Claudia López perdió la alcaldía desde el día en que sacrificó a Navarro
Opinión

Claudia López perdió la alcaldía desde el día en que sacrificó a Navarro

A la generosa actitud de Navarro en las presidenciales Claudia respondió atravesándosele a la alcaldía, y en ese gesto el pueblo encontró cuatro defectos imperdonables en un aspirante a gobernar

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octubre 01, 2019
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Apenas comienzan las encuestas a registrar un hecho que tuvo su verdadero origen en los primeros meses del año: Claudia López pierde las elecciones en Bogotá.

Sin lugar a dudas, si Navarro fuera hoy el candidato del Partido Verde, sería, de lejos, el ganador de la contienda. Sin embargo, una trampa tendida en el camino se le interpuso y terminó abortando lo que fuera una campaña de meses, laboriosa, familiar y ciudadana como pocas.

Todo comenzó cuando Navarro retiró su nombre de toda aspiración en las presidenciales, despejándole generosamente a Claudia el camino en el Verde para lo que quisiera; de hecho, ¿recuerdan?, terminó erigiéndose como la fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo. Eso sí, también cabe recordar que, desde entonces, Navarro cantó su candidatura a la alcaldía de Bogotá como reivindicando un pacto tácito de honor en el sentido de que él le facilitaba las cosas a Claudia y que lo mismo esperaba que ella, más adelante, tampoco se le atravesara en su andar hacia el Palacio Liévano.

Para quienes mirábamos los toros desde la barrera, era evidente que el gesto de Navarro iba más allá del cálculo del dirigente político. También fue evidente el talante afectuoso con que lo hizo. Podría decirse que Navarro se comportó con Claudia, más que como un jefe político, como un amigo generoso.

No obstante, la respuesta de Claudia terminó siendo absolutamente opuesta.

 

Sin candidatura, sin vicepresidencia y sin curul en el Senado,
no aguantó sus propios ímpetus, lanzó su candidatura
y abrió fuegos contra el trabajo que venía adelantando Navarro

 

 

Una vez se sintió sin candidatura, sin vicepresidencia y sin curul en el Senado, no aguantó sus propios ímpetus, lanzó su candidatura y abrió fuegos contra el trabajo que venía adelantando Navarro de noche en noche, de hogar en hogar.

La historia pasa porque Navarro terminó sacrificado en un inexplicable duelo de encuestas en el que era obvio que Claudia le ganara, en tanto la lógica de las encuestas radica en que las ganan los consentidos de los medios de comunicación y, aunque Navarro ha sido una persona bien tratada por los periodistas, lo cierto es que Claudia, en ese momento, era “la ñaña”, sobre todo a propósito de que los medios acababan de recibir decenas de miles de millones de pesos que se pagaron por la consulta popular que lideró.

Si así fue el “desayuno” de la consulta, ¿cómo llegaría a ser el “almuerzo” desde la alcaldía?, pensaron los medios.

Solo que olvidaron, una vez más, que las encuestas las ganan los medios y las elecciones las ganan los pueblos.

Y el pueblo, en esa actitud de Claudia López, parece haberle detectado cuatro defectos imperdonables en alguien que aspira a gobernar a una sociedad:

Primero, la deslealtad. Evidentemente no respondió a los gestos de amistad y generosidad de Navarro con la debida retribución. Por el contrario, se le atravesó y lo sacrificó.

Segundo, la ingratitud. Esta vez con su propio partido, el mismo que le ha facilitado y acompañado en sus todos sus logros políticos, en la medida en que el Verde hubiera crecido extraordinariamente habiendo alcanzado con Navarro la alcaldía de la capital.

Tercero, el egoísmo. Esta vez con la ciudad, pues no tuvo la consideración elemental de preguntarse cuál de los dos era una mejor opción, no solo para la candidatura sino para el ejercicio cabal de gobierno. Claudia López ha debido supeditar su ambición personal y poner por encima los intereses de Bogotá, reconociendo algo tan claro como que Navarro estaba mejor preparado que ella para ser un buen alcalde.

Por último, la impaciencia. Esta vez facturando contra ella misma. Si Claudia López hubiera sabido esperar, si hubiera tenido la madurez de entender que uno no puede quererlo todo para sí y al mismo tiempo, muy posiblemente hubiera sido la líder política del alcalde Navarro y muy posiblemente Navarro le hubiera dispuesto todo su apoyo para que fuera la candidata presidencial más opcionada en 2022.

Por lo pronto, Claudia López no será alcaldesa y tampoco candidata presidencial, salvo que no aprenda de sus propios errores y decida atravesársele, también, a su amigo Sergio Fajardo.

 

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