Todos los malos, fuimos buenos
Opinión

Todos los malos, fuimos buenos

Por:
abril 13, 2014
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En esta Semana Santa, dejo unas reflexiones sobre los conceptos de bondad y de maldad para que, quienes lo deseen, hagan una autocrítica en sus vidas. Empiezo tomando prestados algunos párrafos de un capítulo inédito de un ensayo que aún no termino de escribir y que se titula: Psicología de un criminal.

«Todos los malos fuimos buenos. Sin excepción. Nunca vi a un bebé estafar o asesinar a alguien. Nunca vi a un bebé desear la muerte a su madre o a su hermano. Nunca un bebé premeditó la construcción de un carro bomba, la violación de su enfermera, ni la venganza contra el ginecopstetra que le pegó la palmada al nacer.No sabe un bebé,al nacer, el significado de la palabra mal, no conoce el proceso que conlleva a la muerte provocada.

»Todos los malos fuimos inocentes. Todos los malos fuimos débiles e indefensos. Lloramos al nacer, mamamos de los senos de nuestras madres al crecer, jugamos con pelotas a rayas al dar nuestros primeros pasos sin la ayuda de un adulto, y aprendimos las vocales totalmente ignorantes de lo que nos deparaba el futuro.

»Nunca en ningún lugar de la tierra existió un bebé que imaginará, que años más tarde, mataría personas. Todos los malos fuimos niños. Reíamos a carcajadas, a veces sin dientes, llorábamos con los constantes golpes que nos dábamos contra el mundo cuando apenas empezábamos a coordinar movimientos. Nos hicimos en los pantalones, nos meamos en la cama, chupamos dedo, tomamos tetero mirando al techo, vomitamos el exceso de comida o sentimos el ardor en nuestros estómagos cuando esta escaseaba.

»Todos los niños confiamos en quienes nos cargaban en sus brazos. Y pagamos con sonrisas los abrazos y bombones. Todos los malos, cuando niños, lloramos la partida de aquellos que tejieron lazos de amor con nuestros corazones. Todos los malos vinimos al mundo sin pedirlo. Los malos nunca pedimos ser malos. Los malos nunca elegimos ser malos. El mal nos eligió a nosotros.

»Fuimos a la escuela, nos enamoramos por igual de compañeras y profesoras y nunca, en los primeros años deseamos el mal a nadie. Entonces… ¿Cuándo los malos nos volvimos malos? ¿En qué maldito momento cambiamos las pelotas por armas y las sonrisas por odio y las carcajadas sin dientes por las groserías y los insultos? ¿Cómo putas pasamos del triciclo a la motocicleta asesina sin que alguien lo impidiera? ¿Cómo diablos nadie nos detuvo cuando cambiamos las pistolas de agua por las pistolas de fuego y el uniforme del colegio por un chaleco antibalas? ¿Dónde quedaron nuestros sueños de ser bomberos doctores y cantantes?
¿Dónde estaban nuestros padres y familiares cuando nos fuimos a las calles del dolor a dañar nuestros corazones? ¿Dónde estaban nuestros maestros cuando empezamos a robar y a matonear a nuestros compañeros? ¿Dónde estaban las iglesias que se enriquecen evangelizando, cuando perdimos el espíritu? ¿Dónde estaban los policías cuando alguien nos envició a las drogas y al dinero? ¿Dónde estaban nuestros amigos cuando perdimos la solidaridad? ¿Dónde estaba la maldita sociedad que todo critica y todo destruye cuando incendiamos las calles? ¿Dónde estaban nuestros gobernantes que todo se roban cuando nos retiramos del colegio?

» ¿Quién tienen la culpa de que esos inocentes angelitos ignorantes de la maldad nos hayamos vuelto malos?

»Y a propósito… ¿Cuál es el parámetro moral para saber que somos malos? ¿Y quiénes son los que tildan de malos a los malos? ¿Los buenos? ¿Y quiénes son los buenos? ¿Los que aparecen en televisión pontificando sobre la moral mientras engordan sus cuentas bancarias con sobornos y robos al erario? ¿Los bancos que nos prestan plata al 18 % y nos la reciben al 3 %? ¿Los arrepentidos y necesitados que van a las iglesias a rezar con una lista de milagros y luego salen a despotricar de la gente y a putear a sus hijos?
¿Aquellos que critican a los ladrones mientras roban a sus padres, a sus amigos y a sus empresas?

»¿Acaso son los buenos los profesores que se ufanan de ganar poco por estar educando el futuro de la nación mientras rajan a sus alumnos con maldad para llevarlos a la cama?
¿O los buenos son esos sacerdotes que regañan desde el púlpito a sus feligreses por actuar en contravía de las enseñanzas de Jesús mientras abusan sexualmente de algunos niños?

¿Quiénes son los buenos? ¿Aquellos que se indignan cuando alguien maltrata a un animal y en la noche les pegan a sus mujeres?

»¿Y quiénes son los buenos? ¿Los que se rasgan la ropa y se halan el cabello de la rabia ante tanta corrupción pero no devuelven el dinero que les entregan de más en una caja de pago? ¿Esos que putean a los alcaldes por los huecos en las vías mientras se saltan una fila, se pasan un semáforo en rojo o le echan el carro encima a los peatones? ¿O los corruptos que piden solidaridad en los medios ante un acto terrorista que ellos mismos patrocinaron con sus injusticias o robando el dinero de la educación de esos terroristas?
¿Son los buenos esos periodistas que se ponen al servicio de las mafias del poder para no perder su puesto y le dan la espalda a su pueblo?
¿Quiénes son los buenos? Qué regrese Diógenes a buscarlos con su lámpara ecológica. Mientras los encuentra sigamos indagando.

»¿Son los buenos esos policías y soldados que muelen a bolillo a sus semejantes por cumplir órdenes a un superior cobarde que le chupa el pito a los políticos por un ascenso?
¿Son los buenos los que matonean a la Drummond por verter carbón al mar mientras lanzan latas de cerveza y botellas plásticas a los océanos? ¿Son los buenos aquellos que critican al Gobierno y al Congreso pero que apenas les ofrecen un puesto o un tamal corren a votar por ellos? ¿O los indiferentes que se sumergen en un mundo ficticio de circo, vanidad y vicios mientras sus países son engullidos por malvados que se hacen llamar políticos?

»¿Quiénes son los buenos? ¿Esos que cargan una Biblia debajo del brazo mientras estafan a sus prójimos sacándoles el 10 % de sus ganancias para construir mansiones con grifos de oro? ¿O los políticos que en época electoral van a los barrios pobres y toman café en pocillos rotos disimulando su asco y alzan niños sucios y abrazan ancianas muecas y olorosas a humo de leña sabiendo que durante los siguientes cuatro años los van a poner a comer mierda? ¿O los buenos son esos que lamentan la tala de un árbol pero arrugan hojas de papel para encestar en la caneca?

»¿O los buenos son los que se indignan por las tragedias ambientales que producen las sequías mientras se cepillan sus bocas con la llave del agua abierta?
¿Esos son los buenos? ¿Esos que no son capaces de apagar las luces de sus casas u oficinas una hora cuando son convocados a salvar el planeta? ¿O esos que se sirven toda la vida de la política y terminan sus carreras diciendo a los medios que sirvieron al país 50 años para merecer una estatua en sus tumbas? ¿O los que madrean a los políticos ante cualquier escándalo de corrupción mientras hacen trampa al país maquillando sus declaraciones de renta o robándose los recaudos del IVA?

»Porque si esos son los buenos, líbranos señor. ¿Saben por qué? Porque con los malos la gente sabe a qué atenerse. Con los buenos no. Si duermes con un malo sabes que en cualquier momento te mata, te abusa o te roba. Eso te hace dormir con un ojo abierto, la ropa y los zapatos puestos y, si es del caso, con un arma en la mano debajo de la almohada. Si duermes con el bueno te relajas, duermes descalzo y ligero de ropas y profundizas el sueño. Confías en él sabes que no te hará daño y ahí perdiste.

» ‘¿O los buenos son los que dicen la verdad? ¿Y quién diablos puede decir que conoce la verdad? Nadie porque los conceptos de bondad y de maldad son subjetivos. Lo supe el día que mi mejor amigo me pidió que lo matara mientras agonizaba con sus piernas mutiladas y su cara destrozada por una granada. Matar es malo pero me pareció bueno ayudarle a partir. Otro día, pensé que era bueno dar de comer a un mendigo y le regalé dinero. El desgraciado fue y se lo gastó en bazuco y  ya loco, salió a desquitarse del mundo matando a un señor por robarle el celular. Pero resulta que el señor tenía en el celular un detonador para hacer explotar la bomba de un centro comercial. Entonces ¿quién es el bueno y quién el malo? Es malo masacrar campesinos o jóvenes hechos pasar por guerrilleros, pero para el dueño de la funeraria es bueno vender 20 ataúdes al mismo tiempo. Es malo el invierno que mete los ríos a las casas de los pobres pero para los políticos ladrones son buenas la emergencias porque pueden contratar a dedo, sin licitar.

»Entonces permitamos que sean los jueces quienes nos digan qué y quién es bueno y qué y quién es malo. Pero ¿quién es el juez? ¿Ese que imparte justicia selectiva condenando a ocho años de prisión a un pobre en una cárcel hacinada, mientras al político que se roba la salud y la educación de millones le da casa por cárcel?
¿Quién es el juez? ¿Ese que mide con un rasero a los de ruana y con otro a los de corbata?
¿Quién es nuestro juez? Ese que condena a un hincha de fútbol a 20 años de prisión por pegarle una puñalada a un hincha del equipo rival, mientras condena a 5 años de cárcel a un paramilitar o a un guerrillero autor de masacres, mutilaciones, asesinatos y desapariciones forzosas de miles de personas? Si ese es el juez, no creo en la justicia» (Hasta aquí el fragmento del libro).

Reflexión final. Si sabemos que los malos fueron buenos, por qué los crucificamos sin piedad generando cadenas de venganzas y no buscamos un culpable. No hacerlo, exonera a esos culpables de su responsabilidad en el recrudecimiento de la violencia. Si sabemos que el guerrillero, el paramilitar, el ladrón, el atracador, el narco, fueron niños inocentes que mamaban de las tetas de sus madres y jugaban a la pelota o con muñecas, ¿por qué no empezamos a verlos como víctimas y reclamamos a los políticos por su transformación en monstruos que destruyen la sociedad? Si sabemos que se convirtieron en los delincuentes que son que por culpa de un sistema atrozmente injusto, inequitativo, mezquino, sin oportunidades, ¿por qué no desempolvamos la palabra comprensión de nuestros corazones y echamos mano de la palabra más grande del diccionario, la más bella de cuantas existen en cualquier idioma, que es el perdón, y la aplicamos como contribución al proceso de reconciliación que “supuestamente” estamos viviendo? ¿O es que acaso nuestros malos nacieron en Suecia o en Dinamarca o en países con alto nivel de vida y oportunidades de educación y empleo como para castigarlos con agravantes? ¿Por qué juzgar tan drásticamente a quienes fueron empujados por los corruptos a una vida de ignorancia y necesidad que los instaló en la maldad, mientras aplaudimos y elegimos a esos que degeneraron la tarea fundamental del Estado que no es otra que la de generar prosperidad, bienestar y felicidad a los ciudadanos?

Si son malos y criminales muchos políticos que se educaron en las mejores y más costosas universidades del mundo y, además, ganan sueldos y pensiones millonarias, sin contar lo que roban,  ¿qué les podemos pedir a aquellos que crecieron con hambre y sin oportunidades de cariño, de estudio y de trabajo?

¿Y si empezamos  a albergar en nuestros corazones la posibilidad de permitir que los malos, víctimas de un Estado ladrón e indolente, se inserten en la sociedad sin el peligro de ser linchados moralmente por quienes, nos creemos los buenos? El que esté libre de pecado…

 

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