Dicen que entre más desproporcionada sea una mentira más posibilidades se dan de que sea creída.
Algo similar parece suceder con el caso Trump: entre más desafiante son sus muestras de abuso del poder más parecen ser aceptadas; y entre más absurdas son sus decisiones desde el punto de vista lógico más difícil parece controvertirlas para tratarlas en un plano realista.
Tratar el tema migratorio basándose en una sentencia de hace 150 años que contempla la posibilidad de una invasión extranjera para dar poderes excepcionales al Presidente argumentando que en esa situación están las relaciones con Venezuela es algo caricaturesco; sin embargo lo usa para que se presuman válidas las decisiones que toma mientras se desarrolla el debate y se logra aclarar el nivel de despropósito que esto implica.
Pretender que las ‘ordenes ejecutivas’ no tienen restricción en su motivación y que pueden imponerse por encima de todo el andamiaje ‘democrático’, desconociendo las limitaciones que suponen la división de poderes y saltándose a los jueces, las Cortes, las leyes, y el Congreso parecería fruto de una imaginación para guion de una película; sin embargo está sucediendo y todas esas instituciones han quedado paralizadas ante un comportamiento que desafía los límites de la cordura.
Cada nuevo enfrentamiento desconcierta por lo inesperado e incomprensible, pero no se alcanza a aprehender cuando presenta una nueva sorpresa y un nuevo enfrentamiento. Cuestiona la autonomía de los Estados, el poder de la Justicia, la independencia del Banco Central (Federal Reserve), la libertad de cátedra en las entidades educativas (caso Harvard). Con el indulto libera de cargos y de castigos a quienes atacaron el Congreso para impedir la confirmación de su pérdida en las elecciones y trataron de subvertir el orden constitucional. Asume que la fiscalía está al servicio de sus posiciones personales, ordenando perseguir a quienes trataron de investigar sus acciones, , a periodistas que no coinciden con el, a las firmas de Abogados que no acepten pro bono sus causas.
Ante el fetiche de los aranceles tanto la Academia como los sectores afectados, no saben cómo reaccionar ante lo que evidentemente es un delirio nacido de la ignorancia
Pero esta irracionalidad afecta en el campo de la economía, y ante el fetiche de los aranceles tanto la Academia como los sectores afectados (es decir todo el mundo, con mayúscula y con minúscula) no saben cómo reaccionar ante lo que evidentemente es un delirio nacido de la ignorancia.
Para Trump la economía son los negocios, es decir cómo se gana en las transanacciones de los bienes que se presentan en el Mercado. Omite la existencia de otros elementos como las instancias y los factores en la etapa de la producción o la incidencia del comportamiento al nivel de los agregados o del Estado como agente económico especial. No tiene ni siquiera en cuenta la existencia de otros mercados como el del empleo o el del dinero.
No toma en cuenta las razones que llevaron a la estructura actual de precios, como si ésta dependiera de las tarifas o aranceles; desconoce la regla básica de la teoría capitalista que es minimizar costos para la obtención del mayor beneficio posible. No comprende hasta dónde el control sobre el dólar a través de su devaluación es compartida por todos los países que tienen reservas en esa divisa, y que por eso es más útil y eficiente que la imposición de aranceles (ni se da cuenta del papel que eso juega y de que corre riesgos al volverlo más vulnerable)
Interpreta la historia económica al revés: ve a su país como la víctima de un orden del comercio mundial como si no fueran las empresas americanas las que se apoderaron de la mano de obra y de los recursos naturales baratos en los países subdesarrollados y como si no fueran los habitantes de los Estados Unidos los beneficiarios de esa explotación; no entiende que nunca un imperio había sido tan poderoso como lo es ‘America’ ahora, ni le importan los valores que llevaron a ello, ni cómo llegó a serlo, beneficiándose de un modelo económico de ‘globalización’ en el que el resto de países montan sus economías en las exportaciones mientras en el caso norteamericano su poder es su demanda interna, que como señaló Joe Biden reside en el tamaño de su clase media y su nivel de consumo.
No hay ideología, ni objetivos racionales, solo la estrategia de mantener y ejercer el poder mediante el ejercicio de la desmesura del ego, y a lo que lleva en cuanto a desmesura en el desafio en cada frente que inventa..
Del mismo autor: Qué hay detrás de la carta de Leyva
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