Un llamado de auxilio por la Universidad de Sucre

Un llamado de auxilio por la Universidad de Sucre

"El futuro del departamento puede ver comprometido su progreso si a su juventud se le deja huérfana de la educación superior"

Por: LUIS EDUARDO PATERNINA AMAYA
julio 01, 2020
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Un llamado de auxilio por la Universidad de Sucre
Foto: sucre.gov.co

El logro más significativo que ha obtenido el departamento de Sucre en sus 53 años de vida política-administrativa fue la creación de su universidad, que empezó la formación especialmente de jóvenes bachilleres provenientes de hogares pobres a quienes les era imposible trasladarse a otros lugares en pos de la educación superior. Desde hace 43 años, cuando Víctor Alviz González, profesor de matemáticas de la Universidad Nacional e hijo de esta tierra, fuera nombrado como su primer rector, hasta el actual Jaime De La Ossa, el proceso sufrido por la universidad hacia la conquista de un decoroso posicionamiento académico frente a las más acreditadas en el territorio nacional en las áreas de las ciencias, la tecnología y la investigación ha recorrido un camino no tanto como para decir tortuoso pero tampoco lleno de rosas.

Entre otros escollos, los limitados recursos presupuestales, el asomo de la clase política local detrás de su poca frondosa nómina, la indiferencia de la dirigencia regional, la falta de gestión y de compromiso de uno que otro directivo, la ausencia de un claro sentido de pertenencia de quienes pudiendo hacer de la universidad un pilar de progreso para el departamento hicieron otra, la falta de iniciativa, audacia y algo de agresividad y atrevimiento, nos ha hecho avanzar muy lentamente en el afán por alcanzar un estatus académico que nos ayude a sacar a Sucre del atraso en que las estadística nos sitúan, siempre en el último o penúltimo puesto. No me cabe duda que en este propósito la educación superior juega papel decisivo para alcanzarlo. Solo así se cambiaría la histórica mentalidad parroquial por una visión más universal que nos acerque al disfrute de las conquistas tecnológicas y científicas que el mundo en estos campos va ofreciendo, sin sacrificar nuestros afectos por los valores locales.

La Universidad de Sucre surgió como una necesidad de una región con todos los factores para convertirse en líder que dinamice la economía del Caribe, exalte sus valores culturales más representativos y provoque el interés de los Bogotanos cada vez que se tomen decisiones que comprometan la realización de las mega obras que por estas tierras del olvido no las vemos. Y no es porque a los cachacos no les importemos. Es que por nuestro distanciamiento entre nosotros mismos que no nos ha permitido coincidir para caminar juntos, no hemos podido superar algunos mitos que parecen haberse incrustados en el poder central para siempre quedarse, porque desde los Andes aun nos miran con la creencia de que somos unos gocetas que nos hace más felices un acordeón, una gaita o una papayera que el rescate e implementación de la Mojona, por ejemplo, como la potencialmente región agrícola más importante de Colombia, la explotación turística del golfo del Morrosquillo, todavía con un turismo de bollo, boli de guarapo, pasteles y paseos provincianos. ¿Dónde están las dobles calzadas, la vía bordeando el mar, el aeropuerto, los hospitales, los hoteles cinco estrellas, los malecones, el rescate y la defensa de playas, el centro de convenciones, los institutos tecnológicos y la extensión de la Universidad de Sucre que ayude a ilustrar a una juventud víctima de la droga y el abandono?

Creo que ya es el momento de tomar decisiones que vayan más allá de la industria del diabolín, la bolita de leche, el cazabe, el bollo limpio, el suero y el queso. Sin dejar de disfrutar de estas delicias, si organizamos nuestra capacidad de trabajo para también erradicar ese otro mítico pensar interiorano de que los costeños somos flojos, las perspectivas de desarrollo para la región sabana no serían las mismas agarradas siempre de la esperanza. Palabra esta más propia para poetas que para atraer el interés de una dirigencia y de un pueblo en general que permanece sin despertar, soñando con una riqueza sobre la cual está sentado.

Los nuevos directivos de la Universidad de Sucre, con Jaime de la Ossa como cabeza visible del proceso que se inicia, parecen estar alineados y comprometidos con políticas educativas que pasen del papel a la crónica, de la idea a la realidad, de la ilusión al embellecimiento de un paisaje cultural y económico tangibles que nos haga propietarios de nuestra propia riqueza porque, por fin, la disfrutaremos gracias a la indeclinable voluntad de evolucionar sin que nada ni nadie detenga esa marcha, aupados por una universidad que forme la dirigencia del futuro, obligada esta a permanecer fiel a las enseñanzas recibidas.

Por estos días al leer la gran prensa nacional se registra con enorme satisfacción para los sucreños que la Universidad de Sucre ocupó el puesto 45 de 249 universidades de Colombia evaluadas con base en las pruebas saber 2019. Es decir, que 204 están por debajo de la nuestra en materia académica. Seguir priorizando la calidad de la enseñanza con un probado compromiso de impulsar todos los programas y carreras hasta convertirla en una de las mejores del país, es una meta que se debe perseguir por quienes lideran tan imperativo compromiso. Los 22 años que el rector Jaime de la Ossa exhibe como profesor de la universidad con sus distintos estudios (como licenciado en educación con especialización, magíster y doctorado en biología, y otros estudios e investigaciones en ecología, medioambiente y desarrollo) me ofrecen la seguridad de que su gestión, conjuntamente con un consejo directivo, igualmente comprometido con seguir elevando el nivel académico de estudiantes y profesores, en los próximos años tendremos una universidad que nada tendría que envidiarle a las mejores de Colombia y de América. Solo montados en este propósito, facilitaremos el movimiento de la locomotora del progreso que, sin el combustible de la educación, jamás sacaremos a Sucre del vergonzoso atraso en que navegamos.

Ante las dificultades económicas a que nos ha empujado la pandemia, la materia prima de la universidad, que son los estudiantes, no han estado exentos de padecerlas. Una deserción masiva dejaría sin sentido al centro educativo, si su razón de ser no vuelve al mismo. Por ello, es apenas oportuna la inquietud del diputado Rafael González al solicitar que la Gobernación de Sucre y los alcaldes del departamento financien la totalidad de las matrículas de los estudiantes de estratos 1,2, y 3 que representan más del 50% de la población estudiantil en general, y que seguramente no seguirán sus estudios si no se les da la mano. A este clamor deben sumarse concejales, diputados y parlamentarios. Es un SOS por la universidad, su cuerpo estudiantil y el futuro de Sucre que puede ver comprometido su progreso si a su juventud se le deja huérfana de la educación superior, sobre todo ahora que la universidad se asomó a puestos de privilegios en el orden regional y nacional por su elevado nivel académico mostrado, gracias a los estudiantes que son coprotagonistas esenciales del posicionamiento alcanzado.

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