Un médico colombiano enfrentado al horror de las urgencias de un hospital en Nueva York

Un médico colombiano enfrentado al horror de las urgencias de un hospital en Nueva York

El neumólogo antioqueño Luis Fernando Ángela abrumado por lo vivido en estos cuatro meses de pandemia relata esta experiencia imborrable en su vida profesional

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junio 12, 2020
Un médico colombiano enfrentado al horror de las urgencias de un hospital en Nueva York

El fin de semana del 13 al 15 de marzo el doctor Luis Fernando Ángel recuerda que estaba de turno en cuidados intensivos. Él, especialista en neumología intervencionista y director del programa de trasplantes del New York University, en Manhattan, empezaba a enfrentarse al pico de la pandemia de covid-19 en Nueva York, Estados Unidos.

“Me tocaba hacer la selección de pacientes que iban entrando hospitalizados en el piso para ingresarlos a las UCI. Era inimaginable el número de pacientes: 40 consultas nuevas para subirlos a UCI en dos días y así ponerlos en ventilador. Eran personas que habían ingresado relativamente bien, con dos litros de oxígeno, y en un momento ya estamos yendo para las UCI porque se estaban muriendo por falta de capacidad respiratoria y con unas radiografías horribles”, recuerda el médico.

Para este galeno no hay neumonía que se pueda comparar con la severidad de esta enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2. “Ya una vez los ubicábamos en UCI lo que seguía era la cantidad de complicaciones, no solamente pulmonares sino de otro tipo de enfermedades como ACV. Casi que un 30% nos hicieron falla renal y estuvimos a punto de que se nos acabaran las máquinas de diálisis, entonces tuvimos que hacer diálisis peritoneales; también había gran cantidad de embolismos pulmonares, neumotórax, infecciones tardías… es inimaginable”.

Él, que no abandona su acento paisa, graduado de la Universidad Pontificia Bolivariana, destaca lo hecho en Colombia tratando de prevenir el pico de esta enfermedad. “Porque en sistemas de salud, donde no existen los recursos que se tienen acá, la capacidad de incrementar desde 20 camas de UCI, a llegar a tener 56 pacientes hospitalizados en 12 semanas, y en un momento 170-180 pacientes al mismo tiempo en ventiladores, es algo muy difícil de manejar”, explica.

Por lo cual, agrega, es muy importante tratar de prevenir “y eso es lo que han hecho exitosamente en Colombia, pues que todavía hay casos, y hay lugares donde hay más, pero el sistema de salud todavía puede manejar estos volúmenes mientras eviten estos picos y estas oleadas de la enfermedad”.

Su experiencia

“Desde febrero y marzo se habían armado todos los preparativos en lo posible para la llegada de algo que se había escuchado en Italia y por supuesto en China”. Así va relatando el doctor cómo empezó a llegar la información del covid-19 y el proceso para prepararse.

Sentía que realmente no estaba pasando, porque pasaban cinco o seis semanas y no llegaban los pacientes. “Pensábamos ¿será que no llegarán los pacientes?, pero el 10 de marzo ingresa el primero. Esa primera semana ingresaron aproximadamente cinco pacientes y yo pensaba que no iba a ser tan impresionante”, en esa fecha, agrega, ya tenía a cargo unas unidades de cuidados intensivos.

En su hospital hay cerca de 60 camas designadas para UCI, quirúrgicas y también para cuidados médicos. Ese fin de semana cada 12 o 14 horas tenían que abrir una nueva unidad de cuidado intensivo. “Esta ola de pacientes es una cosa fuera de toda la realidad”, asegura.

Desde marzo 10 hasta el hoy su sistema ha recibido 4.660 pacientes que han resultado positivos para covid-19, “de esos admitimos casi 900 pacientes en las UCI y ubicamos en ventiladores cerca de 850 pacientes; es decir, casi todos los que se hospitalizaban se ponían delicados y teníamos que ponerlos a la mayoría en respiradores”.

Hace una pausa en su narración y luego dice: “honestamente, son los más enfermos que he visto en toda mi experiencia en cuidados intensivos y en hospitales de alta complejidad. Yo me dedico a manejar pacientes de trasplante de pulmón durante toda mi vida profesional. Estos son pacientes con una mortalidad altísima”, asevera.

Y, como si de una operación matemática estableciendo probabilidades se tratara, explica la gravedad de este tema, las complicaciones que se podrían presentar y todo para lo que se prepararon. “Es una enfermedad respiratoria supremamente severa de la cual se conocía muy poco y con una literatura muy débil. Básicamente la información que teníamos eran unos reportes que decían: esta enfermedad es terrible en China y en Italia y se están muriendo todos los pacientes”.

Se pudieron sacar muchos pacientes adelante, asegura. “En algunos, que estaban muy enfermos aunque no a punto de morir, se les practicó las traqueostomías y cerca del 75% sobrevivieron, que es una de las mejores cifras del mundo; cerca de un 23% de los pacientes se nos murieron en los primeros cinco días porque ya tenían muchas enfermedades de base; a otro grupo de pacientes que pudimos poner en ECMO porque eran más jóvenes o tenían mejores condiciones y, aunque con ellos no ha ido bien, todavía tenemos algunos que llevan más de 45 días y tenemos un par con 60”.

Es claro en decir que no hay nada que se vaya a encontrar en la literatura que entregue una razón para manejar a los pacientes de otra forma como ya se han venido manejado. Sin embargo, sostiene, “es importante tener todas las precauciones para que no se infecte nuestro personal médico, enfermería, terapia respiratoria, las personas que asean y arreglan las habitaciones. Todo el personal”.

Colombia

“En nuestra sociedad colombiana y por el cariño que tenemos hacia nuestros familiares, abuelos, padres tíos, lo mejor que podemos hacer es evitar que ellos tengan una infección, es decir, el distanciamiento social”, es lo primero que dice al ser preguntado por la situación en su país natal.

Son claras las afectaciones económicas de una cuarentena en los hogares, pero señala que, a partir de su experiencia, se debe tener como premisa el autocuidado y ahora, en tiempo de apertura gradual, intensificar esas medidas de protección.

“Sabemos que están sufriendo desde el punto de vista económico, desesperados por no poder estar afuera, por no poder hacer cosas que disfrutaban. Pero hay que pensar en las personas que tanto queremos que son a los que peor les va. Gente joven o que no tenga ninguna enfermedad mejor les va. Hay pacientes jóvenes que tenemos en ECMO, pero hay pacientes de más de 65 años o con algunas enfermedades que son lo que más sufren, por eso lo más importante es el distanciamiento”, recomendó.

Los que fallecen, dice, son las personas más vulnerables como nuestros padres, tíos, abuelos, “porque ellos dieron todo por nosotros y tenemos que devolverles esto y ser responsables”. Esta es una enfermedad, como otras que siguen siendo muy severas, pero la diferencia radica en que “esta que destroza los sistemas hospitalarios y llega a niveles de ocupación que no sean sostenibles”.

“Es difícil, pero es bueno que se feliciten por lo que lo han hecho, porque lo que hemos vivido acá es inimaginable y es la peor situación que uno puede haber visto como médico, de ver el volumen de pacientes tan impresionante que muere es indescriptible y que la gente que no lo vive no lo entiende, pero sí sepan que están haciendo lo correcto”, afirma el doctor.

Sus rutinas

Es esposo y padre de tres hijas. Recuerda que en la primera semana de la pandemia una de sus hijas fue uno de los casos confirmados por lo cual todos en casa hicieron el debido aislamiento. Luego de eso, sus rutinas de autocuidado y desinfección son las que se han recomendado siempre y que deben seguirse de manera estricta para la protección personal y de quienes le rodean. “Antes de entrar al hospital me ponía la ropa adecuada. Apenas salía me cambiaba y al llegar a casa procedía a bañarme rápido”.

Sin embargo, para el momento del pico, aproximadamente por unas seis semanas, cuenta: “me aislé en una habitación extra en la casa, pero siempre estuve allí. Afortunadamente, al final de todo este tiempo, nunca me dio la enfermedad. Los chequeos fueron negativos y los niveles de anticuerpos eran negativos”.

Cuando el volumen de pacientes estaba disminuyendo, para regresar a su normalidad y ver a pacientes de su especialidad, la exigencia era de test negativos. Él, que usualmente hace todos los días una ronda hospitalaria en la mañana, al final de la mañana o inicios de la tarde y en los turnos de fines de semana, -que eran cada tres semanas- trabajaba por jornadas de 10 horas diarias. Pero el covid-19 hizo que todo parara y estuviera 100% en cuidados intensivos.

“Yo era el médico encargado de manejar algunas de las unidades en ECMO y encargado de hacer las traqueotomías a todos estos pacientes, aquí en la institución hicimos casi 200 y en un día pico hicimos 11. Entonces trabajábamos desde las 7 a.m. y salíamos sobre las 10:00 p.m.”, recuerda, agregando que por esas cinco semanas trabajó sin descanso para atender a los pacientes. “Fue una dedicación muy intensa para ayudar a los pacientes, porque el número subía y los médicos intensivistas tuvimos estar al frente del manejo”, afirma. Ahora volverá a atender los casos que estaba acostumbrado. La rutina, por ahora, volverá a ser la misma de antes, pero él y su experiencia es claro que cambió. Una extrapolación de lo que vivió una de las ciudades más afectadas por la pandemia en voz de un colombiano.

 

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