Trump, del fracaso del histrión al fracaso del neoliberalismo

Trump, del fracaso del histrión al fracaso del neoliberalismo

El mandatario estaría siendo derrotado por el peso específico de la mayor y más enjundiosa tradición política

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
septiembre 20, 2018
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Trump, del fracaso del histrión al fracaso del neoliberalismo
Foto: Instagram @realdonaldtrump

Recientemente he leído columnistas muy buenos en la búsqueda de mejorar las mías. Básicamente he encontrado que si no tienes nada qué decir entonces es mejor que nada escribas o, mejor, hasta que no tengas algo que decir, cállate. Casi el viejo aforismo de alguien que siempre he considerado un genio: Ludwig Josef Johann Wittgenstein. Es algo en lo que Donald Trump no estaría de acuerdo, lo cual me satisface enormemente. Sin embargo, esto todavía sería insuficiente: no necesariamente cuando tengas algo que decir lo vas a decir bien, pero estás más cerca.

“Me es indiferente que el científico occidental típico me comprenda o me valore, ya que no comprende el espíritu con el que escribo. Nuestra civilización se caracteriza por la palabra 'progreso'. El progreso es su forma, no una de sus cualidades, el progresar. Es típicamente constructiva. Su actividad estriba en construir un producto cada vez más complicado. Y aun la claridad está al servicio de este fin; no es un fin en sí. Para mí, por el contrario, la claridad, la transparencia, es un fin en sí”.

Nuestra civilización tendría por virtud el progreso no el progresar. La acción del capitalismo confunde a la sociedad, en vez de aclararla. Entonces, colijo, si mis columnas fueran buenas debo preocuparme por hacerlas progresar, no por el progreso que me traen. El progresar se complicaría porque, siendo la civilización constructiva, no persigue tampoco la claridad. Concluiría con Wittgenstein: debo progresar con claridad. O mejor, la claridad es clave para progresar. Obsérvese de paso la altivez de Wittgenstein al enrostrar su olímpica indiferencia: tenía mucho dinero y sabía demasiado. Luego demostraría que ni siquiera el dinero le interesaba.

Entonces empecemos la columna.

Había estado preocupado pues Trump decía que si estaba haciendo un buen gobierno, es decir, manejando bien la economía no tenía por qué ser impugnado, eso a pesar de considerase y probarse que había violado la ley y estaba siendo indecoroso. Y, es cierto, la economía va bien, aunque no todos le atribuyan ese mérito. Obama ha salido al quite y frustró no poca de su euforia. Un reporte de Associated Press le ha quitado el resto:

“En una reunión informativa posterior al Día del Trabajo en la Casa Blanca, un importante encuestador republicano le dijo al personal superior que el factor determinante en las elecciones no sería la mejora de la economía o el aumento constante en la creación de empleos. Sería cómo se sienten los votantes sobre Trump. Y la mayoría del electorado, incluido un porcentaje considerable de votantes republicanos, no se siente bien con el presidente, según una presentación del encuestador Neil Newhouse que abarcó docenas de páginas”.

La cita alarga lo escrito, pero se aclara por la autoridad de alguien que está mejor informado.

Ahora bien, también había encontrado quienes lo estaban defendiendo a pesar de su indecorosidad precisamente a partir de magnificar sus logros económicos.

En síntesis se trataba de: ¡acostumbrarse a él! Si te acostumbras a él, entonces puedes disfrutar las ventajas del mayor dinero que te mete al bolsillo.

Al parecer, la presunción de sus defensores a ultranza no gana las encuestas. El asunto crítico y relevante está entonces en aclarar si en la época del neoliberalismo, cuando la política pasa a ser dominada por el histrión, el buen ir de la economía es menos importante de qué tan bien estás dominando el escenario, incluso, puedes dominar tu rol pero no puedes ser indecoroso, por lo menos no en los Estados Unidos de América.

Ahora bien, Trump había sido indecoroso precisamente antes de ser presidente y, según mi parecer, precisamente porque jamás imaginó que podía llegar a serlo. Esto lo confirma nadie menos que Stormy Daniels, quien lo escuchó más que fervorosamente durante algunos de sus escarceos amorosos.

Entonces el Partido Republicano, un partido supuestamente moralista, debe enfrentar que su presidente no está siendo aprobado por su cauda, precisamente por ir en contra de sus principios de decoro.

Por tanto cabe preguntarse, si en las condiciones del neoliberalismo y la hegemonía de los histriones, el decoro sigue siendo el principio clave para que un partido siga sosteniéndose en el poder.

Es obvio que ante esta pregunta se derrumba la percepción de poder que tuviera cualquier republicano. El histrión debe hacer reír pero no burlarse del público, ni siquiera antes de empezar la función.

Y, entonces que hará Trump que debe guiar a los republicanos, pues es su líder. ¡Qué lío! Trump le dice a su gente: "Si sucede, es tu culpa, porque no saliste a votar". "No saliste a votar, esa es la única forma en que podría suceder". En realidad a Trump le importa un pepino que le impugnen, le interesa ganar las elecciones.

Trump no se detiene a debatir su falta de decoro pues son hechos contundentes, irreversibles y sobrevinientes. Supone que eso es lo que está diciendo la encuesta y va contra ésta en vez de ir contra la percepción de la gente; o mejor, va contra la percepción de la gente combatiendo la encuesta. Aquí Trump tiene una mejor salida, pero no la promocionaré.

El problema de Trump es que el único histrión es él. Nadie en el Partido Republicano tiene cara para salir a defender su falta de decoro. El histrión está solo contra el mundo. Estaría siendo derrotado por el peso específico de la mayor y más enjundiosa tradición política.

Mientras tanto algo se pudre en Dinamarca: el histrión, la forma magistral del neoliberalismo más pulido del mundo podría estar fracasando.

La importancia que esto pueda tener sobre una caterva de aúlicos pro yanquis sin decoro tiene en ascuas a muchos líderes y gobiernos del mundo. En alguna parte, los chinos organizarían mejor sus huestes ante la eventualidad de la guerra comercial, etc., etc.

Algunos en Colombia ya creen que sus planes siniestros para invadir a Venezuela podrían venirse al suelo. El histrión todavía tendría algo de decoro: no les permitirá que lo financien con los dólares del mayor incremento del narcotráfico, pues eso iría contra la salud de la juventud norteamericana.

“El presidente Donald Trump recientemente amenazó al país sudamericano con retirarle la certificación como socio en la guerra contra las drogas si es que no lograba revertir el auge de producción de coca”.

Nota. La cita sobre L.J.J. Wittgenstein es tomada de Wikipedia. Las otras de The Associated Press: El pronóstico para el presidente Donald Trump y su partido fue sombrío y Cultivo de coca en Colombia sube a nivel récord histórico.

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