía con los dolores. La petición fue negada, así que resignado regresé al carro.

Pasado un tiempo nos dejaron ir a todos a una casa que estaba a la orilla de la carretera, ahí pregunté si había un médico, enfermera o partera que pudiera colaborar, del grupo alzó la mano una señora que era partera. Le pedí el favor de que viera a Claudia. Ella entró a la sala de partos improvisada y de inmediato se dio cuenta de que Claudia ya había iniciado trabajo de parto.

Entonces, le pidió que caminara para que cuando llegara el momento su cuerpo estuviera mejor dispuesto. La joven siguió la recomendación, cuando de la nada se vio interrumpida por el inicio de una balacera. Claudia se entró a la pieza con la partera y solamente se escuchaba el sonido de las balas: la guerrilla le disparaba al ejército y ellos respondían. Pasado un corto tiempo ya el ejército había acordonado el lugar y la gente empezaba a subirse a los carros para irse. La partera estaba en ese último grupo, quería irse y dejarme solo con Claudia.

Le pedí insistentemente a la mujer que la asistiera hasta que al final pude convencerla. Las dos entraron a la sala de parto acompañadas de media cuchilla de afeitar, un retazo de tela, el último poco de alcohol y una ponchera. Después, la partera pidió que le colaborara e iniciamos el trabajo de parto. Debo decir que este ha sido uno de los momentos en los que en medio de tantas cosas he orado con mucha fe.

Pasadas dos largas horas al fin nació una hermosa niña y por mi mejilla y la de Claudia se deslizaba una lágrima, pues en medio de las balas la vida vencía a la muerte y una mujer era madre de una hermosa niña. La vida sigue latente y gana ante la indiferencia de la guerra fratricida.

Claudia y su hija hoy.

Claudia y su hija hoy.

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