Tres Colombias: la de la guerra, la de la economía y la de la política
Opinión

Tres Colombias: la de la guerra, la de la economía y la de la política

El reconocimiento de mindefensa sobre el fracaso de la paz total no afecta a la economía y es fiesta para la oposición política. Tres Colombias que se desencuentran

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marzo 04, 2025
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Fabio Echeverri Correa quien fuera presidente de la Andi por 17 años hasta 1991, acuñó una frase que se hizo famosa y sigue repitiéndose desde entonces porque sigue siendo cierta: la economía va bien pero el país va mal. Lo que anotaba era el divorcio existente entre el sector productivo que había construido desde comienzos del Siglo XX un entable industrial manufacturero en continuo progreso a pesar de las vicisitudes, un oasis de bienestar, y el resto de la sociedad en conflicto social y político.

Los analistas registran hoy una mejoría de las principales variables económicas: la inflación, la devaluación, las tasas de interés, el crecimiento esperado para este año del Producto Bruto Interno, la baja en la tasa de desempleo, la fortaleza del comercio exportador, el auge del turismo. En general, la estabilidad de la política monetaria y la confianza empresarial, en medio de la degradación del conflicto armado, transmutado en una guerra entre ejércitos privados de narcotraficantes que se pelean entre sí por el control territorial de zonas fronterizas y costeras; y el convulsionado manejo político con su dosis cotidiana de promesas y escándalos.

Es como si el desorden de la gestión gubernamental y legislativa que acaparan titulares y copan las redes sociales no tuviera nada que ver con el sereno transcurrir de la economía. Y ni uno ni la otra algo que ver con el poder creciente de las bandas criminales que de hecho controlan parte del territorio. Podría decirse de una manera perversa que la economía ha descontado el costo de un gobierno que no produce resultados, que se ha vuelto irrelevante, y de una guerra que no la toca. Y sigue tan campante.

Podría decirse de manera perversa que la economía ha descontado el costo de un gobierno que no produce resultados, que se ha vuelto irrelevante, y de una guerra que no la toca

Poco se ha anotado que cuando el presidente de la República dijo en el televisado consejo de ministros que no era de izquierda, lo cual han salido a cobrárselo amigos y adversarios, estaba diciendo una gran verdad. De hecho, todas las reformas sociales empantanadas en el Congreso o en la Corte Constitucional, tienen una naturaleza más socialdemócrata que de izquierda extrema. Su objetivo ha sido más la clase media que “el pueblo” que somos todos, aunque en el imaginario presidencial son solo los pobres, los marginados, los campesinos, los ancianos desprotegidos, todos ellos usuarios de los distintos subsidios establecidos desde hace años. La principal beneficiaria de las reformas laboral, pensional y de salud, cuyo futuro es hoy incierto, hubiera sido la clase media que hace parte del sector formal de la economía.

Esas reformas, mejor redactadas, cumpliendo los procedimientos establecidos y con un proceso de concertación con la sociedad civil, hubieran sido un valiente esfuerzo de solucionar problemas sociales urgentes que para nada constituyen medidas revolucionarias. De paso, el presidente de la República ha respetado la decisión del Congreso de no aprobarlas y ha acatado las sentencias de la Corte Constitucional, aunque en su discurso invite “al Pueblo” a las calles a salir a defenderlas, cosa que no sucederá por que “el pueblo” no las siente propias. Ha tratado también el presidente de que haya una mayor presencia del Estado en los temas sociales de manera institucional con medidas más improvisadas que eficientes, pero ha sido respetuoso de la propiedad privada.

Y de la guerra ni hablar. Ya en tiempos del proceso de paz con las Farc cuando se le preguntaba a la gente por sus necesidades sentidas, la paz estaba casi en último lugar. El plebiscito por la paz fue derrotado en las urnas con los votos de las ciudades donde no estaban los combates. Ahora sucede lo mismo pero peor, ejércitos privados en lugares lejanos donde no hay mayor presencia estatal ni población civil, matándose entre ellos, con los campesinos entre tres o cuatro fuegos. El reconocimiento del nuevo ministro de defensa sobre el fracaso de la Paz Total es una tragedia que no afecta a la economía y es una fiesta para la oposición política. Tres Colombias que se desencuentran.

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