Ucrania o los dilemas del subalterno
Opinión

Ucrania o los dilemas del subalterno

La trama ucraniana que le costó a Trump el proceso de destitución -´impeachment´- cuya sola posibilidad forzó la renuncia de Nixon y estuvo a punto de quitarle la presidencia a Clinton

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octubre 01, 2019
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El pasado 25 de octubre Vlodimir Zelenski se enfrentó en Nueva York al reto más difícil de toda su larga y exitosa carrera de actor: interpretar el papel de presidente de Ucrania en un diálogo televisivo del que estaba pendiente medio mundo y en el que su interlocutor era otro veterano actor televisivo: Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América. La noche anterior la demócrata Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representante del mismo país, había anunciado la puesta en marcha del proceso de destitución de Trump. El temible Impeachment, cuya sola posibilidad forzó la renuncia de Nixon y  estuvo a punto de quitarle la presidencia a Bill Clinton.

Lo acusó de “traición a  la seguridad nacional y de traición a la integridad de nuestras elecciones”, apoyándose en informaciones  divulgadas la semana anterior por The Wall Street Journal, según las cuales Trump habría llamado a Zelenski el 25 de julio pasado, para  pedirle que se investigaran los negocios de Hunter Biden, el hijo del Joe Biden, el precandidato a la presidencia que cuenta con el respaldo del aparato del partido demócrata. Nancy Pelosi considero que esta llamada respondía a la intención de Trump de sabotear la eventual candidatura de Biden presionando al mandatario de un país extranjero para que investigara a su hijo y al mismo Joe Biden. A Zelinski, convocado por Trump, le correspondía esa mañana otoñal de Nueva York responder a la crucial pregunta de si había sido o no presionado para iniciar dicha investigación. Responder si o no, no era para él nada fácil porque cualquiera de estas dos respuestas le ganaría la enemistad de uno de los dos bandos enfrentados a muerte en la cúpula del poder americano: los adversarios y los partidarios de Trump. En sus oídos todavía resonaba el consejo que le dio antes de abordar el avión que le llevaría de Kiev a Nueva York - Stefen Pfeiffer,  ex embajador americano en Ucrania, citadas por Pilar Bonet  (El País de Madrid , 25.09.19): “Tenga cuidado” con los intentos de Giuliani de “involucrar a Ucrania en la política  interna de EEUU”, porque “en ese caso, Ucrania arriesga  a verse involucrada en un enfrentamiento que puede destruir el apoyo  bipartisano (sic) del que gozaba desde la independencia en 1991”. Zelinski parece haber aceptado el consejo porque su intervención en el diálogo televisado con Trump fue un memorable ejercicio de equidistancia política. No negó la existencia de la llamada, porque hasta el propio Trump había reconocido su existencia. Pero aclaró: “Creo que ustedes ya han leído todo, no quiero involucrarme en las elecciones de América. Tuvimos una buena llamada telefónica. Nadie me presionó”.

 

Ucrania se convierte en la palestra
donde partidarios y adversarios de Trump van a dirimir
durante el próximo mes un combate político de vida o muerte

 

No me cabe duda que ese día Zelinski logró salirse por la tangente. Pero no por eso va impedir que Ucrania, convertido en un caso judicial, se involucre todavía más de lo que ya está de hecho involucrada en la campaña electoral norteamericana actualmente en curso. Nancy Pelosi -respaldada por Obama, los Clinton y la dirección del partido demócrata- ya decidieron someter, tanto a los precandidatos como a los activistas y a los potenciales electores de su partido, a la disyuntiva inapelable de apoyar o rechazar el impeachment a Trump. Primera consecuencia: temas como el Green New Deal,  la salud y la educación públicas, el control de los desaforados juegos especulativos de Wall Street, la condonación de la impagable deuda estudiantil o la subida de los impuestos a los megamillonarios, agitados por Bernie Sander o Elizabeth Warren, desaparecen del debate público. O quedan relegados a un oscuro rincón. Segunda consecuencia: Ucrania se convierte en la palestra donde partidarios y adversarios de Trump van a dirimir durante el próximo mes un combate político de vida o muerte. Los demócratas intentaran evitarlo, reduciendo el problema a las llamadas de Trump a Zelinski y al resto de las gestiones que Rudy Giuliani, exalcalde de Nueva York y abogado de Trump, realizadas con la intención de que las autoridades ucranianas investigaran los negocios de Hunter Biden en Ucrania. Así como el papel de Joe Biden en los mismos.

El febril activismo de Giuliani en la FOX y en las redes en estos días, es una señal muy clara de que Trump y sus partidarios no van a cejar en su empeño de que la opinión pública se entere de hechos como los siguientes, que justifican el pedido de una investigación judicial. Que apenas a dos meses de la insurrección -abiertamente estimulada por Washington- que en febrero de 2014 forzó la huida a Moscú de Víktor Yanukóvic y su reemplazo en la presidencia por Petró Poroshenko, Hunter Biden fue nombrado miembro de la junta directiva de Burisima Holding, probablemente la más grande empresa de gas natural de Ucrania, con un sueldo de 50.ooo dólares mensuales. Su padre, Joe Biden, entonces vicepresidente en el gobierno de Barack Obama, quizás no tuvo ninguna intervención en tan afortunado nombramiento de un abogado neoyorquino que hasta entonces poco o nada tenía que ver con  Ucrania. Pero sí que la tuvo en la destitución del fiscal general ucraniano Viktor Shokin, cuando este admitió una acusación a Hunter por corrupción. Exigió su renuncia e incluso amenazó con retener unos fondos de la ayuda norteamericana al gobierno de Poroshenko sino renunciaba.

El propio Joe Biden ha reconocido haber hecho esa exigencia y esa amenaza pero se exculpa con el argumento de que Shokin en realidad no daba curso a ninguna denuncia de ese tipo por lo que resultaba un cómplice de hecho de la corrupción rampante en el gobierno de Poroshenko.  Cuya denuncia fue una de las banderas que enarboló Zelinzki para ganar las elecciones presidenciales en abril de este mismo año con los 2/3 partes de los votos emitidos. ¿Con este compromiso a cuestas, podrá eludir una investigación de los negocios de Hunter Biden en Ucrania? ¿O él también hará la vista gorda para no irritar a los demócratas? O a un Joe Biden convertido en presidente de los Estados Unidos gracias al impeachment de Trump.

 

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